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Ruth García posa junto a un cráneo en una de las salas de autopsias de las instalaciones. Alfredo Aguilar
«Las actuaciones por violencia sexual son ya normales en las guardias y antes no lo eran»
Ruth García | Directora del Instituto de Medicina Legal

«Las actuaciones por violencia sexual son ya normales en las guardias y antes no lo eran»

Especializada en violencia de género, Ruth García asume desde julio la dirección del Instituto de Medicina Legal

Domingo, 3 de diciembre 2023, 00:04

Ruth García (Granada, 1979) se define como una médico «poco médico, atípica». Desde el 14 de julio es la directora del Instituto de Medicina Legal (IML) de Granada. En la carrera eligió la especialidad forense cautivada por grandes profesores granadinos como Enrique Villanueva, los hermanos Lorente o Miguel Botella. Entró a trabajar en 2007 en el Instituto de Medicina Legal de Jaén. En ese mismo año 'inauguró' la Unidad de Valoración de Violencia de Género, un órgano que había desarrollado poco antes la ley de 2004. «Era todavía algo nuevo, así que le tocó a la chica más joven», recuerda divertida Ruth en el despacho que ahora ocupa en las modernas instalaciones del IML. «Fue duro, porque había que formarse mucho, la normalización de la violencia la teníamos incluso los peritos, así que había que estudiar». Se puso a ello y ahora es una de las expertas forenses en este ámbito en Granada y Andalucía. Aunque reconoce que llevar la dirección del instituto es «un tsunami laboral» todavía, no ha abandonado las guardias ni las consultas. Sigue en contacto con la realidad social de la forma más directa.

–Han pasado 19 años desde que se promulgó la Ley de Violencia de Género, pero los casos siguen produciéndose, ¿estamos en el buen camino?

–A nivel de forenses, hemos avanzado muchísimo. Sobre todo estamos tomando conciencia de que forma parte de nuestro trabajo. Hubo unos años en que no parecía el núcleo de nuestra labor pericial forense, pero nada más que por la estadística y los casos que hay, está empezando a ser el núcleo duro.

–¿En el ámbito social, judicial, policial, cree que también se ha avanzado?

–Sí, hemos avanzado mucho en lo que es la violencia en las relaciones de pareja. No quiere decir que no se produzcan, pero sí que es verdad que en muchos ámbitos, tanto asistencial como en el judicial, se han dado muchas herramientas y mucha formación para detectarlo, para enjuiciar correctamente, para valorarlo. Todavía nos tenemos que poner a esa altura en otros asuntos que están mucho más invisibilizados, como puede ser la mutilación genital o la trata con fines de explotación sexual. En eso, en Granada, donde tenemos una población migrante importante, nos queda mucho por trabajar. O en la violencia sexual que ahora acaba de publicarse la Ley Orgánica y nos da un giro en nuestra forma de trabajarlo y de enfrentarse a una víctima.

Machismo

«Ahora hay una tendencia a la sexualización y cosificación en la violencia de género»

–¿Ha cambiado el perfil de las víctimas o siempre son similares? .

–No hay un perfil único ni de agresor ni de víctima, pero sí hay patrones que se perpetúan. Ha cambiado el contexto social en el que se encuentran. La violencia que había antes se producía más en el ámbito privado. Ahora con las redes sociales sale de ese ámbito. Las dinámicas relacionales que se establecían antiguamente, con unos patrones de género muy claros, ya no están. Ahora hay una tendencia a la sexualización y cosificación que antes no había. «El machismo no se crea ni se destruye, se transforma», decía una ponente el otro día en una charla y estoy de acuerdo. Cambia, porque cambia la forma en que nos relacionamos. Pero siguen existiendo esas pautas:desigualdad, falta de desarrollo en la víctima, dominación e impacto.

–Les llegan casos de chicas jóvenes, que han 'normalizado', que el novio les vea el móvil, les vigile las redes... ¿Falta educación?

