
Juan Enrique Gómez
Domingo, 5 de julio 2015, 00:28
El Zaidín no era más que una enorme extensión de campos de cultivo y terrenos surcados por los cauces del río Monachil y sus arroyos. Una pequeña mancha de color más claro en forma de triángulo, a poco más de un kilómetro del Genil, muestra la barriada de Santa Adela, la avanzadilla de lo que después se convertiría en un núcleo de población de casi 90.000 habitantes. Eran las imágenes tomadas en el año 1956 por un avión de la Fuerzas Aérea de Estados Unidos en colaboración con el Ejército del Aire español, una serie de fotos aéreas que mediante la técnica de ortofotografía peinaban la totalidad del territorio nacional y que, medio siglo más tarde, se han convertido en una pieza fundamental para los estudiosos del cambio climático y los efectos de la actividades humanas en el medio natural, especialmente para los científicos del Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada que las utilizan como punto de comparación en una serie histórica de imágenes que se tomaron posteriormente en otros vuelos sobre el territorio granadino y de Andalucía, entre los años 1977 y 2003 y por satélites, desde 2007 hasta ahora.
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«Son imágenes que muestran claramente la evolución vegetal de Sierra Nevada y de la totalidad de la provincia de Granada, la erosión y el impacto de los usos constructivos, agrícolas, las infraestructuras y las ciudades», afirma Francisco Bonet, uno de los investigadores del Observatorio del Cambio Global, que trabaja en contacto directo con las diferentes bases de datos de imágenes orotofotográficas que forman parte de la Red de Información Ambiental de Andalucía (REDIAN), un organismo de la administración andaluza. «Nos sirve para determinar parámetros que afectan a la cobertura geológica y vegetal, a la biodiversidad de determinadas zonas, y no en todos los casos se puede determinar que el cambio haya sido a peor», dice Regino Zamora, catedrático de Ecología de la Universidad de Granada y director del Observatorio, para quien las imágenes de aquel trabajo que se ha conocido como vuelo americano del 56, son una verdadera joya científica, ya que demuestran, sin lugar a dudas, las marcas dejadas por el paso del tiempo, la evolución de la propia naturaleza, y sobre todo la incidencia humana en una provincia donde se encuentran algunos de los espacios naturales más importantes de España y de Europa. ()
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