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Las plantas que albergaban las oficinas bancarias, tapadas con una lona y andamios.
Un misterio envuelto para regalo

Un misterio envuelto para regalo

El polémico edificio de la plaza Isabel La Católica podría convertirse en un hotel

Miguel Margineda

Domingo, 17 de agosto 2014, 00:36

Tuvo que romperse un cristal y caer a la acera para que desaparecieran de la vista los espejos que han indignado a muchos granadinos durante 40 años. Ocurrió en abril. Uno de los vidrios de la vieja sede del Banco Santander apareció roto y los fragmentos en la acera. Preocupado por el peligro para los viandantes, el Ayuntamiento emitió una orden para que el actual propietario cubriera la fachada, cosa que hizo. Desde entonces, la planta baja y las tres de oficinas del edifico más polémico de la plaza Isabel La Católica están envueltas por lona, valla, andamio y misterio.

Los vecinos del bloque, que solo viven a partir del cuarto piso -porque el resto son las antiguas oficinas bancarias-, no saben ni quién es el dueño, pero todo apunta a una familia de empresarios granadinos, que posee una empresa importante del sector de la construcción. Según fuentes municipales, estos propietarios habrían aprovechado la necesidad de cubrir la fachada para animarse a reformar la planta baja y los tres pisos superiores. De hecho, solicitaron que se cambiara la licencia de uso, de oficinas a uso hotelero.

Sin obras mayores

Todo esto ocurrió hace meses y a día de hoy no se ha realizado ninguna obra mayor. Aún se pueden ver las cristaleras entre los huecos de los andamios y no hay trasiego de albañiles ni escombros. Tampoco el Ayuntamiento tiene constancia de que se haya llevado a cabo ninguna reforma que requiera permiso o licencia. Y eso que llegaron a sospechar que se podía estar haciendo una «obra encubierta», sin embargo una reciente inspección confirmó que últimamente no pasa nada dentro del misterioso envoltorio.

En cuanto al cambio de uso, indican las mismas fuentes que hubo algún problema y que «se pusieron pegas». Los propietarios deberían haber presentado una documentación que no llegó, así que la solicitud caducó. Según la filosofía del plan urbanístico del centro, un cambio de uso como este, de administrativo a hotelero, sería positivo al estar relacionado con lo residencial, por un lado, y con lo turístico, por otro. Sin embargo, las exigencias de seguridad y accesibilidad serían más estrictas y podrían poner trabas ala modificación.

La reforma de este edificio sería complicada, ya que, por su entorno arquitectónico, una actuación que afecte a su aspecto exterior podría tener que pasar por la aprobación de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, un trámite que temen los arquitectos por las altas exigencias de este organismo. Esto es debido a que el edificio se encuentra en las inmediaciones del Palacio de Abrantes, del siglo XVI, declarado Bien de Interés Cultural. Si la reforma del aspecto exterior no afectase a más de un determinado porcentaje del mismo, entonces los propietarios podrían pasar directamente al trámite urbanístico.

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