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JUAN LUIS TAPIA
Domingo, 20 de diciembre 2009, 04:03
El marqués de Leguineche recibe personalmente, flanqueado por sus dos grandes perros de caza, a las turbas de turistas que se acercan hasta su residencia en el Palacio de Linares. La escena pertenece a uno de los filmes de La escopeta nacional, toda una exageración de una ficción que se puede convertir en realidad. Los propietarios de espacios declarados como Bienes de Interés Cultural (BIC) están obligados por ley a abrir al público de manera gratuita sus históricas estancias al menos cuatro días al mes.
Los ciudadanos desconocen que algunas de esas grandes residencias palaciegas, cuya hipoteca apuraría incluso a los bolsillos de Bill Gates, les pertenecen en parte, al ser patrimonio histórico, y la historia es de todos, más allá de cualquier título de propiedad. En la lista de BIC se encuentran desde palacios y castillos hasta torreones, cuadros, artesonados, paños de viejas murallas, baños árabes y jardines esplendorosos.
La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha abierto una serie de oficinas dedicadas a los BIC con la idea de afinar la catalogación, porque hay propietarios que aún no son conscientes de poseer un BIC, y de que están obligados a conservar, mantener y custodiar ese patrimonio, «y si no pueden hacerse cargo del cuidado de estos BIC, se les informa de las ayudas que ofrece el Gobierno andaluz», señala uno de los responsables de Bienes Culturales en Granada.
No todo son obligaciones y estos propietarios de patrimonio histórico están exentos del pago del impuesto sobre bienes inmuebles, el temido IBI, quizá como incentivo para una mejor gestión y cuidado de estos lugares.
Acceder a la visita no es una tarea fácil, debido a que algunos de los propietarios de estos bienes monumentales desconocen sus obligaciones, ya que la administración aún se encuentra en una fase de recopilación de información.
Los responsables del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes, dependiente de la Delegación de la Consejería de Cultura, organizan visitas es estos bic privados un tanto singulares y menos conocidos por el público. Lo primero que hacen es ponerse en contacto con los propietarios a través de los listados que poseen y comunicarles la intención de visitar el monumento de interés y recordarles sus obligaciones. Fuentes del gabinete granadino afirman no haber tenido problema alguno en los itinerarios que ellos organizan, pero recomiendan que sean visitas bien organizadas y en grupos. «No es habitual que una persona decida pedir la visita por su cuenta y es mejor hacerlo en grupo y de una manera seudoacadémica», dice la fuente.
En el caso de que estos lugares se encuentren en la provincia lo habitual es ponerse en contacto con los ayuntamientos y ellos se encargan de comunicar la visita a los propietarios.
En un intento de IDEALpor visitar uno de estos lugares, constatamos que es relativamente fácil, siempre que el propietario se encuentre en palacio. Todavía no están acostumbrados a que un ciudadano se les presente con la Ley de Patrimonio Histórico y les solicite organizar una ruta turística por sus singulares viviendas. Casi la totalidad de estos bic privados incumplen su obligación de informar sobre su condición de ser visitables por el público en general a través de un cartel o cualquier otro medio colocado a sus puertas.
Acuerdo
El matrimonio formado por Lola Casero y Rafael del Castillo es propietario de El Corralón, en pleno corazón del Albaicín. Son conscientes de sus obligaciones, «pero no podemos dedicarnos a recibir a toda la persona que se acerque por aquí», dice Lola. «Nos llaman de la Fundación Albaicín para visitar la casa y sólo ponemos como condición que nos venga bien estar en la casa, porque tenemos nuestros trabajos», comenta. Loca y Rafael del Castillo no suelen poner problemas a los grupos de turistas culturales, «pero no podemos dedicarnos constantemente a atender estas visitas y lo normal es que las acordemos cuando nos vienen bien a todos».
Lola se queja de que «no se puede ver nada en el Albaicín, porque la mayoría de las casas están cerradas, y se deberían abrir, organizar itinerarios, porque hay muy pocos monumentos que se puedan visitar».
La provincia de Granada muestra una larga lista de estos monumentos privados de visita pública. Uno de los más conocidos y valiosos es el Castillo de La Calahorra, una fortaleza renacentista de propiedad privada, pero que cumple la obligación de abrir sus puertas al público cuatro días al mes, los miércoles. El propietario es el duque del Infantado, a quien no le han faltado ofertas de la administración andaluza para la adquisición de esta joya renacentista.
