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El sol de Alborán

El sol de Alborán

Ilumina las aguas que unen mares y continentes y al anochecer traza los caminos entre norte y sur

Juan Enrique Gómez

Domingo, 3 de enero 2016, 00:29

La luz se transforma en un brillante punto en el horizonte y tiñe de rojo el azul oscuro de un mar donde hace 250 millones de años, en el Triásico, comenzaron a emerger las tierras del sureste de Europa, dibujó la línea norte de África, desde Ceuta al cabo de Fégalo en Argelia, y donde sólo hace 20 millones de años se produjo la gran orogénesis sobre la que se levantaron las montañas alpinas con Sierra Nevada en su extremo más meridional. Un mar llamado Tethys, que fue conocido como de Granada y ahora Alborán, de pronunciados relieves de hasta 2.000 metros de profundidad y una cordillera submarina de 150 kilómetros de longitud que discurre paralela a la costa granadina y almeriense, en la que su mayor cumbre se convierte en la pequeña isla que le da nombre, un punto situado en el centro de una línea imaginaria entre la costa oriental de Granada y las playas de Melilla y Nador.

Desde los picos Mulhacén y Caballo, las laderas de la Alpujarra, los cerros de la Contraviesa, la sierra de Lújar, la de Almijara y las tierras que descienden hacia el sur, es posible contemplar las montañas norteafricanas del Atlas y la gran magnitud de un territorio marítimo considerado como el de mayor biodiversidad de los mares de Europa, el nexo de unión de las corrientes del Mediterráneo central y oriental y las que en Gibraltar se fusionan con el océano Atlántico. Una enorme área de 148 kilómetros de anchura que desde el punto de vista científico no es la frontera entre dos continentes, sino la unión norte sur, el lugar donde convergen tres regiones biogeográficas, una templada, e incluso fría, la Lusitánica; otra cálida, la de Mauritania; y la del sur de España, considerada como la esencia del clima mediterráneo.

En invierno, al término e inicio de los años, frente a las costas de Granada el sol recorre Alborán de este a oeste de forma tangencial a la tierra, como sin querer separarse del litoral y es la época en la que cae, al anochecer, en posiciones más cercanas al sur, para iluminar una deseable conexión intercontinental entre las especies.

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