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Inés Gallastegui
Granada
Lunes, 7 de octubre 2024, 00:04
Este año se cumplen 25 de la constitución del Grupo de Investigación de Ingeniería Tisular de la Universidad de Granada (UGR). Un puñado de médicos comenzaron a indagar en esta disciplina fascinados por un artículo que se publicó en 'Science' en 1993 y que supuso ... un «cambio de paradigma», asegura Antonio Campos, catedrático de Histología, director del grupo y hoy profesor emérito: si hasta aquel momento la Medicina siempre había considerado que los tejidos del cuerpo humano se formaban durante el desarrollo embrionario, la Ingeniería Tisular impulsa su fabricación a partir de células humanas, plásticos y otros biomateriales.
Un cuarto de siglo después, el equipo está formado por veinte personas, entre médicos, biólogos, químicos, biotecnólogos, farmacéuticos y odontólogos, y se ha convertido en el referente de esta área científica en España y, en algunos aspectos, también en Europa. Así, la Facultad de Medicina de Granada fue la primera en incorporar a su plan de estudios esa asignatura.
Entre los hitos que han logrado en estos años se encuentra la aprobación de la piel artificial que 'inventaron' en 2016 como medicamento de uso consolidado en hospitales con unidades de grandes quemados por parte de la Agencia Española del Medicamento.
Además, han sido pioneros en toda Europa en finalizar con éxito un ensayo clínico de córnea artificial que ha ayudado a mejorar la visión y la vida a personas con graves enfermedades oculares.
Uno de sus últimos retos fue la implantación de un paladar artificial a una bebé con una malformación congénita, fisura labiopalatina. Fue la primera en todo el continente.
Tanto Antonio Campos, director del grupo de investigación, como Miguel Alaminos, catedrático de Histología que actualmente ejerce de forma más directa el liderazgo de la investigación, resaltan que una de sus obsesiones en todos estos años ha sido que sus hallazgos se llevasen a la práctica, es decir, que llegasen a aquellos pacientes que los necesitaban. Para ello ha sido fundamental la participación de la agencia andaluza para la aplicación de terapias avanzadas –llamada IATAantes y Radytta en la actualidad–, responsable de poner en contacto a investigadores con clínicos para que los descubrimientos innovadores lleguen cuanto antes a los pacientes.
Sin embargo, se trata de un proceso lento, ya que los ensayos clínicos deben demostrar no solo la utilidad, calidad y seguridad de los tejidos desarrollados –como ocurre con los fármacos químicos–, sino su estabilidad en el tiempo, la ausencia de virus, ya que se trata de tejidos 'vivos', o sus propiedades biomecánicas, por ejemplo la transparencia, en el caso de la córnea, y la flexibilidad, en el de la piel.
Como ejemplo, Antonio Campos recuerda que el primer trabajo sobre córnea artificial se realizó en 2006, pero el resultado no llegó al primer paciente hasta 2014, cuando se inició el ensayo clínico. Además, el hecho de que se trate de pacientes con problemas muy específicos ralentiza el desarrollo de los ensayos destinados a probar la calidad y seguridad de estos tejidos, ya que es necesario reunir a un cierto número de sujetos hasta completar los test.
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