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Ismael, de 10 años, alumno del colegio Santa Cristina, salió del Hospital Doctor Olóriz montado en el patinete eléctrico que conducía su padre, Osama. Los dos estaban contentos por ese primer aguijonazo contra la covid, pero también sorprendidos por lo que acababan de vivir dentro. ¿Qué ha pasado?, preguntaron al pequeño, que cogió carrerilla y lo contó todo así, sin comas ni paradas: «He entrado y había globos de colores por el pasillo y he visto a mis amigos y me he puesto contento y me han dicho que pase a otra sala y me han vacunado y no me ha dolido nada y luego me han dicho que escriba en un papel mi nombre y mis apellidos y el número de teléfono de mi padre para participar en un sorteo». El padre, entre risas, asintió y subrayó: «Qué maravilla, de verdad. Ha sido rápido, han sido muy cariñosos y todo estaba organizado muy bien».
Jaime y Jorge se distinguen por el color de sus zapatillas. Ayer quedaron sexto y octavo en una carrera de atletismo y, después, sus padres les llevaron a vacunarse. Allí coincidieron con Nando, que venía de jugar un partido de fútbol. Los tres van todas las mañana juntos al colegio Cristo de la Yedra. «Nos han vacunado y ni pica ni duele ni nada», afirmó Jorge. «¡Claro que hay que vacunarse! –exclamó Jaime– Porque si no te puedes morir por la covid y no queremos». «Sí, a ver si pasa esto ya que estoy cansado de la mascarilla», zanjó Nando.
Nando, Jorge, Jaime e Ismael pasarán a sumar la lista de niños entre 5 y 11 años con la primera dosis de la vacuna. El ritmo es frenético: según informa la Junta de Andalucía, en los tres primeros días (de miércoles a viernes) se han vacunado 6.657 niños de Granada. Ayer, la cita fue en el Hospital Doctor Olóriz y hoy será en el vacunódromo móvil, que se instalará en el Centro Comercial Nevada.
Por lo pronto, el ambiente no puede ser mejor. Los niños –la mayoría, que alguna lágrima hay de vez en cuando– entran y salen fuertes, contagiando ilusión a sus compañeros. En el Hospital, además, han cuidado los detalles para que los pequeños guarden un recuerdo especial del día. Así, como Ismael contaba emocionado, han decorado los pasillos con banderolas, globos y dibujos; han colocado un buzón de colores en la sala de espera; y sortean una cesta de juguetes entre todos los vacunados. «Las enfermeras son geniales. A mi niña la han distraído entre risas y ni se ha dado cuenta del pinchazo. Magas, son magas», decía Antonio, padre de Rosa, a las puertas del hospital.
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