En pleno centro del Albaicín, los jardines del Carmen de los Cipreses, y por extensión el edificio del siglo XVI fueron declarados BIC, uno de los más destacados propiedad de Francisco Fernández Fábregas. El diplomático granadino firmó un convenio por el cual prestó su carmen a Emasagra para la celebración de actividades culturales puntuales. La Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, además de obligar a que estos hacendados permitan la visita pública a sus posesiones también cita que deben mostrar «de manera accesible y pública» la información de cuándo, cómo y qué días se pueden visitar. En este caso, la incógnita se cierne sobre el carmen de los Fernández Fábregas, cuya información sobre las visitas brilla por su ausencia.
Algunos de estos palacetes se han transformado en hoteles de lujo, como el antiguo Convento de Santa Paula y el Palacio de los Patos. La Casa de los Vargas, otro de estos singulares edificios, se encuentra en obras para su conversión en establecimiento hotelero.
En esto de los BIC hay hasta lugares que en su día albergaron un café histórico, como el Granada, más conocido como Suizo. Todo el edificio, y no sólo la hamburguesería que sustituyó al café, tiene la declaración de interés cultural.
Los responsables de Bienes Culturales destacan especialmente el abandono que sufre por su propietario, quien está obligado a conservar el espacio de la llamada Hacienda de Jesús del Valle, una gran cortijada que en su día perteneció a la Compañía de Jesús y que se encuentra en un paraje único.
La declaración de BIC ha servido para destacar un patrimonio al que no se les prestaba una especial atención, como es el caso de la Casa de la Música, situada en la calle Rector López Argüeta, frente a la fachada lateral del hospital de San Juan de Dios, una construcción del siglo XVII. El edificio, que había formado parte antiguamente del vecino Monasterio de San Jerónimo, obedeció a un proyecto de Francisco de Potes, maestro mayor de la ciudad y de la Alhambra, «especialmente en obras de ingeniería», según Gallego Burín, y arquitecto que intervino en una de las etapas de la realización del Palacio de Carlos V. El nombre de Casa de la Música, con el que era conocido tradicionalmente, le sobrevenía por el uso que había tenido desde un principio: servir de escuela de música a la comunidad religiosa del Monasterio de San Jerónimo. En la actualidad esta casa pertenece a un promotor inmobiliario.
Residencia veraniega
Los interesados en el turismo palaciego podrán disfrutar, siempre que los propietarios cumplan con la obligación de abrir las puertas, del Palacio de los Marqueses de Cartagena, situado en el número 49 de la cuesta de Gomérez. Es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura doméstica granadina del siglo XVI, si bien un incendio le causó daños que obligaron a obras de restauración en la segunda mitad del XIX.
El propietario de este singular palacete es Juan Armando Andrada, quien lo heredó de un tío suyo sin descendencia y decidió cederle la propiedad. Esta villa suele estar deshabitada la mayor parte del año a excepción de los veranos en los que la familia Andrada Vandervilde decide disfrutar de su frescor a los pies de la Alhambra.
Los baños árabes de la calle del Agua son unos de esos, como diría el tópico, grandes desconocidos, al encontrarse en el interior de una vivienda, pero dicen que es el mayor consevado en Granada, aunque parece querer ocultarse entre diversas callejuelas. Se surtía de la acequia de Aynadamar y supone un ejemplo característico de las edificaciones árabes.
La casa morisca de la calle Pardo, en el corazón del Albaicín, es otro tesoro escondido con categoría BIC, un resto del legado nazarí rehabilitado recientemente y que conserva las características de estas viviendas. En la actualidad es una casa unifamiliar, lo que conservaría el carácter original de estas viviendas, y es de propiedad particular. No hay señal indicadora alguna de su condición y es uno de esos lugares ocultos, hasta el momento, para los ciudadanos.
La aristocracia y la nobleza se asentaron en el medio rural, donde dejaron su huella en forma de palacetes y castillos. El Palacio de Cuzco, en la localidad de Víznar, que próximamente será transformado en un hotel de lujo, fue mandado construir como residencia de verano por el arzobispo del Cuzco y, posteriormente, titular de la mitra de Granada, entre 1789 y 1811, Juan Manuel Moscoso y Peralta. El palacio, adyacente a la iglesia que lleva su mismo nombre, fue levantado a finales del siglo XVIII y terminado a principios del siglo XIX.
Los Jardines de Narváez, en la localidad de Loja, también se verán convertidos en un lujoso e histórico hotel. Fue la residencia rural del famoso ministro de Isabel II, quien creó una zona ajardinada al estilo francés a mediados del XIX.
Hay muchos más BIC diseminados por toda la provincia como la Casa de los Penalva de Huéscar, el Castillo del Duque, en Láchar, y la Casa Grande de Padul. Todos estos edificios y testigos del pasado son sus monumentos, y nuestros monumentos al menos durante unos días.
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