Los pastorcillos del belén hacen su camino desde Jun

Aquel año la blanca Navidad llegó pronto. En noviembre una ola de frío sorprendió con una nevada que algunos aprovecharon para calzarse los esquíes y deslizarse por la Cuesta de Gomérez. Fue una de las nevadas más copiosas que se recuerdan aunque algunos se preguntaban: «¿Nieva ahora tanto como antes?». Frío era el ambiente político que se vivía en la ciudad. El alcalde, Juan Félix Sanz Blanco, nombrado por el gobernador civil en octubre de aquel año, dimitió el 15 de diciembre y hasta Miranda bromeaba en sus tiras cómicas sobre lo difícil que era encontrar un sucesor.

Éste llegaría con el año nuevo. Mientras, los granadinos se preparaba para celebrar las Pascuas. Por aquellos días, el acopio de los productos navideños se hacía en los sencillos y pintorescos mercadillos callejeros. Estos puestos se instalaron primero en el Embovedado luego, cuando el tráfico ocupó la vía, pasó a montarse en Bib-Rambla. Allí, los pavos, los pollos y los chotos se agrupaban en corralillos junto a los consabidos puestos de roscos, almendras, mantecados y pestiños.

Se probaban las zambombas y las panderetas y los niños miraban curiosos las figuritas del Nacimiento que se fabricaban en Güéjar Sierra o Jun. «¡A los güenos pavos!» era el pregón que por aquellos días se dejaba oír casi ininterrumpidamente, proferido por vendedores que invadían la ciudad y que se alternaba con otra débil y chillona voz, la de una viejecita que vendía 'miel blanca' y que el día 2 de enero daban el relevo al repiqueteo de la campana de la Torre de la Vela. También aquel año fue el primero en celebrarse el día del Guardia Urbano, pero esto ya se lo contamos en otra crónica.