Celador agredido en Armilla

«Pensé que saldría en camilla al hospital o directo al cementerio»

IDEAL ha podido hablar con M. A. C., que ahora se recupera de los golpes. El más duro, sin duda, el psicológico. «Me da por pensar en cuál hubiera sido el resultado si me llega a tirar al suelo y empieza a darme patadas. Era muy corpulento», asegura. Los hechos sucedieron el sábado sobre las 12.00 horas, cuando se encontraba en el servicio de admisión de Urgencias. Entró un muchacho pidiendo ayuda para su hermano, que se encontraba fuera sin mascarilla. M. A. C le instó a que accediese e introdujese la tarjeta sanitaria en el lector para poder gestionar su atención.

«Yo estaba cogiendo una mascarilla para que se la diera a su hermano. Además, como no llevaba la tarjeta sanitaria, le estaba explicando cómo tenía que meter su DNI, que con eso también valía. Empezaron a dar voces y a pedir que lo atendiéramos ya», explica el celador conductor. Sin tomarle los datos no podían darle asistencia, pero no entraba en razón.

Las voces se intensificaron y M. A. C les pidió que no gritaran e insistió en que metieran el DNI en el lector, sin éxito. «Les dije que si no paraban de dar voces tendría que llamar a la Policía y el muchacho que estaba fuera, el paciente, me llamó hijo de puta y me amenazó con matarme», añade. Fue entonces cuando el individuo saltó al interior del mostrador, le arrinconó contra la pared y comenzaron los puñetazos. «Solo me dio tiempo a protegerme la cara», afirma. El hermano del agresor y un compañero del centro de salud intentaron llevárselo, pero fue difícil. Finalmente llegó la Guardia Civil y le tomaron los datos, aunque no fue detenido.

M. A. C se encuentra dolorido. Los puñetazos le dieron cerca del ojo, en la oreja -perdió un pendiente-, el cuello y el hombro, que se llevó la peor parte. Lo tiene inflamado y con arañazos. Cada día que pasa le da más vueltas a lo sucedido. Podía haber sido mucho peor. Este martes vuelve a trabajar, no se ha dado de baja. «Si lo dejo y lo afronto más tarde puedo coger miedo, quiero empezar ya. Además, los pacientes no pueden pagar lo que ha hecho él», admite.

Es la primera vez que le pegan en su puesto de trabajo, pero no la primera vez que le insultan. Estos trabajadores, por desgracia, tienen normalizadas las amenazas. M. A. C lamenta que los pacientes pagan con ellos «su frustración por las demoras». «Muchos se creen que tienen muchos derechos y ningún deber», admite.

El celador interpuso una denuncia ante la Benemérita el sábado por la tarde, pero es consciente de que las consecuencias no serán tan graves como si el afectado fuese un médico, ya que los celadores no están considerados autoridad. «He visto sentencias en otras comunidades donde el juez sí lo considera, así que habrá que esperar», apostilla. Mientras, volverá a su puesto de trabajo con la esperanza de dejar pronto atrás esta pesadilla.

Se trata del segundo ataque a un celador que se ha producido en el centro de salud de Armilla en apenas dos semanas. En el primer caso, el agresor le propinó un puñetazo en la cabeza al celador cuando estaba de espaldas. En esa ocasión sí estaba el vigilante de seguridad -trabaja de lunes a viernes- e intervino.

El Ayuntamiento de Armilla ha mostrado su absoluto rechazo por el suceso y ha condenado la agresión. Además, el próximo jueves a las 11.00 horas se celebrará a las puertas de este centro de salud una concentración de repulsa por parte de la Junta de Personal del Distrito Sanitario Granada Metropolitano.