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Los cuentos de La Chana
Mil calles

Los cuentos de La Chana

Punto neurálgico de La Chana, el cruce de la calle Sagrada Familia con la Carretera Antigua de Málaga, da lugar a uno de los cuentos de La Chana más tristes y decepcionantes, pero que atesora como oro molido una suculenta moraleja

Javier F. Barrera

Miércoles, 18 de mayo 2016, 13:04

Punto neurálgico de La Chana, el cruce de la calle Sagrada Familia algo así como el núcleo fundacional de esta antigua barriada y hoy un barrio polifacético, multicultural, estratosférico y divino, con mezcla de sabor popular, granadinismo hondo y globalización para todos, con la Carretera Antigua de Málaga, da lugar a uno de los cuentos de La Chana más tristes y decepcionantes, pero que atesora como oro molido una suculenta moraleja.

Como quien no quiere la cosa, ambas vías principales van perdiendo su nombre y nace entonces una nueva calle concebida para ser principal. De ahí que fue bautizada con el nombre de uno de los colosos que "exportó" Granada al mundo. Si Pamplona y sus Sanfermines tienen a su Ernest Hemingway, Granada cuenta con sus "Cuentos de la Alhambra" que escribiera Washington Irving, zacatapón, de ahí su nombre.

La calle Washington Irving hereda de la calle Sagrada Familia su importancia. Si la primera es alfa y origen, la segunda es omega y destino. Futuro. Esta arteria, apenas 150 pasos de esquina a esquina, está proyectada para llevar a las barriadas de La Chana al futuro. Esta calle corta tiene, sin embargo, una larga historia de contratiempos, porque en vez de unir La Chana con su futuro esplendoroso la conecta con sus reivindicaciones una y otra vez desatendidas. Si en un extremo de esta ella la vida brota, en el otro languidece. Si la Carretera Antigua de Málaga vibra, el bulevar de Las Perlas sestea mientras unos operarios acometen por primera vez una tímida reforma para que algún chanero viejo pueda sentarse al solecito en el antiguo desierto de hormigón.

Nunca ha venido el AVE y aunque se le espera, los vecinos van leyendo a Godot en extraña carambola literata que evoluciona de Washington Irving a Samuel Beckett. Tampoco va por abajo, es decir, soterrado, y tampoco salió adelante la fantástica promoción que la desaparecida Emuvyssa proyectó al otro lado de las vías del tren, que siguen tomando el sol de Granada vivitas y coleando.

"La calle es muy comercial porque es paso obligado"

  • Azul turquesa en una esquina de la calle Washington Irving y una explosión de color en su interior. Un local cálido y animado comandado por Noelia Ortiz, chanera de treintaypico años que ha vivido en esta calle toda su vida. Bueno, toda no. "Ahora me he independizado, pero mis padres siguen viviendo aquí", rectifica sonrisa en boca. La idea del negocio surgió "como todo". "Me quedé sin trabajo y empecé con los "amigurumis", los clásicos muñecos de ganchillo japoneses. Y el negocio funciona. Llevamos ocho meses y además de vender muñecos impartimos todo tipo de talleres de manualidades. Estoy contenta". De la calle cuenta que "es muy comercial, porque con el mercado del miércoles, el gimnasio y los colegios, se convierte en un lugar de paso obligado. Es una calle escondida, pero con mucho tránsito. Y le da vidilla". Como ella misma a sus muñecos chanerojaponeses.

Mientras las tornas pasan, se capea la crisis y el futuro avanza hacia un lugar desconocido, los 150 pasos que componen la longitud de la calle Washington Irving de La Chana puede definirse como agradable, como un buen lugar para vivir que espera su momento. Con un comercio que busca su sitio y que esta tarde de noviembre abre sus puertas para vender sus productos, la gente vive y deja vivir con amable tranquilidad. Cuenta con cinco bares y tres de ellos están abiertos. El Romero y La Soleá presentan veladores para pegar la hebra y fumar tabaco. El café, da fe quien esto escribe y firma, es negro, caliente y amargo; es decir, rebueno.

Hay un par de peluquerías y una tienda de suministros para peluqueros. También hay una "perroquería". Tiene su gracia. Verdaderamente. La droguería de la esquina, Ana Pilar, también es perfumería y deja ver el clásico escaparate kitsch rebosante de productos para el hogar de todo tipo de formas y colores. Un barroco blanco nuclear.

En total, a ambos lados de la calle, una veintena de negocios entre los que también se encuentran una papelería de barrio de toda la vida, un centro de adaptación y recuperación física, un asador de pollos con todas las pintas de abrir para los domingos y fiestas de guardar y una tienda de suministros eléctricos.

Entre medias, esperando su momento, se escriben los cuentos de La Chana, esas historias de vecinos y de promesas incumplidas que dicen que al final de la calle Washington Irving, luego del túnel, se soterrarían las vías, llegaría el AVE, se levantaría la rotonda de la Venta Zurita y junto a los colegios e institutos y los parques de nuevo cuño La Chana se extendería para ser un barrio nuevo en este siglo XXI.

Y colorín colorado. este cuento de La Chana ojalá se haya acabado.

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