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M. V. Cobo
Martes, 29 de diciembre 2015, 00:20
Los lanzamientos -que es el nombre técnico con el que se denominan los procesos de desahucio- no terminan de reducirse. Las situaciones de impago de alquileres e hipotecas siguen llegando con cifras altas a los juzgados granadinos. En los casos en los que el desalojo se produce por no abonar la hipoteca, los bancos están aceptando ya la dación en pago, siempre cumpliendo unos requisitos. Alrededor del 60% de los casos se solventan así, con la vivienda en manos del banco y la familia buscando techo, algo que no siempre pueden sufragar.
Sin embargo, hay otro grupo grande de familias que se encuentran ahora en una suerte de 'tiempo muerto', una segunda oportunidad que tiene fecha de caducidad. El Gobierno, a través de la Ley 1/2015 de mecanismo de segunda oportunidad, reducción de carga financiera y otras medidas de orden social prorrogó hasta mayo de 2017 la suspensión de los desahucios, para aquellos que cumplieran unos estrictos requisitos. Pero a partir de esa fecha, el problema seguirá ahí, y en muchos casos no está dando tiempo a que las familias se repongan y logren mejorar la situación que los ha llevado hasta ahí.
Es casi imposible saber cuántas personas se han podido acoger a una de estas medidas de suspensión o reestructuración de la deuda, porque es algo que negocian directamente el ciudadano afectado y su entidad bancaria. El dato oficial más aproximado es el número de daciones en pago que publica el Colegio de Registradores de la Propiedad, que arroja la cifra de 2.566 daciones en pago en los primeros tres trimestres del año. Esto supone el 60% de los desahucios provocados, en el mismo plazo, por impago de la hipoteca, cantidad que asciende a 4.278 en toda Andalucía. El número de desahucios total se multiplica por tres, con 12.756 desahucios, por lo que entran también los desalojos por impago del alquiler o los lanzamientos de locales.
Información vital
Antonio Redondo, miembro de la plataforma Stop Desahucios Granada, confirma esos datos y apunta que «los bancos están aceptando muchas daciones en pago». Redondo apunta también que los bancos han dado un paso al frente con la información. «Antes no contaban nada a sus clientes, ahora se anticipan para ofrecer primero sus productos, desde un préstamos para ir pagando la deuda, a reestructuraciones en las que quitan la cláusula suelo pero suben los intereses al cambiar el diferencial», apunta Redondo.
El joven, que tiene ya una larga experiencia en Stop Desahucios, asevera que con esta estrategia los bancos tratan de evitar que acudan a sus asambleas, porque allí les informan de otras opciones que resultan menos ventajosas para las entidades financieras. Por eso, insiste Redondo, es vital informarse bien de todas las posibilidades y prestar mucha atención si el banco ofrece una reestructuración de la deuda.
Desde la asamblea de Stop Desahucios de Armilla aseguran que los bancos están ofreciendo pagar la deuda a 45 años para no acudir a las medidas contempladas en la ley.
Redondo, de la asamblea de la capital, apunta a que la plataforma Stop Desahucios está tratando ahora de negociar con los bancos que, en lugar de una dación en pago, en la que el banco suele recuperar sólo el 50% de la deuda en la subasta, se produzca una quita por esa cantidad -siempre cumpliendo requisitos- de forma que el deudor pueda conservar su casa.
Entre las medidas que contempla el Gobierno en su ley se encuentra la suspensión de las ejecuciones hipotecarias hasta mayo de 2017 para aquellas familias que no superen en tres veces el IPREM y concurran otras circunstancias como la presencia de hijos menores o discapacitados, además de que el precio por el que se adquirió la vivienda no puede superar los 250.000 euros. Aquellos hogares que se sumaran a esos requisitos no pagan nada hasta marzo de 2017, pero luego tienen que hacer frente a toda la deuda. En estos casos de especial vulnerabilidad, se queda sin aplicación con carácter indefinido la cláusula suelo que pudiera tener en su contrato.
Hay otros casos en los que se puede reestructurar la deuda, aunque esta negociación sólo se puede emprender si no se han iniciado los trámites para subastar la vivienda. Estas medidas las están aplicando las entidades financieras en virtud del Código de Buenas Prácticas al que las entidades financieras se adhieren de forma voluntaria.
Otra de las medidas implantadas por el Gobierno es el Fondo Social de Vivienda con 3.974 inmuebles más, por lo que rozaba ya los 10.000 casas disponibles con un alquiler social.
Antonia llegó a tener a doce mujeres a su cargo en la empresa de limpieza que montó. Eran los años 'buenos', cuando no faltaba tanto el trabajo. Pero el sueño se quebró, reestructuró su empresa y se quedó ella sola. Aún así las cuentas no salían y tuvo que dejar de pagar la hipoteca de su casa, en Las Gabias. «La primera vez que me llegó 'el tocho' -así llaman a la documentación del desahucio- estaba muy angustiada. Ahora no. Todo esto me ha servido para perder el miedo».
Antonia tiene ahora 56 años y es una de las miles de personas que se ha acogido a la ley que suspende las ejecuciones hipotecarias hasta mayo de 2017.
