Hace ya once años que Ganivet dejó de ser la calle de Loewe para convertirse en la de los restaurantes y los pubs de copas. La milla de oro que concentraba las tiendas y joyerías más exclusivas de la ciudad iniciaba tras su reforma, que ... invitó a sacar las terrazas de los restaurantes a los soportales, una metamorfosis paulatina hacia la hostelería que se ha ido acentuando en la última década hasta transformarse en una zona de locales de marcha con la que los vecinos y comerciantes mantienen una polémica convivencia.
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A Ganivet se iba a comprar, pero ahora cada vez más a comer, a tomar copas y los fines de semana a hacer el indio desde la sobremesa hasta altas horas, con concentraciones de clientes de los locales bebiendo y haciendo ruido en la calle. Un ambiente no propicio para las firmas de lujo que han ido cediendo su espacio a la hostelería, algunas por cierre y otras por traslado. La antigua tienda de moda nupcial de la diseñadora Rosa Clará es ahora un exitoso local de copas y también los espacios que ocupaban Loewe, Vogue o Farrutx se convirtieron en restaurantes o pubs. Y la 'resistencia' del comercio de lujo ha decidido rendirse.
La histórica joyería Juan Manuel, que lleva desde 1970 en Ganivet se trasladará la próxima primavera a la calle Reyes Católicos harta de la presión del ambiente de copas y le seguirá la boutique de moda Juanjo&Co, que abrirá en la calle Alhóndiga junto a Stephan, otra firma de moda que se ha marchado ya a Alhóndiga, para la alegría de los propietarios de locales de alquiler en esta calle.
El comercio y la hostelería aún guardan cierto equilibrio en número en Ganivet: quedan 18 tiendas frente a los 19 restaurantes y pubs. Pero en extensión y tamaño ganan por goleada los negocios de copas, que hacen mucho más ruido –literalmente– ya que se han hecho fuertes también en las calles del entorno.
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La metamorfosis de las tiendas a los bares que han vivido también los centros de otras ciudades como Málaga se ha concentrado en el caso de Granada en esta calle, con el matiz de que en Ganivet el ambiente ha virado hacia la marcha y las copas. Y resulta asfixiante para el comercio de lujo, que se marcha desterrado por esta presión que sufren principalmente los viernes y fines de semana pero incluso a diario en la campaña de Navidad.
Daniel Soler
Joyería Juan Manuel
«Nos ha costado mucho tomar la decisión porque llevamos 54 años en esta calle, pero Ganivet comercialmente está que da pena, no hay paso de clientes y se está quedando sin tiendas. Hace años que sabíamos nos íbamos a tener que ir de ahí y aunque nos hemos resistido ya es inevitable», esgrime Daniel Soler, propietario de la Joyería Juan Manuel, junto a sus hermanos Maribel y Juan Manuel. En su caso trasladarán el negocio de joyería a un edificio situado en Reyes Católicos 13, justo al lado de la tienda que ya abrieron en esta calle hace un año.
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«Aquí ya no se puede estar», incide Soler, que relata episodios de gente pasada de alcohol, de ruidos, de concentraciones fuera de los pubs o de clientes de los bares apostándose en los escaparates o soportales para hablar por teléfono, por no dar detalles de escenas más escatológicas con las que también conviven. Las sufren igualmente en la tienda de moda Juanjo&Co, otro de los buques insignia del lujo en Granada, por sus espectaculares escaparates y la selección prendas estilo marcas italianas y españolas que realiza su propietario Juanjo Cabrera. La tienda, que lleva ocho años en el número 13 de Ganivet, aportando un personalidad propia ante el avance de las franquicias en el centro, es otra de las que tira la toalla y deja Ganivet.
«La primavera de 2025 la estrenaremos en Alhóndiga», explica su propietario. «Nos cambiamos por intentar mejorar las ventas, porque Ganivet se está quedando sin tránsito para el comercio, pero sobre todo porque nuestros clientes no están cómodos, hay días en los que no se puede abrir la puerta. El problema es que la gente no queda dentro de los locales», detalla Cabrera.
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Su dependienta Aurora incide en lo desalentador que resulta este ambiente: «No les interesan nuestros escaparates, están bebiendo y fumando». Han sido muchas gotas las que han colmado el vaso, una de las últimas la clienta a la que avisaron para que recogiera sus prendas arregladas: «¿En viernes? No me meto ahí ni loca, ya voy el sábado por la mañana». No hay que decir más. Mientras unos se marchan, en el antiguo local que ocupaba por el BBVA se prepara la apertura de otro negocio de hostelería. «Los de la parte de abajo tienen más presión, aquí en la parte alta somos la resistencia, pero es una pena a nivel comercial lo que está pasando en la calle», suspira desde el número 3 Elena Ruiz, la propietaria de Cotté Cotté, uno de los últimos espacios singulares que resistirá en Ganivet.
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