Sandra Martínez
Domingo, 29 de diciembre 2024, 00:02
Pako –con k, como a él le gusta escribirlo– aparece junto a la basílica de la Virgen de las Angustias cuando la luz de día indica que las manillas del reloj se acercan ya a media mañana. Se deja ver entre los rayos del sol, ... aunque se protege bien del frío. El origen de su historia se remonta atrás en el tiempo, en concreto, al pasado 14 de septiembre, fecha en la que sufrió un infarto en la ofrenda floral de la Virgen de las Angustias y en la que volvió a nacer. Vanesa y Lydia, médica y residente, reanimaron al hombre durante diez minutos para salvarlo del cielo y dejarlo en la tierra.
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Sin embargo, cuando echa la vista atrás, cuenta que habría sido imposible llegar hasta aquí sin los cuidados, el cariño y la atención de su esposa, Inés. «A ella se lo debo todo», dice. La parada cardíaca dejó a Pako diez días en la UCI y otros nueve ingresado en planta.
Una neumonía reciente hizo que tuviese que ingresar de nuevo en el hospital hasta hace solo una semana. Pese a ello, no pierde la sonrisa. Tampoco la vitalidad. Contagia una buena energía y una amabilidad con la que espera recibir el próximo 2025. Su principal objetivo: dejar atrás todo el ajetreo médico de los últimos meses para disfrutar cada día de su vida y su familia.
Cuando lee sobre la página del periódico su historia, se emociona. No despega la vista ni un segundo del rostro de Vanesa y Lydia, quienes también lo han visitado en este último ingreso. «No sabemos cómo agradecerles todo el cariño que nos han mostrado», cuenta. A sus palabras se suma su mujer, que no le suelta el brazo y lo desplaza hasta el lugar de la calle a donde llega el sol. «No queremos más sustos», comenta. Su mirada transmite agradecimiento a las sanitarias que lo salvaron, pero también a la vida o a la fuerza del más allá que hizo que su marido haya seguido junto a ella. Su nieto Alfonso se suma a este agradecimiento y saborea las fiestas de forma especial. «Si todos los años acogemos la Navidad con ilusión por estar todos juntos, este año mucho más», asegura.
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El joven muestra una gratitud infinita a la cadena de sanitarios que hizo posible que su abuelo se siente esta Navidad en la mesa con ellos. Espera y desea que su presencia se mantenga durante muchos años más. Aunque cumplió los 78 años en el hospital, comenta con humor que «nada tiene él de anciano» pese a que su edad podría indicar lo contrario. Su espíritu permanece intacto.
En la que ha sido la primera salida de Pako a la calle desde que dejó el hospital esta última vez, el hombre se reencuentra con la patrona de Granada. «No hay mejor lugar que este», expresa. Fueron Vanesa y Lydia, sus ángeles en la tierra, quienes lo salvaron, pero no olvida a su «madre en el cielo».
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Recuerda el milagro del que fue protagonista y aún no se lo cree. «La Virgen bajó ese día para dejarme aquí», detalla. Apenas tres días después, Pako acudió junto a su mujer Inés a la basílica para agradecer lo sucedido. Lo mismo hizo ante la Virgen del Rocío, donde estuvo recientemente y a donde espera volver de cara al próximo 2025. El nuevo año de Pako será en familia, pero también estará lleno, sin ninguna duda, de fe.
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