
JUAN JESÚS GARCÍA
Domingo, 18 de octubre 2009, 03:20
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No son muchos los organistas en la historia de la música española, ni siquiera ahora, cuando tenemos al levantino Mauri Sanchís, que sacándole el máximo partido al tesón y la moral proverbial de su ciudad natal, Alcoy, se ha convertido en una estrella internacional.
Mucho antes, como treinta años o más, el granadino Enrique Valdivieso estrujaba las entrañas a ese monstruo que se llama Hammond B4, una máquina que está únicamente al alcance de músicos con habilidades de octópodo.
Y Enrique ha vuelto tras desarrollar su carrera prácticamente al completo en Madrid y definitivamente en Málaga, aunque en los años sesenta y setenta recorrió el mundo entero con su órgano, actuando en países que, como Inglaterra, Alemania y Francia parecen naturales para un músico europeo, pero también ha tocado en Marruecos, Senegal, Irán, Irak, Siria o Líbano, de donde, por cierto tuvo, que salir por piernas con su instrumento desarmado al sorprenderle en Beirut la primera guerra libanesa.
Hasta ahora, retirado
Valdivieso llevaba década y media parcialmente retirado dedicado a un gremio tan distinto como el de los vehículos históricos, que no crea el lector, también tiene su arte. Pero este año ha decidido regresar a lo ruedos, y de la mano de la guapísima cantante sueca Edith B, se está dejando escuchar en formato dúo ampliable.
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Edith, ha estado en los festivales de Malmo y Breda con una concierto de homenaje a Marilyn Monroe, y aunque aquí apareció con una pierna lesionada, buscó la postura sentada para que su deslumbrante encanto y su voz juguetona irradiaran al personal casi como a 'Jotaefeka' la original.
Con estos mimbres, obviamente lo que más sonó fue Cole Porter, proveedor de munición de primera a todas las rubias pizpiretas (y también morenas) del firmamento del musical; ajustado al original. o no tanto, que en su revisión muy dramática y moruna de 'My heart belongs to daddy' se pudo percibir el trabajo de Valdivieso buscando la originalidad sureña que descubrió en su disco 'Pájaro negro'.
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El organista es todo un pulpo sobre los teclados de mano y pie, y aún dejando clara la reverencia absoluta que profesa a Jimmy Smith, como modelo de organista a caballo entre el club y la misa de doce, asegura Valdivieso estar trabajando el mundo del groove, funk y la pista de baile para su futuro inmediato.
Invitados
Al trapo entró David Margam, líder de Funkdación, que no se quiso perder la ocasión de tocar con la historia. También fuera de programa apareció el espléndido saxofonista Manuel Morales, un gigante de toda la vida en su instrumento, que llegó tocando desde la calle para mayor sorpresa del público. Se subió el baterista Raúl Fernández, refinando su contundencia roquera habitual para maniobrar con la sutilidad y elegancia de las escobillas requeridas por el color de la noche. Lo que en principio era (y fue) un concierto de reaparición derivó, como suele ocurrir en estos casos,en una lujosa jam-sesión hasta bien entrada la madrugada. De cinco jotas.
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