– Yo creo que también hay medidas educativas que se implementan, pero a lo mejor los referentes no son tan cercanos. ¿Cómo llegamos a esos jóvenes? Hay dinero en campañas, pero hay referentes más importantes que se escapan de nuestro control y que están dando mensajes contradictorios. Lo vemos en la música, prensa, en las redes....Hay que buscar referentes que sean atractivos para los jóvenes y que no estén estereotipados con machismo.

–En su experiencia, ¿un agresor machista se puede rehabilitar?

–Hay muchos cursos de formación y de rehabilitación. Lo que pasa es que, para que algo funcione, tiene que haber una implicación personal. Tiene que haber políticas públicas, pero tiene que haber implicación por su parte, y yo creo que ahí se está fallando. Vemos a diario que hombres que han sido agresores en otras relaciones, vuelven a reincidir. Es un factor de riesgo. Pero nuestra versión es sesgada, porque es judicial, vemos a quienes están en un proceso.

–¿Por qué cree que no se denuncian más casos? De todas las mujeres asesinadas en las últimas dos décadas en Granada, ninguna había denunciado...

–Yo creo que hay muchas causas. Hay mucho miedo. Y también culpa. El proceso de violencia también lleva consigo un aislamiento social y familiar. Se habla de la telaraña de la violencia, porque la víctima se queda atrapada y no sabe ni siquiera en qué momento ha empezado ese proceso. Y además no tiene herramientas porque la han mermado. Probablemente tengan tanto miedo que piensa que las consecuencias serán peores. También hay muchas que son madres y que están protegiendo a sus hijos. Es muy complicado.

Servicio público

«Queremos un acercamiento a la gente, que no sientan miedo de ver al forense»

–En el instituto trabajan con personas fallecidas, pero también con personas vivas que han sufrido un episodio violento. ¿A cuál es más difícil enfrentarse?

–En general trabajamos con drama. Aquí hay mucho drama social. Cuando tienes un fallecido, no solamente está la autopsia, que es un momento en el que hay una disociación de la emoción. En casos de fallecidos antes has tenido un levantamiento, que está rodeado de la familia que acaba de conocer una muerte que no esperaba. Y también vemos mucho drama social de personas en residencias, mucha población mayor que realmente la tenemos un poco abandonada a nivel social. La delincuencia se asocia también con marginalidad y hay muchos –la mayoría son hombres–, que están viviendo en la calle, que consumen tóxicos y que además han generado un altercado. También vemos víctimas de violencia sexual, de maltrato infantil, de violencia de género. En el instituto nos vamos separando según los casos a los que somos capaces de 'sobrevivir' y se reparte un poco el trabajo. Depende de cada uno, es más duro un caso u otro.

–¿Se desarrolla un sexto sentido para ver si alguien les engaña cuando hacen una valoración?

–Nosotros siempre hacemos un diagnóstico, una compatibilidad de lo que vemos con lo que dice que se ha producido, lo que consta en la denuncia. Lo que se conoce como la simulación, aunque siempre la tenemos presente, es algo que se ve más desde fuera, pero dentro no suele pasar. Cada persona narra un suceso desde su subjetividad, y a veces maximizan cómo lo sienten. Pero engaño como tal no suele haber.

–Las estadísticas apuntan a un aumento de denuncias por violencia sexual, ¿lo notan en los casos que les llegan?

-Sí, ahora hay más actuaciones por violencia sexual. Hay más denuncias, y más actuaciones forenses. Es raro el fin de semana que no vamos dos veces al hospital, es ya habitual. Yo tuve un caso en mi última guardia. Es algo que forma parte de nuestra guardia diaria, y antes no era así.

Salud mental

«En los suicidios se va a hacer una investigación retrospectiva para ver cómo se pueden prevenir»

–¿Les preocupa este aumento?

–Nosotros somos técnicos, me preocupa que la gente no conozca al forense como algo cercano, que una víctima venga con mucho más miedo aquí al instituto que al hospital. El ciudadano tiene que saber que esto es un recurso público y que trabajamos para ellos. Hemos trabajado durante estos meses con folletos de información a familiares de fallecidos y ahora queremos hacer lo mismo con las víctimas de violencia sexual. Queremos acercarnos a la gente y que no sientan miedo. Nos preocupa tener un acercamiento a la sociedad amable.

