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El próximo 10 de febrero, la asociación de vecinos Bajo Albayzin hubiera cumplido 20 años. No llegarán a soplar las velas: la directiva ha decidido ... disolver el colectivo que contribuyó a visibilizar los problemas de un barrio que nada tiene que ver con aquel en el que empezaron a trabajar en el año 2000. Por entonces quedaba todavía algo del laberinto de paredes blancas que conformaba un pequeño pueblo dentro de la capital en el que los vecinos convivían en familia. Ahora, denuncian en un último hálito, va camino de convertirse en un resort de apartamentos turísticos que ha alejado a los albaicineros del que fue su barrio. Esta despoblación es uno de los motivos del 'cierre'.
En la sede de la asociación, una oficina con tres departamentos en el centro cultural El Gallo, ayer hacían recuento de fotos, libros, documentos, cuadernos de contabilidad y socios... Apoyado sobre una pared, el busto de cartón piedra que acompañó a los vecinos en las movilizaciones para reabrir el Museo Arqueológico. Con unas tijeras, Manuel Navarro, quien fuera impulsor del colectivo vecinal, hacía las veces de máquina destructora de viejos folios y discos. Lola Boloix, la presidenta de la asociación, relataba escenas de vecinos «hechos polvo» al despedirse de la zona. Las casas son un bien cotizado entre los promotores de los apartamentos que, como un virus en expansión, se instalan tras las fachadas encaladas. Ya no hay caras conocidas en las calles del Albaicín. Tampoco tiendas: como ejemplifica Lola, uno podría ir desde el Arco de las Pesas hasta la calle Elvira sin encontrar un sólo comercio. Al anochecer, los callejones quedan en penumbra porque no quedan bajos abiertos.
LOLA BOLOIX
Lo que en su día fue un vecindario práctico pese a sus empinadas calles es ahora un lugar hostil, en cierto modo, para el día a día. Es la pescadilla que se muerde la cola: los albaicineros se van porque el barrio ya no es cómodo, y se hace más incómodo conforme se marchan y su lugar lo ocupan los hospedajes para turistas. «Cerramos porque ya no son las mismas circunstancias, hay que empezar de nuevo con un tema de calado que es el de los apartamentos turísticos. ¿Qué parte del Albaicín van a disfrutar sus vecinos? Porque ahora son más importantes los turistas que ellos», se cuestiona Boloix. Es una pregunta retórica.
La asociación llegó a contar con 500 miembros;ahora suma una treintena. Nació, con Manuel como presidente, de la fusión de otras tres asociaciones. Al inicio del nuevo milenio había una asociación mayoritaria, centrada en la zona alta del Albaicín, y varias agrupaciones en el entorno de la calle Elvira y Plaza Nueva. Navarro fusionó estas últimas.
Desde entonces, Bajo Albayzín ha peleado por dar visibilidad a la 'otra realidad' del barrio;la que no aparece en las postales. Movilizaron a 3.000 personas en una manifestación para advertir sobre la inseguridad, lo que contribuyó a que las calles volvieran a ser transitables al caer la noche. Incidieron en la plaga de las pintadas, contra las que se empezaron a instalar videocámaras. Advirtieron de la necesidad de rehabilitar las viviendas.
En su web y redes sociales han difundido las imágenes de solares en peligro de incendio, empedrados levantados y llenos de matojos, botellones con vistas a la Alhambra, muebles viejos a las puertas de las casas, el tren turístico atascado en las callejuelas, los carteles y escaparates que ensuciaban las panorámicas tradicionales de la ciudad... Sus perfiles comenzaron a apagarse hace un año, como desaparecieron mucho antes los boletines de noticias. En la biblioteca quedarán los anuarios en los que la asociación ha guardado la memoria de sus calles a través de escritos, fotos o recortes de prensa.
Al margen de la actividad reivindicativa, Bajo Albayzín ha participado en la edición de libros como 'El Albaicín contado por sus mujeres' o 'El Albaicín, inspiración de pintores'. Como explica Boloix, uno de sus ejes de trabajo ha sido la cultura, como las sesiones de flamenco en el Carmen de la Victoria «para que la gente conozca el baile de las cuevas, algo muy específico de Granada que hay que apoyar», con la ayuda de Curro Albaicín.
Hace mes y medio, la placeta junto a la sede de la asociación quedó bautizada bajo el nombre de la escritora e historiadora Antonina Rodrigo.Este reconocimiento tiene un alto valor simbólico para Boloix, que pensaba que ya no podría lograr el agradecimiento en vida para la ilustre albaicinera. Es un broche de oro a la historia de Bajo Albayzín.
En otra época, cuando se consideraba «un barrio de pobres», los vecinos se volcaban en la vida colectiva: limpiaban, encalaban las casas, lo ponían 'guapo' para las fiestas, arrancaban las malas hierbas... Estas estampas conformaban un contexto muy distinto al que envuelve la despedida de la asociación, que llega unos meses antes de que el Albaicín festeje su 25 aniversario en el catálogo del patrimonio Unesco.
En breve, Bajo Albayzín desaparecerá. El local que ocupaban en El Gallo está prácticamente vacío –quedan apenas las cajas que contienen las fotos de antiguos concursos– y lo pondrán a disposición del Ayuntamiento. No han cursado la petición para formar parte de las juntas municipales de distrito una vez comience el curso político. Quedarán otras cinco para dar voz a los residentes, pero se pierde un buen trozo en la historia del movimiento vecinal en el Albaicín.
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