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Los trabajadores de los centros de protección de menores se sienten desprotegidos. Tras este paradójico juego de palabras se oculta un problema delicado y casi tabú: el incremento de la llegada de adolescentes provenientes del norte de África está tensando al máximo las costuras del sistema. Todo el mundo lo comenta, pero en voz baja. Temen ser acusados de racistas si se quejan. Esa cautela es lógica, porque siempre hay grupos xenófobos de extrema derecha dispuestos a aprovecharse de este tipo de crisis.
Pero también es cierto que el personal de los centros de protección ya no puede más. Una buena parte de los chavales que desembarcan en Andalucía tras atravesar el Estrecho ya eran 'niños de la calle' en su país de origen, que, en la mayoría de los casos, es Marruecos. Eso quiere decir que se fueron de sus casas, si es que las tenían, con siete u ocho años, y han sobrevivido a la intemperie hasta cumplir los catorce o los quince, que es la edad con la que se suelen meter en los bajos de un camión o en una patera para dejar atrás África.
Salir adelante en la calle en su país no es gratis. Tienen que hacer de todo. Así que cuando cruzan hacia España ya han perdido todas las batallas. Se ponen hasta arriba de disolventes, marihuana y alcohol, y usan la violencia casi como una forma de relacionarse. Se revuelven contra los educadores, las fuerzas de seguridad y hasta contra ellos mismos. Y los centros de protección, dicen los afectados, no están preparados para atender a esos chicos. «El modelo actual no sirve para esos niños. Está superado. Hace falta otra cosa. Los chavales llegan en unas condiciones físicas y psicológicas lamentables: adicción a las drogas, problemas mentales, delincuencia... Un muchacho en esas circunstancias no va a aceptar horarios ni autoridad ni nada. Así que la gran mayoría acaba cometiendo delitos graves y son encerrados en centros de internamiento para menores infractores», explica un jurista que trabaja con los llamados 'menores no acompañados'.
Esta semana, sin ir más lejos, los dos juzgados de Menores que existen en la provincia y el Grupo de Menores de la Policía Nacional (Grume) han detenido, encerrado provisionalmente o condenado a internamiento a catorce 'niños de la calle' de un mismo centro de protección de Granada. Y en sólo tres días.
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