–Otro de los asuntos que pasan por sus valoraciones son las sumisiones químicas ¿el uso de esas drogas es real, les llegan casos?

–La sumisión química existe, porque no supone solamente que te echen escopolamina en la bebida. La sumisión química es que una persona que haya tomado algo –alcohol, alguna droga– tenga una vulnerabilidad mayor, una pérdida de conciencia. Que una persona cometa un delito aprovechando que la otra persona está con unas capacidades mermadas porque haya consumido alcohol, aunque haya sido de forma voluntaria, eso ya es sumisión química. Casi todas las violencias sexuales de las que atendemos en guardias se producen así. Es una sumisión oportunista. No se puede tener sexo con una persona que tenga sus capacidades mermadas por estar bajo los efectos del alcohol y que se vea de lejos que está intoxicada. Hay que proteger a esas personas.

–En esos casos, ¿hay un cierto sentimiento de culpabilidad en las víctimas?

–Yo lo veo en la respuesta social. Se asigna una culpabilidad a la mujer, se le dice que iba vestida de tal manera o que había bebido. Ese prisma lo tenemos que cambiar. Yo creo que las chicas jóvenes tienen más naturalizado que ellas beben y que salen igual que los chicos. Ellas no se sienten culpables por beber. Pero no son conscientes de lo vulnerables que son cuando beben tanto. Porque todas, en algún momento de nuestra vida, nos movemos por la ciudad con la visión de los lugares en los que corremos peligro, una precaución que no tienen que tener los hombres. Y cuando has bebido, ese nivel de alerta baja. Y desgraciadamente, hay quien se quiere aprovechar de eso.

Agresiones

«No se detectó droga, pero hubo personas que sufrieron pinchazos y eso ya es una agresión»

–Hace unos meses, los forenses tuvieron que hacerse cargo de los casos de pinchazos en lugares de ocio, ¿A qué cree que se debió? ¿En qué quedó?

–Yo no lo sé. Ese boom mediático, sobre todo en las redes, despierta cadenas de actuaciones de gente que se pone a pinchar. Es complicado detectar si se inyectó droga, porque son tóxicos que se eliminan muy rápido. No se detectaron en los casos que tratamos. Pero hubo personas que sufrieron pinchazos y eso ya es una agresión, te genera mucho miedo, pánico. Y sobre todo eran chicas. Al final vemos que siempre cae del mismo lado la vulnerabilidad. La violencia machista es estructural, hay que seguir trabajando en ello.

– El aumento de problemas de salud mental, ¿se ve reflejado en los casos que atienden?

–Hay muchos estudios ahora, porque parece que ha bajado la edad en los suicidios a raíz de los problemas que hemos tenido por el covid. Ha habido una falta asistencial importante. Nosotros siempre hemos trabajado una parte muy importante de la medicina legal que es la psiquiatría forense. Esto va desde el internamiento involuntario de una persona en un hospital, hasta una persona que tiene problemas de adherencia al tratamiento y tenemos que abordarla para asegurar que esté bien tratada. También atendemos a persona que han cometido cualquier delito y no estaba bien, o lo ha hecho por consumo de sustancias o porque el tratamiento no esté ajustado. Todos esos casos los valoramos en la psiquiatría forense. Estamos un poco invisibilizados, pero hacemos muchas cosas. Todo lo que tenga que ver con la justicia y tenga un componente de salud comunitario, tiene que ver con nosotros.

–¿Cree que es positivo que se hable cada vez más de ello, lo estamos abordando bien?

–Si se aborda como un problema a tratar en nuestro país, está bien. Eso supone que cada vez hay más protocolos y más proyectos. El Instituto Nacional de Estadística hace estudios para la prevención del suicidio gracias a los datos que se aportan aquí. Cuando una persona fallece por suicidio se hace una investigación retrospectiva de qué había pasado, qué factores de riesgo tenía, qué factores precipitan para que se produzca el suicidio y en qué medida vamos a poder actuar para prevenir. Aquí se va a poner en funcionamiento en breve este tipo de investigación.

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