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Javier F. Barrera
Miércoles, 18 de mayo 2016, 12:37
La calle Mayor de Madrid desemboca en la Puerta del Sol y ha sido testigo de la historia de la capital y de España. La calle Mayor de San Sebastián une la Basílica de Santa María con la Catedral del Buen Pastor y pasa por el Ayuntamiento de la ciudad. La calle Mayor de Granada se encuentra en el barrio de Casería de Montijo, en la Zona Norte de la ciudad, un barrio olvidado que se despereza por el barranco del Beiro, a cientos de metros del centro histórico de la ciudad y que une dos plazas que ni tan siquiera tienen derecho a tener un hueco en el callejero oficial de Granada: la plaza Roja y la plaza de la Iglesia.
Hay muchos sin embargos escondidos en esta calle. Es el eje central de una urbanización diseñada en 1975 por uno de los arquitectos míticos del desarrollismo español, que fundara el "Equipo 70: Taller de Arquitectura", José Luis Fernández del Amo. Los viejunos del lugar, por esta razón, saben que viven en una joya arquitectónica que es admirada por los estudiantes de Arquitectura y por los urbanistas.
La calle Mayor de Granada cuenta con dos peñas futboleras. Una es del Granada CF y otra es del Madrid. Una se llama Peña Granadinista Montijo y la otra Peña 5-0. Una apela a las raíces y al barrio, y la otra concentra chulería madrileña por doquier. Todo eso está bien, el problemilla es que una está cerrada y la otra está abierta. En efecto, Antonio García, vecino del barrio desde el principio de los tiempos y fundador de la peña rojiblanca, explica que ha tenido que cerrar por motivos económicos, pero hemos tenido unos años estupendos, con gran ambiente y lleno de gente". Ahora, este vendedor de zapatos que cambió la zapatería por la peña y que ahora sobrevive con las zapatillas, vende el local. "Desde que venden calzado en las grandes superficies a dos o tres euros no hay nada que hacer"
Por eso, cuando uno recorre la silenciosa calle Mayor de Granada tiene la sensación de estar en otro lugar. No es como el Albaicín ni tampoco el Realejo. Apenas se parece a las zonas nuevas del Camino de Ronda y tampoco es barrio como La Chana o el Zaidín. Si algo tiene la calle Mayor de Granada es personalidad propia. Con edificios pintados en varios colores que mutan del rojo tornasolado al azul cobalto, tiene soportales y escaleras con pasamanos en ambos lados y una zona para vehículos que disimula con una sucesión de rampas escalonadas. Si parece algún sitio es Holanda, la ciudad de Rotterdam. Acaso sea porque toda la chavalería disfruta de tanta rampa y de las escalinatas con sus bicicletas o porque, es primera hora de la tarde, los jóvenes y las "jóvenas" pelan la pava aprovechando que del medio centenar de establecimientos de todo tipo que jalonaban a pie de calle el lugar ya sólo quedan para su interés si acaso la farmacia, veterana, dos o tres bares, una pelu, dos peñas futboleras y, ahí están, las dos tiendas de chuches.
En una de las dos tiendas de chuches, en Golosinas Isabel, despacha desde que nació el barrio, no ella, Encarni Valero Marín: "La tienda la empezó mi suegra un poquito, pero la llevo yo desde hace treinta años y la he ido ampliando. Tenía dos metros cuadrados y ahora son cuatro persianas", se refiere a cuatro locales, claro está. "Cuando vine, la cosa estaba muy bonita. Lleno de negocios. Se ha ido perdiendo con el tiempo y quedamos la farmacia, yo, el Covirán de Manolo, el Covirán de Antoñita, y el que era un bar y ahora son Chuches". Entonces, la lógica de la supervivencia: "Los bares y los supermercados se han ido perdiendo. Por eso, también vendemos de todo aquí".
De once a dos
"El bar de José María, el bar Domingo, el bar Jordi, el bar de Cristóbal que se llamaba el bar Cristóbal, el Estoque, el bar Mayor, el de lo hondo del tó que es ahora lo de las golosinas, que era el bar Jardín, y uno chico que había frente a tu consuegro, luego había otro más". Clemente Arco, presidente de la asociación de vecinos y su vicepresidente, repasan el listado de bajas comerciales y concluyen: "Antes no había ni un solo bajo cerrado. Ahora, todos menos media docena están con la persiana echada".
Este lánguido devenir se nota e la vida del barrio y en la atmósfera como de abandono de la propia calle Mayor. Atrás quedan las fiestas del barrio, que se celebran en esta calle. Y lejana queda aquella explosión de 1997 de un coche bomba de la ETA, a cien metros de la calle Mayor: "Pensé que era la traca final de las fiestas", recuerda Encarni. "Estaba la calle llena de gente. Ahora, si estallara algo, no se enteraría nadie" en esta calle Mayor de Granada olvidad que se hizo pequeña, menor.
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