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Guardia Civil y Bomberos de Granada en la zona el día que amenazó con explotar el bloque. En las imágenes de la derecha, la vivienda en marzo de 2024 y el domicilio en la actualidad. Ramón L. Pérez/L.Velasco
«Tenemos pánico de que vuelva; si no llega a ser por la Guardia Civil hubiéramos explotado todos»
Un año del atrincheramiento en Las Gabias

«Tenemos pánico de que vuelva; si no llega a ser por la Guardia Civil hubiéramos explotado todos»

Se cumple un año del atrincheramiento de un hombre en Las Gabias, cuyas acciones causaron un «roto económico» en la comunidad de vecinos

Laura Velasco

Granada

Jueves, 3 de abril 2025

Las vistas desde el bloque son envidiables. Lo rodea un manto verde de hierba -por allí pasean varias personas con sus mascotas- y, al fondo, se divisa la ciudad, Granada. Se respira tranquilidad y reina el silencio. Curiosamente, cualquiera que pasara por allí hace un año apenas se percataba del paisaje; el foco de atención estaba en el propio edificio. Allí se atrincheró un hombre durante ocho horas y amenazó con hacerlo explotar. Previamente, los vecinos habían interpuesto unas 40 denuncias contra él por hacerles, decían, la vida imposible. Un año después del suceso que atrajo todas las miradas hacia Las Gabias, los inquilinos hacen balance: «Seguimos con miedo de que vuelva; si no llega a ser por la Guardia Civil hubiéramos explotado todos».

IDEAL ha visitado el edificio, donde prima la más absoluta normalidad. La convivencia volvió a ser la que era y todos coinciden en que, por fin, viven tranquilos. Sin embargo, aquel episodio fue demasiado traumático como para dejarlo atrás. Aún no se ha celebrado ningún juicio y el hombre, que en su día estuvo internado en un hospital, salió tiempo después. Actualmente tiene vigente una orden de alejamiento de los vecinos. Ellos sienten «pánico» de que regrese a molestarlos. «Que sepamos, no ha vuelto por aquí», cuenta un residente. «Fue muy fuerte lo que vivimos», añade cabizbajo. Según ha podido saber este periódico, el domicilio en el que vivía el individuo ha sido vendido.

Por otro lado, los vecinos han tenido que desembolsar «miles de euros» por los daños materiales que sufrieron. Lo han hecho tanto a nivel individual, reponiendo, por ejemplo, los neumáticos rajados de sus coches; y a nivel grupal, por los perjuicios en las instalaciones. La cuota de la comunidad subió para hacer frente al arreglo de barandas, puertas o sistemas de acceso, así como para instalar en su día cámaras de seguridad en distintos puntos. «Rompió con un martillo el sistema de apertura de la puerta, que funciona con código, el mismo día de su instalación; costaba mil euros», indica el presidente de la comunidad, que precisa que aún les quedan reparaciones por completar.

«Me vienen esos recuerdos»

Aquellas situaciones y, sobre todo, el día del atrincheramiento, hizo mella en los inquilinos. «Cada vez que escucho un ruido extraño me vienen esos recuerdos», admite una de ellas, Laura. Cuando ve a algún desconocido cuyas características se asimilan a las de él, echa a temblar. «A veces tengo el presentimiento de que algún día me lo encontraré, porque una persona que ha tenido ese comportamiento tan obsesivo con una comunidad puede acabar volviendo», lamenta.

Estuvo dos meses saliendo de casa asustada por si él la atacaba -roció a su padre con espray de pimienta-, y pendiente de las cámaras de seguridad. Recientemente, su padre tenía un acto de conciliación con el susodicho, pero este no se presentó. Además, suscribe que el «roto económico» que causó en la comunidad ha sido «brutal», con una pérdida de la que aún se están recuperando.

En general, los diversos vecinos entrevistados hablan de «miedo» e incluso «pánico» cuando se refieren a aquellos días. Fueron unas 40 las denuncias que presentaron contra él por agresiones, amenazas y destrozos tanto en vehículos particulares como en zonas comunes. Un día, la puerta de la vivienda del individuo apareció pintada de rojo y con un mensaje amenazante pero incoherente hacia el resto de los miembros de esta comunidad de propietarios.

Una de las cosas que más les aterraba era la acumulación de bombonas de butano en el interior y el exterior de la vivienda. Esa preocupación se materializó el pasado 20 de marzo de 2024, cuando el hombre se atrincheró y amenazó con volar la urbanización con las bombonas de butano que guardaba. La Guardia Civil agotó todas las vías de negociación hasta que finalmente accedió a la vivienda y detuvo al hombre tras ocho horas de tensión.

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