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Un año de la inquietante desaparición de 'Lalo' en Granada: «Nunca se hubiera ido por voluntad propia»Secciones
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Vecino de Santa Fe desaparecido
Un año de la inquietante desaparición de 'Lalo' en Granada: «Nunca se hubiera ido por voluntad propia»Carmen no sale de casa y no es solo por la pena. «Pienso que cualquier día va a volver y tengo que estar aquí para ... que me vea. ¿Qué pasa si llega y no me encuentra?», se pregunta. Son las palabras de dolor de una madre que ha sufrido el peor castigo posible, no saber dónde está su hijo. No puede enfrentarse al duelo, está en el limbo del desconocimiento, de no saber si está vivo y si lo encontrará algún día. «Me han matado en vida», sentencia. Gonzalo Manuel Maya Cortés, un vecino de Santa Fe de 46 años conocido como 'Lalo', lleva ya un año en paradero desconocido.
La última vez que lo vieron fue el 7 de diciembre de 2023. Estaba en el B&B Hotel de Granada, situado por la zona de Pulianas. Allí lo dejó su hermano, pero poco tiempo después lo llamó para que fuera a recogerlo. «Estoy en peligro», le dijó por teléfono. Cuando llegó, Gonzalo ya no estaba. Interpusieron una denuncia ante la Guardia Civil, encargada de la investigación, y se echaron a las calles para buscarlo. Pegaron carteles con la imagen de Gonzalo en las calles de Granada, la difundieron en redes sociales y realizaron batidas por los alrededores del hotel. Conforme pasaban los días, ampliaron más y más el radio de búsqueda. «Hemos hecho de todo y no tenemos ni una pista. Nadie lo ha visto. Es todo muy raro», cuenta su madre, Carmen.
Cuando se dieron cuenta de que no podían localizarlo, se pusieron «muy nerviosos, locos». Comenzaron las llamadas, los llantos, los pesares. Y la casa de Carmen se convirtió en un «hervidero de gente». Todos querían ayudar. Recorrieron la zona de Pulianas, Zaidín, el pantano de Cubillas… sin éxito. Han estado apoyados por la plataforma Adonay de búsqueda de personas desaparecidas, colectivo que ofrece apoyo logístico y moral a aquellos que se encuentran en esta situación. Por otro lado, las autoridades solicitaron las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona.
Asimismo, sus allegados pidieron ayuda ciudadana para que se sumaran a las batidas e incluso realizaron dos actos de protesta en Santa Fe, donde residía el desaparecido, para pedir más colaboración policial. El primer acto fue algo más improvisado, pero el segundo contó también con miembros del ayuntamiento del pueblo, familiares y vecinos. Allí alertaron de que le habían borrado la fotografía de su perfil de Whatsapp. El alcalde santaferino, Juan Cobo, se dirigió directamente al Ministerio del Interior para pedirle que la investigación goce de «prioridad» ante el sufrimiento de los que lo conocen. «Son casos complejos que requieren paciencia, pero la familia está sufriendo. Esperemos que tenga un buen final», expresó.
Preguntada por qué hipótesis tienen de qué pudo ocurrirle, Carmen cree que él no se hubiera ido nunca por voluntad propia. «Sus tres hijas eran su vida y no las habría dejado. Siempre ha sido un hombre familiar y querido por todos», insiste. La familia le ha dado mil vueltas y solo recuerdan una historia que podría estar relacionada. La madre nombra un incidente ocurrido hace un año. «Un amigo suyo tuvo una pelea. Gonzalo estaba con él cuando ocurrió, pero me juró que no se metió. A partir de entonces comenzaron a amenazar a mi hijo, con el tiempo cada vez más. No sabemos si aquello tuvo algo que ver», explica.
Carmen no vive desde aquel 7 de diciembre. «Respiro y como porque no queda más remedio, pero estoy encerrada en mi casa por si viene y no me encuentra. Estamos destrozados. ¿Está vivo, muerto o secuestrado? Es un sinvivir. Soy su madre y mi casa era su refugio, aquí desayunaba, comía, le lavaba la ropa. No hay derecho», apostilla. Las tres hijas de Gonzalo, de 11, 5 y 2 años, sufren su ausencia. «Él estaba feliz con todos nosotros», añade.
Su hijo, dice, solía tener «muchos gastos», por lo que siempre ha sido «trabajador». También le pagaba a su abuela el alquiler de un piso y el sueldo de una persona encargada de cuidarla. «Se preocupaba por todos», recalca Carmen. «Me pesa mucho. Estoy enferma y esto me ha matado del todo. Su cuarto huele a él, a su perfume. Eran tan presumido y pulcro», recuerda.
La familia pide a la Guardia Civil que no olvide el caso. También le pide a los ciudadanos «que se fijen muy bien», por si lo vieran en algún sitio. Gonzalo Manuel Maya Cortés mide 1,78 y pesa unos 70 kilos. Tiene el pelo y la barba negros, ojos verdes, piel morena y tatuajes en ambos brazos. Carmen, que cree en la Iglesia Evangélica, reza cada noche por volverlo a ver. Y no pierde la esperanza, porque sin ella no le quedaría nada por lo que seguir despertándose cada día.
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