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Carlos Soler, en el proceso de reparto de comida de cada domingo en la plaza Jacinto Benavente. C. S.
El ángel de la guarda granadino

El ángel de la guarda granadino

Carlos Soler, modelo e influencer, reparte cada domingo centenares de raciones de comida en la plaza Jacinto Benavente de Madrid, que él mismo cocina en su casa

José Antonio Muñoz

Granada

Martes, 9 de febrero 2021, 00:09

La de Carlos Soler es la historia de un granadino de éxito al que la naturaleza en un momento determinado le dio un empujoncito. Nacido en el barrio Fígares, hijo de abogado y profesional sanitaria, siempre le gustó enseñar, y comenzó la carrera de Magisterio. Criado en una familia de firmes creencias, lleva la solidaridad en las venas, y desde muy joven, fue catequista y comenzó a colaborar en instituciones como el Hogar de Nazaret. «Aprendí a dar de comer a niños pequeños, a cambiar pañales...», recuerda.

Esa capacidad de darse ha seguido empleándola trabajando en comedores sociales, y ahora, con su última 'locura': cada domingo, reparte centenares de raciones de comida a los más necesitados en la plaza de Jacinto Benavente, en pleno centro de Madrid. Una iniciativa de la que se han hecho eco muchos medios de comunicación nacionales, y que ha servido para dar un toque de atención ante la realidad que viven cada día en la capital de España muchas personas sin techo que han visto agravada su situación por la covid-19 y el paso de la tormenta Filomena.

Le llaman «el ángel de la guarda» las personas que, después de que él reparta sus raciones de comida cada domingo, le aplauden y le hacen llorar. Pero Carlos es un ángel muy especial. Un ángel de portada de revista. Volviendo a su biografía, recuerda que de repente, la naturaleza le bendijo con una estatura de 1,87 y un físico lo suficientemente atractivo como para que la agencia de modelos londinense Scouting One se fijara en él. Le empezaron a 'mover' por distintos mercados, como China, Singapur, México o India, y el primero que se interesó por él fue China. «Viajé durante un día entero para llegar a mi destino. Era la primera vez que me pasaba tantas horas en un avión, y además solo. Mi madre decía que tuviera cuidado, no me fueran a meter drogas en la maleta», recuerda divertido.

Un gran salto

Inmediatamente, empezó a tener mucho trabajo. Vivió en Pekín, Shanghai, Guangzhou y Hong Kong. Hizo centenares de reportajes para las más prestigiosas firmas, y fue portada de Vogue China, una revista que tira decenas de millones de ejemplares. «Lo que más echaba de menos era la comida española. Porque lo que nos sirven en los restaurantes chinos de aquí no tiene que ver nada con lo que se come allí...», dice sonriendo. Por eso, por la polución –«estaba continuamente resfriado», recuerda– y por el clima, decidió cambiar de aires, y con una compañera, se mudó a Brasil cuando apenas contaba 21 años. Allí estuvo durante una larga temporada, fundamentalmente en Sao Paulo, haciendo todo tipo de catálogos y anuncios para televisión que llegaban a millones de personas. «En uno solo se me veían las manos, era de unos 'nuggets' de pollo», rememora.

El granadino, en la edición china de Vogue. C. S.

Persona inquieta donde las haya, tras una temporada en Brasil se mudó a Europa, donde hizo múltiples trabajos para firmas de lujo y desfiló en la tríada de oro de la moda continental: Londres, París yMilán, aunque estableció su base de operaciones en Madrid, que es donde vive desde entonces con Lola y Paca, sus perras. Marcas como Fendi, Versace o Gucci han contado con él para sus promociones, y ha aparecido en Marie Claire y otra revistas del sector.

Acostumbrado a probar productos de lujo, empezó a narrar sus experiencias en sus redes sociales. «En aquella época solo estaban Facebook y Tuenti. Yo lo hacía sin buscar nada a cambio, pero empecé a darme cuenta de que mis seguidores –unos 160.000 en la actualidad, con un perfil medio–alto y muy fieles– me hacían preguntas sobre los productos que enseñaba. Me había convertido en un 'influencer' sin darme cuenta, cuando el concepto ni siquiera existía», afirma. Fue imagen de primeras marcas en fiestas donde se codeó con estrellas de Hollywood, y en todas ellas aprendió los mecanismos que rigen el mundo del lujo y cómo llegar a interesar al público.

Influencia

Las marcas se dieron cuenta de su capacidad prescriptora, y aún hoy siguen pidiéndole que muestre sus productos. Su siguiente paso profesional fue convertirse en 'community manager' de firmas punteras, con las que le une un contrato de confidencialidad, pero que, según cuenta, «pertenecen al mundo de la moda y los complementos, y también al sector de la cirugía plástica y estética, entre otras».

Con la actriz Elsa Pataky, en una presentación. C. S.

Ser modelo no es siempre un trabajo de color de rosa. A veces, Carlos se ha sentido 'un producto': «Cada firma quiere un 'yo' diferente. Recuerdo que en un momento determinado, tuve que dejar de tomar el sol y no cortarme el pelo, porque me querían con una determinada imagen». Pero el granadino también ha entendido, desde sus creencias, que puede hacer mucho bien. Aunque ello le haya metido en algún lío, como en una ocasión en que fue testigo de una agresión de género, y se llevó a la chica corriendo con su coche. Contó el hccho en sus redes sociales, creando conciencia también sobre la importancia de eliminar esa lacra.

En las últimas semanas, acompañado de Berta, una mujer dominicana sin techo que se ha convertido en su mano derecha, ha emprendido en solitario –aunque ya hay firmas que están empezando a colaborar– una pequeña cruzada para dar de comer a quienes no lo hacen los domingos, cuando los comedores sociales cierran. «Me he propuesto sacar al menos a una persona de la calle», dice. Con el pundonor de que ha hecho gala hasta ahora, lo conseguirá.

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