Martes, 12 de julio 2022, 00:32
Viernes 23.40 horas. Un menor de cuatro años se asoma a una ventana de un edificio en la calle Oscar Romero del Zaidín. Desde la quinta planta, donde se aprecia su pequeño cuerpo y se distingue su voz infantil, los vecinos comienzan a escuchar ... las voces y el llanto de un crío reclamando la presencia de la madre. Los vecinos comienzan a aparecer por las ventanas, mientras la tensión del momento es capaz de cortar el calor insoportable que hacía esa noche. El niño no para de vociferar y de sollozar, se encontraba solo.
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Los vecinos comienzan a decirle que se baje de la ventana y se meta en el piso, mientras otros deciden bajar a la puerta de la vivienda y ahí comenzar a dialogar con el menor. Bomberos, Policía Nacional y Policía Local reciben el aviso para que se desplacen a la calle Oscar Romero donde hay un menor de cuatro años que se encuentra solo en el piso. El objetivo era el rescate del niño.
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Nervios, tensión, impotencia de no poder entrar en la vivienda, intentos fallidos por contactar con la madre del menor... así fueron los eternos minutos de espera mientras llegaban bomberos y policía. Dentro, en el piso y ya no asomado a la ventana, que sí seguía abierta, se encontraba el menor. La angustia fue desesperante, cortaba el aliento.
La llegada de los bomberos fue un alivio. A la par aparecieron las dotaciones de Policía Nacional y Local que sin pensárselo dos veces subieron a la vivienda para intentar hablar con el menor a través del otro lado de la puerta. Iniciaron un diálogo para tenerlo entretenido, mientras que los bomberos en la calle desplegaban la autoescalera para entrar por la ventana de la quinta planta, donde estuvo asomado este pequeño.
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Mientras las policía estaba al otro lado de la puerta hablando con el pequeño y los bomberos ya tenían la escalera desplegada hasta la quinta planta para entrar por la ventana... los vecinos veían que se acercaba un final feliz, alejado del exasperante panorama que se dibujaba unos minutos antes de que llegaran los servicios de emergencia, justo cuando el menor estaba con medio cuerpo asomando por la ventana de la residencia familiar donde vivía con su madre.
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José R. Villalba Carlos Morán
No hizo falta finalmente la entrada de los bomberos por la ventana. El diálogo de los policías nacionales con el menor se rompió de repente, y todo por una sola causa: la madre del pequeño apareció por las escaleras con la tensión de quien sabe que su hijo está en peligro. La progenitora, de tan solo 21 años, abrió con sus llaves la puerta y se fundió en un abrazo con su pequeño. Ahí se puso punto y final a la angustia de muchos vecinos que fueron rápidos a la hora de avisar a los equipos de emergencias a través del 112, mientras otros se bajaron a la quinta planta del edificio para entretener al menor desde el otro lado de la puerta.
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Después de que los moradores del edificio marcharan a sus viviendas, los bomberos plegaran su autoescalera, llegó la segunda parte de esta historia. Policía Nacional arrestó a la madre por abandono de los menores y la condujeron hasta los calabozos de la comisaría donde pasó la madrugada y parte de la mañana del sábado. Una amiga de la madre se quedó al cuidado del menor mientras la progenitora estuvo arrestada en dependencias policiales casi doce horas.
Tras pasar a disposición judicial, el pasado sábado 9 de julio por la mañana, la madre quedó en libertad con cargos en espera de la celebración del correspondiente juicio. Ella alegó ante el juez que dejó al niño dormido y tuvo que salir por necesidad.
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