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JUAN RAMÓN OLMOS
Lunes, 12 de noviembre 2012, 02:00
Pocas edificaciones de Granada han visto tantos años de la evolución de esta ciudad. Pero no tantos como podría sugerir su nombre. Y es que el Puente Romano, el que pasa sobre el río Genil casi en su intersección con el río Darro, no es romano. En realidad, es árabe y fue construido a mediados del siglo XII, aunque no se conoce su autor.
¿Por qué se le llama entonces romano? Quizá, porque algunos autores opinan que su construcción se hizo sobre los restos de un anterior puente de la época romana. Su estructura se apoya cinco bóvedas de cañón, de siete metros de luz cada una. Esas bóvedas están construidas en ladrillo, como evidenció la restauración llevada a cabo por José Antonio Fernández Ordóñez, a mediados de los años 80.
Sin embargo, antes de aquello, el puente ya había experimentado varias reparaciones, desde la realizada en el siglo XIV por Ibn Al Jatib a la reforma de Juan Rueda de Alcántara en 1685, tras una gran riada. En siglos sucesivos, se siguieron llevando a cabo restauraciones, incluyendo varias en el siglo XX.
Pero el Puente estuvo a punto de convertirse en un simple recuerdo en 1963. En aquel año, una gran riada estuvo a punto de rebosarlo, por lo que los militares llegaron a colocarle cargas de dinamita para volarlo por si empeoraba la situación.
No hubo que llegar a tanto, de manera que el Puente Romano siguió ejerciendo como vía clave para el tráfico urbano de la ciudad. De hecho, en esta imagen de 1970 de Torres Molina se puede ver cómo los autobuses podían cruzarlo desde ambos sentidos al mismo tiempo:
Sin embargo, ese mismo año, en el periódico IDEAL se hablaba ya del inevitable futuro del Puente Romano:
En el artículo, se hablaba de la necesidad de construir un nuevo puente, que debería ser oblicuo para respetar la confluencia del Genil y el Darro y no obstaculizar la corriente del agua, principalmente en caso de riadas. Sobre el Puente Romano, se decía que se había convertido en insuficiente para la circulación.
Pero de la intención a la acción hay un largo trecho, así que hubo que esperar a 1985 para que se construyese el nuevo puente que dejase al Romano para otros menesteres. Ese es el conocido como Puente del Cristo de la Expiración o Puente Blanco. Y esta es la foto de su inauguración, de González Molero:
Con ello, el Puente Romano pasó a ser peatonal, tras la restauración de la que se encargó Fernández Ordóñez, con la que se buscaba que esta estructura recuperase la imagen que ofrecía en grabados del siglo XVII.
Y así fue. Desde entonces, el Puente ha perdido relevancia en el día a día del tráfico granadino, pero sigue siendo importante para la ciudad. Por ejemplo, su estampa sigue estando muy presente durante la Semana Santa, en la que sigue siendo lugar de paso para algunas procesiones:
Tampoco se puede olvidar que el Puente Romano fue testigo de una de las mayores alegrías comunes vividas recientemente, como la celebración del Mundial de 2010. Alguno incluso lo utilizó como 'trampolín' para lanzarse al Genil:
Así que habrá que concluir que la historia no se equivoca. En efecto, el Puente Romano no es romano. Es, por encima de todo, el Puente Granadino por excelencia.
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