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Lo pasé un poco mal por él. Me daba apuro decirle que me había robado, pero es que lo había hecho...», explica Ibrahim, 'Ibu' para todos, un vendedor ambulante senegalés que se vio envuelto hace unos días en un incidente que podía servir de guión para un cuento de Navidad. Es lo bueno de los cuentos de Navidad, que ocurren cuando les da la gana. Incluso en pleno mes de agosto. Y en la Costa Tropical de Granada.
'Ibu', que tiene cuarenta años y una familia numerosa que mantener en su país natal, pasó en unos pocos minutos de 'sospechoso' a víctima de un caradura. Un final feliz y justo al que contribuyó decisivamente Ángel Barbero, copropietario junto a su hermano Antonio del popular chiringuito herradureño 'El Chambao de Vicente'. El hostelero sexitano hizo honor a su nombre y fue el 'ángel' defensor de su amigo 'Ibu', al que conoce desde que era un niño.
El negocio de los Barbero es una de las paradas habituales del comerciante africano. Entra prácticamente a diario y muestra a los comensales su mercancía. Ylo hace con el beneplácito de los titulares del restaurante. Es bienvenido en 'El Chambao de Vicente'.
'Ibu' es cortés y silencioso. Por eso, a Ángel le extrañó sobremanera que un cliente extranjero (nacional de un país de la Unión Europea) le pidiera que echase al senegalés del establecimiento «porque le estaba molestando», recuerda el dueño del restaurante el inicio del episodio que acabaría estrechando aún más los lazos entre él y el vendedor senegalés.
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El ciudadano enfadado ocupaba una mesa junto a su pareja y sus dos hijos pequeños.
Ángel se acercó para interesarse por lo que había sucedido. Entonces 'Ibu' le contó que había enseñado varios relojes al tipo en cuestión y que le había birlado uno. «El cliente insistía en que echase a 'Ibu'. Pero no lo hice. Le dije a 'Ibu' que era una cosa muy seria y que debía estar seguro. Y él me contestó: 'Confía en mí, se ha guardado el reloj'. Así que le dije que fuera a arreglarlo con el cliente», rememora el empresario.
'Ibu' pidió, siempre con discreción, al turista que le enseñase una bolsa de playa que portaba, porque estaba convencido de que el 'botín' –valorado en 50 euros– estaba ahí. El forastero comenzó a remolonear y ahí fue cuando Ángel se mosqueó definitivamente. Instantes después, el comensal, para vergüenza de su familia, entregó el reloj sustraído.
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Acto seguido, Ángel lo expulsó de su establecimiento. «Le comuniqué que tenía que abandonar el chiringuito por ladrón. Yse fue con la cabeza baja. Igual que la mujer y los niños. El local estaba lleno y los clientes que vieron lo que pasó nos felicitaron. Hubo muchas personas que me apoyaron por haber respaldado a 'Ibu'», detalla el hostelero el desenlace del caso.
Ángel todavía se enciende al recordar que el caco insistía en que debía echar a 'Ibu' para disimular el hurto, una conducta que describe sin ambages como racista. «Esta gente piensa que nadie va a creer a un vendedor ambulante africano, que su palabra tiene más valor. Estas criaturas están indefensas. '¿Cómo vamos a ir a denunciar? ¿Quién nos va a hacer caso', te dicen», argumenta el copropietario de 'El Chambao de Vicente'.
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'Ibu', que habla español con el acento característico de los vecinos de la Costa Tropical, lo confirma. «Alguna vez más nos ha pasado algo así, pero poco puedes hacer. Esta vez, ese hombre me metió en un lío, pero no grité y no formé escándalo. Hasta lo pasé un poco mal por él. Me daba apuro decirle que me había robado. Pero, gracias a Ángel, todo bien», resume 'Ibu'.
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