Esto no es más que una prórroga, un respiro para intentar rehacerse de este golpe. «Pero dentro de 5 años, ya tendré 61 y muy poco tiempo cotizado, no sé cómo voy a afrontar la deuda», resume la mujer, que es una de las 'fieles' a la asamblea de Stop Desahucios de Las Gabias.
Ella, como otros cientos de personas que se encontraron en la misma situación, han hecho en estos tiempos un 'máster acelerado'. En su caso, tras recibir la documentación de la ejecución hipotecaria, y superada la angustia inicial, se puso a estudiar las opciones que tenía. Denuncié al banco porque mi hipoteca tenía cláusula suelo, y lo gané. Pero pidió que le devolvieran el dinero que le habían cobrado de más, y ya no tuvo tanta suerte.
«Yo creo que la justicia debería ayudarnos más, sobre todo la Audiencia Provincial. No me dieron opción a recurrir y cuando me llegó la sentencia, el banco ya había empezado el proceso de subasta», explica la mujer.
El último año que pudo pagar la hipoteca fue 2011, pero cuando se encontró con los bolsillos vacíos, tomó la decisión de seguir comiendo. «Hay quien tiene tanto miedo al banco, que deja de comer por pagar la hipoteca. Ahora, cuando vienen a las asambleas, les damos ánimo y siempre insistimos en que tengan confianza, que no los van a echar».
Antonia se vio al borde del precipicio, pero asegura que estar pasando por esta situación le ha hecho más fuerte. Y más sabia. «Ahora acudimos a abogados y sabemos más de desahucios que ellos», explica con una sonrisa. No sabe cómo afrontará el pago de los 680 euros que le quedará de cuota en mayo de 2017, cuando se acabe este 'tiempo muerto' en el que se encuentra su banco. «Me han metido los intereses de demora», lamenta la mujer, que cada semana ayuda a otros a pasar por este mismo trance al que ella ha sobrevivido.
José López insiste en que él quiere pagar, pero no le dejan. Su caso presenta algunas excepcionalidades. Hace unos días, supo que su banco había retirado el proceso judicial por el impago de la hipoteca. López pasó años trabajando en B, hasta que la construcción dejó de darle empleo. Sin ingresos, dejó de pagar la hipoteca, pero ahora se ha establecido como autónomo y vuelve a entrar dinero en casa. «Fui al banco para poner una cuota que pudiéramos asumir, pero me decían que si no pagaba 6.000 euros de golpe, no podía volver a pagar las cuotas», resume el hombre.
Su mujer y él, padres de tres hijos entre los 18 y los 28 años, contactaron con Stop Desahucios antes incluso de dejar de pagar. «Las casas nos comen», dice gráficamente este vecino de Alfacar, que sigue en su casa y esperando noticias del banco.
José tiene 55 años, y cree que esta suspensión de los desahucios es sólo una medida de emergencia. «Estas medidas son sólo un pequeño alivio, estos años son para buscar trabajo», señala el hombre. José no se explica todavía qué ha pasado con su hipoteca, cuando él compró su casa hace diecisiete años por 60.000 euros y hoy se la tasan en 220.000 euros. «Pagábamos mil euros al mes, y ya hemos abonado 140.000 euros, pero seguimos teniendo deuda», apunta el hombre, que ya denunció las cláusulas suelo que su entidad financiera les había 'colado' en la hipoteca.
Mayte insiste en que lo peor de esta crisis, que a ellos les ha golpeado sin piedad, es cómo afecta a la familia. «Los niños se enteran de todo, tienes que decirles que no a todo lo que piden. Al niño lo tuvo que tratar la orientadora del colegio», resume esta madre de dos hijos y vecina de Alfacar. Sus penurias económicas empezaron, como las de casi todos, cuando se quedaron sin trabajo. Su marido pasó al paro hace cuatro años cuando la empresa para la que trabajaba, de relojería industrial, se fue a pique. La panadería que ella había montado también entró en pérdidas cuando tuvo que contratar a alguien para poder cuidar de su hijo, que había enfermado. Durante un tiempo cobraron el paro y alguna ayuda, pero se fueron acabando y decidieron emprender montando un bar. «Seis meses duramos», resume Mayte, quien explica que todavía deben el dinero que les hizo falta para montar el negocio.
Un día, dejó de entrar dinero en la casa. Ni un euro. «Y tuvimos que dejar de pagar la hipoteca». Entraron en contacto con Stop Deshaucios, y se acogieron a la ley -entonces era un real decreto- que permitía suspender el desahucio hasta 2017. Cuando acabe este plazo tendrán que afrontar una cuota de 360 euros.
«El problema no es sólo la casa, es que no hay trabajo», lamenta Mayte. Su marido llegó a sufrir una depresión por este asunto, aunque ahora ha encontrado un empleo. Parece que están empezando la remontada, pero la situación no es nada fácil. «Hay mucha gente en el pueblo que, como nosotros, tuvo que acudir a Madre Coraje a por comida», explica Mayte. A ellos los ayudaron un poco sus suegros, pero hay más situaciones de desempleo en la familia, y la madre de ella también subsiste con una pequeña pensión.
Insiste en que este margen de tiempo no les termina de arreglar la situación, ya que ellos lo que quieren es un trabajo, algo que sólo consiguen de forma temporal.
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Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
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