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El Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén implantará un sistema de ayuda a la aviación que permitirá utilizar, cuando las condiciones meteorológicas sean adversas, una pista de aterrizaje que hasta ahora no podía usarse. Estará listo en 2025 y se traducirá en menos demoras y ... desvíos de vuelos a otros aeropuertos cuando haya viento o mala visibilidad, según explica en exclusiva a IDEAL el gestor nacional de navegación aérea, Enaire. Además, hará el aeródromo granadino más atractivo para las compañías, que podrán interesarse por instaurar otras rutas al haber más garantías de que los vuelos se realizarán conforme a lo previsto.
El aeropuerto de Granada cuenta con dos pistas, que se diferencian en que varía el sentido de despegue y aterrizaje. En la 27 el avión se dirige hacia las montañas y en la 09, a la ciudad. En la actualidad, el aeródromo dispone de procedimientos de ayuda para el despegue en ambas cabeceras de pista, así como en la aproximación -fase entre el descenso y el aterrizaje- para la pista 09. Cuando las condiciones de viento no son favorables para el aterrizaje en esta (por haber más de diez nudos en cola), se debe utilizar la 27, tal y como señala Javier Cámara, jefe de la división de Diseño, Desarrollo e Implantación ATM de Enaire.
Sin embargo, hay un problema histórico, y es que la 27 no cumple con los requisitos mínimos para la implantación de un sistema terrestre de ayuda al aterrizaje, debido a la elevada orografía por la proximidad de Sierra Nevada, la cercanía de la Base Aérea de Granada-Armilla y la ubicación de la ciudad de Granada en la misma trayectoria de aproximación a dicha cabecera. Por la noche o en condiciones de mala visibilidad, hasta que las condiciones mejoran, esto puede generar demoras o incluso el desvío de la aeronave al aeródromo más cercano.
Hasta el momento ha sido inviable implantar procedimientos de vuelo basados en instalaciones terrestres en la cabecera 27. Según Enaire, las razones eran esas limitaciones orográficas, la potencial interferencia con las operaciones de la base aérea, la necesidad de evitar el impacto en ruido sobre la ciudad y tener que cumplir con los criterios de diseño establecidos por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
La situación cambiará en dos años, cuando Enaire ponga en marcha la denominada navegación por prestaciones (PBN, por sus siglas en inglés), es decir, procedimientos de vuelo basados en la señal de los satélites GPS, que facilitarán el despegue y aterrizaje en todas las cabeceras, incluida la 27, lo que permitirá reducir las demoras y los desvíos que se producen.
Supone una opción más de uso en caso de fallo de una instalación terrestre, dado que la señal utilizada procede de los satélites; y ofrece la posibilidad de diseñar las trayectorias, de forma que se eviten los problemas debidos a la cercanía de la sierra, la base aérea y el sobrevuelo de la ciudad de Granada.
La PBN representa un cambio de navegación basada en sensores a navegación basada en las prestaciones que los sistemas a bordo de la aeronave pueden proporcionar. La principal ventaja es el uso de la señal satelital para guiar las aeronaves a través de las trayectorias diseñadas, así como la posibilidad de diseñar dichas trayectorias con mayor flexibilidad, punto a punto, lo que permite evitar zonas con orografía compleja o el sobrevuelo de zonas pobladas.
«La mejora de la regularidad de las operaciones es un aliciente más, junto con otros definidos por Aena como gestor aeroportuario, para ayudar a incrementar el interés de las compañías por operar en el Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén», asegura Javier Cámara.
En cuanto a las fechas con las que trabaja Enaire, el proyecto está actualmente en la fase de diseño y está prevista su implantación a lo largo del primer semestre de 2025, puesto que se trata de un proceso «largo y complejo en el que intervienen diferentes organizaciones».
En primer lugar, recuerda Javier Cámara, se debe garantizar la seguridad de las operaciones, para lo que se realiza un exhaustivo análisis del diseño. Después se lleva a cabo una validación de todas las señales de los sistemas de comunicaciones, navegación y vigilancia; así como un vuelo de validación con un avión laboratorio equipado para ello, con objeto de garantizar que las maniobras cumplen con los requisitos necesarios de calidad y seguridad.
Posteriormente, la Agencia de Seguridad Aérea (Aesa) es la encargada de analizar el proyecto y determinar por resolución que los procedimientos cumplen con los niveles de seguridad requeridos. También determinan la necesidad o no de ser sometidos a una evaluación medioambiental. Una vez que se reciba la resolución favorable de Aesa -en la parte de diseño y seguridad- y del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico -en el ámbito medioambiental-, se publicarán los procedimientos para su uso y se formará a pilotos y controladores.
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