Colombia es un país al otro lado del Charco tan lejano y tan cercano que es dos veces y media casi más grande que la vieja piel de toro hispánica. En ella han recalado Dani, Marga y Nicolás, tres colombianos granadinos que comparten su sueño ... de verano o mejor, su memoria y recuerdos. Dani y Nicolás son bogotanos, aunque también se les conoce como rolos o cachacos. En Bogotá, la capital colombiana el plan de verano va a ser diferente al de Marga, cuya localidad, Cúcuta, ofrece un clima completamente dispar. Si en Bogotá se busca el clima más veraniego en Cúcuta se busca el fresquito. «Todo el año es verano en Cúcuta, mi ciudad», comparte Marga. Eso sí, en los tres casos, todos ellos colombianos de interior, el verano es la gran excusa para buscar el mar. Ya sea el océano Pacífico o el deseo tropical del Caribe.
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Los bogotanos como Dani y Nicolás recuerdan que el verano está lleno de actividades. «En la ciudad hay un festival de verano enorme en todos los parques y plazas. Hay conciertos y eventos deportivos y culturales. Hay que tener en cuenta, explican, que Bogotá es una ciudad fría y se puede salir de día, no como en Granada. Hace una media de 24 grados. Es un clima benigno, templadito».
Las opciones para dejar Bogotá en verano, cuando las vacaciones, son varias. «Cuando acababa la Universidad me iba con mis amigos de viaje o a la casa de campo de la familia, en un pueblo Fusagasugá»;recuerda Dani. «Con los amigos íbamos a Cali o a conocer Medellín. O a conocer el Pacífico. Es guapísimo, pero el agua está congelada. El plan en la playa no es muy diferente al de Granada. De día, playa. De noche piscina y barbacoa o recorrer los bares. Eso sí, se baila en todos los bares, vallenato, salsa, merengue, reguetón. Aquí los bares son de sentarte y beber, pero allá son de bailar, todos bailan».
Marga lo deja claro. «Siempre estamos en verano, Cúcuta es el eterno verano, así que el plan principal es ir al río Peralonso, en el corregimiento de Cornejo. Estamos a 15 horas de la playa. La más próxima está en Venezuela, la playa de Chichirivichi, a ocho horas en coche». En el río, de niños, Marga recuerda los paseos familiares, «y se cocina el plato típico colombiano, el sancocho. Se va preparando el plato con la carne, la gallina, el maíz, la yuca se hacen los fuegos junto al río y ahí se cocina y luego lo comemos todos juntos».
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Cuando aparece la juventud, entran ganas de playa. Marga recuerda que no vio el mar por primera vez hasta los 13 años. «El Caribe. ¡Buah! Fue genial. Fue maravilloso, una sensación única. Me acuerdo perfectamente de las imágenes entrando al castillo de San Felipe, en Cartagena de Indias». También atesora dos recuerdos más del verano en Colombia. «El reencuentro con los amigos que vuelven tras acabar el curso en la Universidad», y la búsqueda de climas más fresquitos. «Que nosotros al ser de tierra caliente anhelábamos en vacaciones temperaturas frescas».
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