Javier Morales
Viernes, 10 de junio 2016, 01:38
Ocurrió en agosto de 2010. Como en una secuencia de película, imponentes vehículos blindados con matrícula norteamericana cortaban a su paso la densa canícula propia del verano andaluz. La primera dama estadounidense, Michelle Obama, recorría la capital en compañía de su hija Sasha, ambas envueltas en un dispositivo de seguridad que apenas permitió a los granadinos dar la bienvenida a sus invitadas. Aquel día lanzó una promesa: «Voy a volver con mi marido».
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Desde que se conoció que Barack Obama visitará Sevilla y Madrid entre el 9 y el 11 de julio, el runrún sobre una posible escala en Granada que daría por cumplido el anuncio de su esposa ha ido in crescendo. ¿Seguirá el mandatario los pasos de Michelle y de uno de sus antecesores, Bill Clinton, para asomarse al «más bello atardecer del mundo»?
Si tiene oportunidad de recalar en Granada durante su viaje oficial a España, el presidente, que apura sus últimos meses al frente del país las elecciones presidenciales están programadas para el mes de noviembre, podrá reeditar la famosa escena de Bill Clinton en el mirador de San Nicolás. El que fuera presidente de Estados Unidos, cuentan las crónicas de aquel 9 de julio del 97, declaró su fascinación por una puesta de sol granadina que ya conoció en su juventud.
Planes
Visita matinal a la Alhambra y el Generalife.
Almuerzo en el Parador de Granada.
Helado en Los Italianos, visita a la Catedral y paseo por el centro.
Atardecer en el mirador de San Nicolás.
Noche flamenca en el Sacromonte.
Su declaración y la relevancia de su visita a la ciudad animaron al equipo de gobierno municipal, por entonces presidido por Gabriel Díaz Berbel, a instalar allí un monolito conmemorativo que levantó las críticas de los vecinos. Tras reiterados actos vandálicos, el recuerdo fue retirado.
En 2001, un estudio encargado por la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía reveló que la visita de Clinton incrementó la afluencia de turistas norteamericanos en Granada.
En el año 2000 llegaron a Andalucía 526.000 viajeros estadounidenses, un 10% más que el año anterior. No cabe duda de que una eventual visita de Obama difundiría la imagen de Granada por todo el mundo, con el consecuente incentivo para el turismo extranjero.
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Cultura y gastronomía
En caso de que la agenda le permita pasar por la capital, la Alhambra será un punto de paso obligatorio. Los palacios nazaríes no deberían faltar en la ruta del presidente. Tampoco más teniendo en cuenta el previsible bochorno del mes de julio podrá obviar un paseo al fresco en los jardines del Generalife.
Más allá de acercarse a la historia granadina, en la colina de la Sabika tendrá opción de acudir al Parador de Granada, uno de los espacios gastronómicos más frecuentados por las celebridades. Por allí pasaron algunos de los invitados a la boda de la hija del duque de Wellington, Charlotte Wellesley, quien contrajo matrimonio con Alejandro Santo Domingo en Íllora el pasado 28 de mayo. También se dejó ver por el restaurante el actor Mel Gibson, que compartió con su pareja unos días de descanso a mediados de mayo. Michelle Obama ya conoce la carta: jamón ibérico, ajoblanco, salmorejo y pastela moruna formaron parte de su degustación hace seis años.
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Otra parada ineludible en el ámbito gastronómico, cita tradicional de los granadinos a la llegada del buen tiempo, es la heladería Los Italianos. El séquito de guardaespaldas de Michelle ya paladeó los sabores del establecimiento, ofreciendo en la Gran Vía algunas de las imágenes más curiosas de su corto periplo en la ciudad. Las cremas heladas
pueden ser el complemento idóneo para la sobremesa. Por su cercanía, el presidente podría aprovechar para entrar a la Catedral o pasear por el centro.
Noche en los tablaos del Sacromonte
En la relación Granada-Estados Unidos sobresalen varias anécdotas. Una de ellas tiene como protagonistas a Michelle Obama y la bailaora granadina La Porrona. La primera dama estadounidense se acercó al Sacromonte para conocer el ambiente flamenco de los tablaos. La familia Maya propuso para ella y sus acompañantes un espectáculo de rumba y danza basado en versos de Lorca. Luego bailaron por soleares para acompañar un recital de Curro Albaicín.
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En esta fiesta, contó en televisión la propia Porrona, la albaicinera se dirigió a la esposa del presidente como la Mojama. Quizás tenga oportunidad de redimir su fallo con el propio Barack. Al margen del chascarrillo, Michelle aceptó como recuerdo de su paso por Granada un abanico y una mantilla. Quienes estuvieron presentes aseguraron entonces a la prensa que la estadounidense se mostró emocionada con la representación. ¿Se arrancará su marido a tocar las palmas por bulerías?
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