Cuando el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, anticipó el pasado 10 de enero que los restos exhumados en el cementerio de Reus eran «compatibles» con la fisonomía de Cipriano, la familia Martos Jiménez comenzó a ver, por fin, la luz al final de un ... larguísimo túnel del tiempo que se inició en septiembre de 1973. Fue cuando Cipriano Martos, natural de Húetor Tajar, emigrante en Cataluña y militante del Frente Patriótico Revolucionario Antifascista, falleció después de tres semanas de agonía por la ingesta de ácido sulfúrico tras ser detenido y torturado por la Guardia Civil. Solo faltaba que los resultados de la prueba de ADN lo confirmara todo. Y eso fue exactamente lo que ocurrió este martes. El laboratorio informaba a la Generalitat, promotora de la excavación, que el cadáver era el del granadino Cipriano Martos, considerado el último desaparecido del franquismo.
Los primeros exámenes realizados por los especialistas en la fosa número once del camposanto de Reus (Tarragona) ya apuntaban claramente a la posibilidad de que fuera Cipriano. Básicamente porque el cadáver presentaba evidencias de una lesión ósea en el hombro izquierdo que coincidía con una fractura que sufrió Cipriano tras caerse de una mula en Huétor Tájar y que, al parecer, nunca fue tratada por los médicos. Ahora, tras cotejar las muestras de ADN con las de su hermano, Antonio, se han despejado todas las dudas. «Me llamó ayer el director de Memoria Democrática de la Generalitat, Alfons Aragoneses, para informarme y sentí una enorme alegría», ha manifestado Antonio, quien insiste en su gran deseo de que «el caso de Cipriano sea conocido por el mayor número de personas para que se sepan las atrocidades que se cometieron con la mitad de la población». Una vez que se resuelva todo el papeleo, la intención de Antonio es que Cipriano descanse para siempre en su localidad natal, Huétor Tajar.
Tutela de la justicia
Esto llevará un tiempo. Y es que, como ha comentado hoy el propio Alfons Aragoneses, el juzgado de Reus ha comunicado que el procedimiento será tutorizado por la justicia española, al haber una rogatoria de los tribunales de Buenos Aires que llevan la causa de los represaliados de la Dictadura, a donde llegó el caso de Cipriano. «Esto es bueno y es malo», confiesa Aragoneses. Bueno porque, bajo su punto de vista, hay interés desde las instancias judiciales españolas. Y malo «porque el procedimiento puede alargarse». Y es que a partir de ahora, cualquier paso que se dé debe de contar con el visto bueno del juez. Según Aragoneses, el desenterramiento, consecuencia de un mandato en primera instancia del Parlament, fue supervisado por forenses. Los restos cadavéricos, que fueron sacados de la tumba, están guardados. Cuando finalice toda la tramitación legal -la ley catalana de 2009 marca perfectamente cómo debe desarrollarse todo el proceso-, serán transportados hasta Huétor Tájar. El Ayuntamiento ya ha trasladado a Antonio Martos su disposición a colaborar.
Antonio Martos ha destacado el importante papel desarrollado por los medios de comunicación para que el 'expediente' de Cipriano no cayera en el olvido. Cipriano dejó de ser una víctima anónima desde que el periodista de la agencia EFE en Barcelona, Roger Mateos, publicara en Anagrama en 2016 el libro 'Cipriano Martos, vida y muerte de un militante antifranquista'. A partir de ahí comenzó un revuelvo que permitió que se rescatara la memoria del hueteño.