José María Guadalupe

¡Adiós 'doña Pi', infanta de España!

Crónicas Granadinas ·

La única corona que le importaba era la de su cabeza, blanca por las canas

Tico Medina

Granada

Domingo, 12 de enero 2020, 10:33

«Es usted la francesa más española que he conocido en mi vida, señora». Le dije una vez, cuando acababa de comprobar, que había nacido en los Alpes franceses, en el exilio, hace ya no sé cuántos años.

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–Bueno, Tico, pero también me llamo, ... de bautizo, ni más ni menos que, toma nota, María Alfonsa Juana Victoria Luisa Ignacia y por si fuera poco, de Todos los Santos. Pero todo el mundo me llama Pilar. Y hasta los hay que como tú me llaman desde hace tanto tiempo, porque nos conocemos desde Estoril, cuando ibas a ver a mi padre don Juan –¿recuerdas que una ves fuiste con don Juan Ignacio Luca de Tena, el hijo de don Torcuato, ¿recuerdas–, y me decías y me gustaba 'doña Pi'…

–También, alteza real, y a punto de ser reina…

–Ya te he dicho más de una vez que a mí la única corona que me importa y que ya la tengo es la de mi cabeza blanca, de las canas, que es una corona que me alegra, porque es la corona de los años, de la experiencia.

Se nos fue, adiós 'doña Pi', que siempre atendió nuestra llamada, o por lo menos la mía, incluso cuando hablábamos de lo del cáncer, en los tiempos de Adolfo Suárez, que un día yo trabajé en el despacho de la hija del presidente, cuando estaba en 'Hola', y alguna vez nos reunimos –hay foto– para hablar de ese tema doloroso…

Lo que es la vida, y en su consecuencia, lo que es la muerte, y del cáncer se ha ido, ella era partidaria de decir la verdad, «y al cáncer lo que es del cáncer». No hay que camuflar esa enfermedad porque hay que luchar contra ella.

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Y cayó en sus redes y aguantó hasta el final en ese ultimo Rastrillo que ella presidió durante tantos años, tantos, vendiendo para ayudar a su obra solidaria, en que la vimos ya con ese pelo casi cortado al rape por la quimio, y después ya con ese sombrero de cuero australiano que llevaba y con el que se reía cuando la retrataban…

–Parece que vuelvo de cazar de cuando mi hermano el Rey Juan Carlos…

Claro. Pero ahora no era cazadora sino pieza, jugando a las palabras, doña Pilar, con su cáncer de estómago, siempre yendo y viniendo sin que nadie lo supiera, apoyada en su bastón, al hospital Ruber Internacional, caminando siempre como lo hacía su padre, don Juan, que parecía siempre que acababa de bajar de un barco, tan marinero era.

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La verdad sea dicha, lo mejor que se ha escrito estos días, de doña Pilar, que ha sido mucho y bueno, ha sido nuestro paisanísimo Jaime Peñafiel, en 'El Mundo', dos páginas de necrológica estupendas, y hay que decirlo, porque es el que más sabe de esto sin duda, como se puede ver en su libro sobre las 'Anécdotas reales', que se está vendiendo como un 'best seller'.

Doña Pilar, hermana de reyes, hija de reyes, nieta de reyes, que estuvo a punto de ser reina por dos razones.

Una. Porque era la hermana mayor de don Juan, conde de Barcelona, y de no ser por la nueva ley, lo de la Sálica, ya saben, habría podido ser reina de España en su momento. O como cuando pensó que podríamos casarla con Balduino, rey de los belgas –que se nos murió en Granada, ya recuerdan– pero al final la cosa no cuajó, por razones de la historia. Y se casó también con una española, doña Fabiola. La historia...

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Que es lo que un día dijo doña Pilar, duquesa de Badajoz, que fue un título que le dio el rey cuando se casó son don Luis, un español estupendo, humilde en lo suyo, coleccionista de pintura naif, que le hizo cinco hijos a doña Pilar, la hermana del rey Juan Carlos, que siempre que se le preguntaba de él, decía aquello de:

–Mejor no hablar, que si hablo, a veces meto la pata, yo he nacido para estar callada..

Y se reía a carcajadas, doña Pilar, que gustaba mucho –lo he contado mucho estos días, en radios, en televisiones– de Andalucía, admiradora hasta el fondo, de Granada por ejemplo, buena gente, directa, no sé cuántos nietos, muchos, que ha dicho de su nieta doña Leonor: «Dicen que futura reina de España, que por soñar que no quede. Por mí, que lo sea en su momento… en fin. Es una criatura deliciosa, que es además muy inteligente. Me siento orgullosa de ser su abuela».

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Española hasta el final, hasta el tuétano, siempre llena del resplandor de su raza. Popular, más que famosa, que no ha querido que la llevaran hasta el pudridero donde están tantos de la sangre real, en El Escorial, y ha llevado sus cenizas hasta el cementerio de san Isidro en Madrid, para estar siempre junto a su marido, que se fue muy joven, y al que pude entrevistar en su día, cuando muchos de ustedes ni habían nacido siquiera.

Un funeral sencillo

Un funeral sencillo, realmente real, al que además, claro, acudió el rey, que hace unos días le dijo después de prometer, jurar nunca, y sin crucifijo en la mesa, ni creo que inclinar suavemente la cabeza, como todo el mundo ha hecho en ese momento… «Ha sido rápido, simple y sin dolor. El dolor viene después».

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Doña Pilar, en su casa de Mallorca, o en su casa de Madrid. Doña Pilar, en el Rastrillo, que un día fui a ver si podía hacerme de alguna cosa que hubiera sido del Rey emérito, que no se entere que le he dicho «emérito», por favor, y que está muy triste muy triste, incluso después de haber dicho hace unos días esa inmensa verdad:«El mar, para mí, representa la libertad».

Cierto, Señor, también para mí, aunque sea de secano. Me aseguran que habrá un funeral de Estado en El Escorial, como ordena el protocolo de la Corona. A los ramos de flores, a las coronas, de papel y de palabra, que está recibiendo, esta página de hoy, por las veces que con sus respuestas dio de comer, a mis hijos y a mis nietos, ya al final, y cuando siempre me demostró, su forma de ser y de estar, siempre reina en el exilio de su vida, magnífica dama a la que un día le ofrecí la posibilidad de escribir sus memorias para 'Hola', y me contestó sonriendo mientras vendía para sus niños necesitados una cazadora del rey piloto don Juan Carlos.

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–Yo, querido Tico, estoy mejor calladita.

Un ejemplo a seguir hasta el final de su vida, incluso hasta después de su muerte. Jinete formidable, siempre montando ese caballo feroz, de su historia y su mensaje…

La vamos a echar mucho de menos, querida infanta de España.

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