ANTONIO ARENAS
Jueves, 15 de mayo 2014, 03:04
Que a Carlos Almira (Castellón, 1965) le gusta escribir, es evidente. Que le encanta la historia de Oriente, también. Y que es un maestro del microrrelato, idem de lo mismo. Prueba de ello es su doblete en esta Feria del Libro de Granada que ha sobrepasado su ecuador en la que por una parte, hoy jueves, a las 18 horas, firma ejemplares de su última novela 'Asoka' (Nazarí) y por otra presenta una nueva colección de microrrelatos ('La llave dorada' (Talentura) en el Centro de Exposiciones de CajaGranada (viernes, 16, a las 6 de la tarde) en cuyo acto será presentado por el autor de microrrelatos, Carlos de la Fé.
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Almira lleva media vida en Granada, universidad en la que cursó sus estudios de Historia y provincia en la que viene desarrollando su labor como profesor, en la actualidad en el IES Blas Infante de Ogíjares. De su temprana vocación literaria da fe su ininterrumpida sucesión de publicaciones que se inicia en 1977 con un ensayo histórico en la editorial Comares. A él le seguirían 'Jesúa' (2005), Issa Nobunaga' (2009), 'Fuego enemigo' (2010), 'La evacuación' (2011), 'Belisario ha muerto' (2013) y ahora las dos obras que presenta en esta feria, 'Asoka' y 'La llave dorada' de los que nos cuenta que se trata de dos libros muy distintos, escritos en momentos de la vida muy diferentes.
Novela histórica
«Asoka es una novela histórica y de aventuras, inspirada en el descubrimiento que fue para mí tener un hijo, Carlos. Cómo una persona puede llegar a querer a otra hasta el punto de olvidarse de sí misma. Es un libro de amor» cuenta de la primera, en tanto que de la segunda afirma «es una obra posterior, contiene una colección de cuentos muy breves, y es una exploración del Universo a través del lenguaje y de las historias; una búsqueda del mundo en las palabras».
Para que ambas puedan estar en los estantes de las librerías y en las casetas de la Feria ha tenido que derrochar energía y restar horas al sueño. No en vano nos confiesa que la obra basada en Asoka o Ashoka Vardhana (304-232 a. C.), tercer emperador mauria que llegó a reinar sobre la mayor parte del subcontinente indio, del actual Afganistán hasta Bengala, fue redactada por un hombre joven, lleno de energía, que se levantaba a escribir mientras su hijo aún dormía, a menudo tras una noche de insomnio, «tiene esa energía, esa fuerza, y recuerdo cómo las imágenes de la antigua India, los personajes, se sucedían en mí tan deprisa que casi no podía atraparlas con las palabras; luego venían las correcciones, la reflexión, el trabajo de la forma. Era como tocar algo ya vivo», en cambio, 'La llave dorada' fue a la inversa: «primero construir el texto, pulirlo, y luego insuflarle la vida, la espontaneidad».
Realidad y depuración
Cuando se le pregunta acerca de su preferencia por lugares remotos contesta que, en su opinión, la historia de Asoka podía haber ocurrido en otros lugares y épocas, porque es lo que le pasa a un padre con su hijo, y a ambos con el mundo: viven, aprenden, ganan y pierden sin cesar. «Que el entramado narrativo, histórico, de esta historia de padres e hijos sea la India antigua es algo accidental: lo que hay en el fondo, creo, es el amor entre padres-hijos que se confunde con el amor y la búsqueda de uno mismo en todos los seres» cuenta de esta historia en la que todo o casi todo lo que se refiere a los personajes principales, tiene una base histórica. Igualmente los objetos de la vida cotidiana, las armas, las formas de las calles en las ciudades, de los campos de cultivo. Las ideas religiosas y filosóficas también son bastante reales. En cambio, «lo que les ocurre, fuera de las guerras, es la parte novelada, de aventura».
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En cuanto, a los microrrelatos en los que ya demostrara su maestría con 'Fuego enemigo' (Nowevolution, 2010) explica que llegó por «una especie de depuración: primero fue la novela, luego el cuento, cada vez más breve. Supongo que, según está lógica, algún día vendrá el silencio. Conforme se reduce la extensión, cobra más importancia la palabra. La misma palabra no tiene idéntico peso en un cuento muy breve que en una novela. Nosotros usamos el lenguaje, pero no lo poseemos (salvo los poetas)».
Para recomendar las dos obras que presenta en la Feria, Almira recurre a una cita de Alberto Manguel en la que se explica que cada uno de nosotros es destinatario de, al menos, un libro: ni su autor, ni el lector al que va dirigido, lo saben. Nada ni nadie garantiza que se encontrarán. «En una biblioteca de miles de volúmenes hay al menos, uno, que fue escrito, sin saberlo su autor, para mí. Yo he escrito 'Asoka' y 'La llave dorada' como dos cartas de amor a cuyos destinatarios no conozco aún, y probablemente nunca conoceré», concluye.
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