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Calatayud y García Aguado, en el ring del Auditorio del Parque de las Ciencias.
La doctrina del juez y la experiencia del 'hermano mayor'

La doctrina del juez y la experiencia del 'hermano mayor'

Emilio Calatayud y Pedro García Aguado inauguran un nuevo curso de la Escuela de Padres que organiza IDEAL

JORGE PASTOR

Jueves, 9 de junio 2016, 01:50

El escenario del Auditorio del Parque de la Ciencias se convirtió ayer por la tarde en un ring. Sí, un ring con dos púgiles muy experimentados que se 'batieron' dialécticamente durante una hora y media. Emilio Calatayud, juez de Menores, reflexionaba y preguntaba. Y Pedro García Aguado, 'hermano mayor', reflexionaba y respondía. El 'combate' se enmarcó en la Escuela de Padres que organiza IDEAL, que vuelve nuevamente a celebrarse con el patrocinio del Hospital Inmaculada y Asisa. El público, formado fundamentalmente por padres acompañados por sus hijos, se divirtió y aprendió. Porque Calatayud y Aguado, amigos desde hace una década, hablaron de lo que más conocen, los menores. Y además lo hicieron en un ambiente distendido, con un punto de complicidad que se hizo patente desde que entraron en la sala.

Calatayud planteó una entrevista con temas de máximo interés y también de máxima actualidad. Lo hizo tomando como referencia los avatares de Pedro García Aguado, que pasó de tocar el cielo tras ganar los Juegos Olímpicos con la Selección de waterpolo a hundirse en el infierno de las adicciones. Calatayud, hombre de pocas perífrasis, abrió fuego con un asunto que suscitó mucho debate en Granada. Aquel famoso programa sobre el botellón que tantas opiniones encontradas desencadenó. «Gracias a él -dijo como introducción- se ha quitado la botellona de la primavera, con 88.000 borrachos en la vía pública».

«¿Recibiste amenazas?», le preguntó. «Tuve amenazas, pero fue por las redes sociales», contestó. «Un gobierno -en referencia al Ayuntamiento- no puede sacar pecho diciendo que tiene el mejor botellódromo de Europa», refirió García Aguado, quien insistió en que el objetivo no era estigmatizar a los jóvenes de Granada, sino contribuir, en última instancia, a mejorar la imagen de la ciudad y ayudar a unos vecinos que sufrían las fiestas cincuenta y dos fines de semana al año. Y acto seguido realizó la primera alusión directa a los progenitores. «No hay que estar en contra de la diversión, sino educar en la diversión», sentenció.

«¿Ha merecido la pena ser drogata?»

Segundo asalto. También directo a la yugular. «¿Te ha merecido la pena ser un drogata?», interpeló Calatayud. Y García Aguado entró sin ambages en el cuerpo a cuerpo. Reconoció que haber vivido en la ciénaga le permitía empatizar más con la gente que tiene este tipo de problemas. Y recordó cómo en su etapa de deportista de élite, mantenía una vida disciplinada de lunes a jueves, pero de viernes a domingo «no controlaba nada». «Lo peor de todo -confesó- es que había mucha gente a mi alrededor que sufría». «Dejé un rastro de sufrimiento», agregó.

También manifestó que el deporte le inculcó valores, como la tenacidad, que posteriormente le ayudaron mucho en su proceso de recuperación. Fue en 2003 cuando ingresó en un centro terapéutico. A pesar de ello, a pesar de que sus vivencias le han permitido orientar su futuro de forma exitosa en ayudar a los demás, García Aguado no dudó en asegurar que si pudiera rebobinar, cambiaría todo aquel periodo de su vida. Respecto a la etapa de 'Hermano Mayor', Pedro García Aguado sí se mostró satisfecho de haber auxiliado a un centenar de familias a lo largo de las siete temporadas que estuvo en antena este espacio, con un setenta por ciento de terapias que, según estimó, se había saldado de forma favorable.

También se abordó el tema de las drogas forma profusa. Calatayud advirtió de un incremento del consumo de cocaína en Granada. Y García Aguado habló de los peligros de la marihuana, un negocio alimentado por un lobby que sólo tiene intereses económicos y que no atiende a los daños que puede causar. «Si un chaval crece banalizándola, está perdido». Y explicó que esta sustancia es hoy día un treinta por ciento más adictiva que la que tomaban los hippies en los años setenta. «Aquellos querían hacer el amor y no la guerra y éstos se meten en grupos antisistema». García Aguado distinguió también entre los que toman marihuana como analgésico y como un paliativo del dolor que producen enfermedades como el cáncer y los que lo hacen buscando una especie de nirvana o sencillamente para desinhibirse y tener una mayor predisposición a relacionarse con los demás. «Se ha demostrado que esta droga afecta a la parte del cerebro sobre la que en un futuro reside la toma de decisiones».

También hubo algunos minutos para hablar de la dependencia del móvil. «Es una vergüenza -afirmó Calatayud- que el regalo estrella de las comuniones sea este aparato». «Los niños deben tenerlo cuando puedan pagárselo», apuntó. Y aconsejó a los padres que no duden en controlarlo «ya que toda la intimidad de nuestros hijos está ahí». «El chaval que lo primero que hace al levantarse es comprobar si tiene un mensaje de Whatsapp, es que tiene un problema», comentó Calatayud. Respecto a los 'smartphones', García Aguado dedicó unos minutos a los 'trolls' -los perfiles que irrumpen en foros y redes sociales con ánimo destructivo- y a las identidades falsas. E insistió en lo sumamente sencillo que resulta engañar a los críos, un tipo de prácticas que en no pocas ocasiones acaba en acoso. «Las nuevas tecnologías no son malas de suyo, pero sí que conviene abordarlas desde el conocimiento, especialmente en el caso de los padres, que deben saber perfectamente cómo funcionan las aplicaciones que usan habitualmente los menores».

Por último, respecto a los proyectos de futuro, Pedro García Aguado comentó que en estos momentos su principal aspiración era seguir trabajando y procurando que sus hijas sean felices y que sean capaces de afrontar por sí mismas las adversidades.

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