Casas en Granada
Las 500 viviendas de Santa Adela que llevan 20 años en el limboBarrios ·
Los vecinos piden una ayuda que pueda sacar del letargo unos bloques que deberían haber sido rehabilitados hace años dentro del plan del barrioSecciones
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Casas en Granada
Las 500 viviendas de Santa Adela que llevan 20 años en el limboBarrios ·
Los vecinos piden una ayuda que pueda sacar del letargo unos bloques que deberían haber sido rehabilitados hace años dentro del plan del barrioEn el limbo, las almas de los muertos están condenadas a permanecer allí toda la eternidad. Olvidadas. A su suerte. En tierra de nadie. En la calle Santa Adela, en el Zaidín, están a punto de comenzar las obras de un nuevo edificio de viviendas. ... Es el séptimo, que lucirá moderno, cómodo, amplio, limpio... como los otros que ya se han levantado y que han ayudado a transformar la fisionomía del barrio. A un par de calles de allí, por el ventanuco de un piso viejo se asoma Encarna para quejarse: «No hay derecho a que nos hayan olvidado de esta manera», lamenta la vecina de la calle Cataluña mientras señala el patio de luces que tiene ante sus ojos.
El limbo en Santa Adela no se parece nada al que se ha pintado en los cuadros. No hay óleo sobre lienzo, ni turistas haciendo fotos; solo desconchones de humedad en paredes desvencijadas o chimeneas que luchan para no perder su verticalidad. Es asma para dormir, óxido para tender o vendas para evitar ver la cruda realidad que domina en la decena de bloques donde se criaron en los 50 y 60 gente como Encarna o José. Él lleva buena parte de su vida habitando en uno de los edificios de Santa Adela que han sido obviados por la Administración, que a principios del año 2000 inició un proceso de intervención urbanística encaminado a mejorar la vida de sus vecinos. Y aunque esta estrategia está aún vigente, nadie allí sabe qué pasó con sus casas.
La portavoz vecinal de Santa Adela, Mari Carmen Ariza, recuerda que el plan planteaba reformar íntegramente un área que comprendía casi 1.500 viviendas en el corazón de Zaidín-Vergeles. La actuación combinaba demoliciones y construcción de nuevos edificios, espacios públicos y zonas verdes en cinco zonas concretas de Santa Adela, y rehabilitaciones en otras dos: las llamadas Jarama y Cataluña, pues eran las viviendas, en total 500, que se encontraban mejor conservadas.
Según el proyecto, la primera pata del plan, la más ambiciosa, iba a ejecutarse en distintas fases a causa de su alto coste y mayor complejidad; y la segunda, la que no implicaba derribos ni edificios nuevos, se planteaba en paralelo. Veinte años después, se sabe mucho de la primera, pero nada de la segunda. Los vecinos que iban a beneficiarse de esta última siguen esperando hoy mientras ven cómo en este tiempo se han ido sustituyendo en otras calles edificios viejos por otros nuevos y se ha realojado a cientos y cientos de personas, que han ganado calidad de vida.
Sus casas, que eran las que mejor estaban cuando se planteó la transformación urbanística de la zona, parecen hoy congeladas en el tiempo. José, vecino de la calle Fray Hernando de Talavera, cuenta que las comunidades empezaron a pasar de sus bloques con los primeros compases del plan de Santa Adela. Era lógico: ¿quién iba a arreglar las zonas comunes sabiendo que la Administración se encargaría de ello? Desde luego, pocos. Salvo algunos edificios que han resistido mejor el paso del tiempo, sobre todo en la zona de Jarama, las viviendas entraron en una dinámica indeseable.
Varios vecinos se congregan en un pequeño patio de luces. El debate gira en torno a cómo ha cambiado todo para peor. Pisan sobre un suelo en el que antaño se celebraban eventos familiares o donde los niños se deslizaban en bañador ayudados por mangueras. Hoy ya no hay risas infantiles ni tampoco quedan ganas de jugar. Encarna habla de que hay «ratas» en el patio por basura acumulada que ya nadie recoge, infiltraciones que lo llenan todo de humedad o que algunos tejados llevan años sin mantenimiento con todo lo que implica: desprendimientos, suciedad o presencia de malas hierbas y palomas.
«Tenemos miedo a que un día se nos caiga un tejado encima. Aunque nosotros tenemos nuestras casas arregladas, otros simplemente se han desentendido. El problema es que nos han dado muchas velas. Hace 20 años nos dijeron que nos iban a reformar los patios y se ha quedado todo en palabras», cuenta otro vecino con cierto pesimismo. Lamenta también que en este tiempo muchas casas han cambiado de manos; que no quedan muchos propietarios de toda la vida y que el cariño de los nuevos no es el mismo.
En definitiva, las comunidades no funcionan, lo que han vuelto a comprobar hace tan solo unas semanas cuando han empezado a recibir cartas municipales anunciándoles que tienen que pasar la inspección técnica de edificios. Ariza cuenta que a esta gente les van a llegar notificaciones instándoles a arreglar algunos de los desperfectos que tienen estas casas por su abandono. Jose ya sabe que no podrán hacer frente a tales gastos. «¿Qué haremos? Pues nada, esperar a que nos lleguen las multan», dice conformado.
Sin noticias de las rehabilitaciones del plan de Santa Adela, estos vecinos están tratando de que las instituciones aprovechen algún plan de ayudas para poder dignificar sus casas. Hace unos meses se quedaron fuera de unos fondos estatales de recuperación que sí fueron otorgados a La Chana. Ariza cree que es el momento de que estos vecinos salgan del limbo en el que se encuentran desde hace años. Quieren volver a intentarlo y piden la colaboración de la Junta y el Ayuntamiento. «No es un capricho, solicitamos lo que es justo; simplemente, lo que nos prometieron», finaliza esta vecina.
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