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Se le oye caminar entre las aneas, al borde de la laguna, hasta que deja ver su plumaje azul oscuro, con iridaciones púrpura y su poderoso pico cónico de un intenso color rojo, que asciende hacia la parte superior de la cabeza a modo de ... escudete. Con una de sus patas, pisa los tallos de las aneas para cortarlas con el pico. Es la imagen de un calamón en el humedal de la Charca de Suárez de Motril, donde esta especie, buscada por ornitólogos y fotógrafos de naturaleza de todo el mundo y que estuvo a punto de extinguirse hace solo una década, ha encontrado en la costa granadina un lugar donde reproducirse y sobrevivir.
El calamón, Porphyrio porphyrio, es una de las aves singulares que de forma regular habitan en la provincia de Granada y que recoge el Anuario Ornitológico de Granada del año 2019, elaborado por un grupo de especialistas coordinados por Juan Pérez Contreras y José María González Cachinero. El censo de aves observadas en la provincia de Granada a lo largo del pasado año asciende a 266 especies, una cifra que supone batir el récord de avistamientos, ya que en años anteriores las cifras oscilaron entre 250 y 255. Este incremento, según Juan Pérez, no solo se puede achacar a una mayor presencia real de especies, ya que también hay que contar con que cada vez hay más personas cualificadas para realizar observaciones fiables y que, mediante las redes sociales, es posible comunicar con rapidez determinados avistamientos para que puedan ser confirmados por ornitólogos en caso de que los hagan personas no especializadas, además de un mayor esfuerzo por parte de quienes colaboran en el Anuario.
La mayoría de las especies de avifauna observadas durante 2019 se corresponden con las mismas que ya se habían detectado en censos anteriores, pero en este último año «los incrementos en números totales se deben en gran medida a las rarezas, aves accidentales cuya observación es totalmente imprevisible. Pero también a causa de movimientos de aves tras alteraciones ambientales pasajeras como fuertes temporales, olas de calor, etcétera», afirma Juan Pérez, para quien está claro que los efectos de las alteraciones climáticas también han cambiado el comportamiento y la fenología de especies que han aumentado sus zonas de cría porque, al disminuir el frío, ahora encuentran ambientes adecuados para reproducirse a mayor altitud. Se ha constatado que algunas especies migratorias ya no se marchan en su totalidad y algunos individuos se mantienen en Granada en lugar de migrar a sus puntos habituales de invernada.
Durante el pasado año ha destacado la cita de un individuo de avetoro, una especie escasísima y muy difícil de ver, que pudo ser fotografiada por primera vez en Granada por el fotógrafo de naturaleza, Francisco Camacho. Esta observación se ha podido hacer gracias a la instalación de un observatorio en la cola del pantano de Cubillas, habilitado recientemente por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
Algunas especies han consolidado sus poblaciones reproductoras en la provincia, como el aguilucho lagunero occidental, habitual ya en los muchos humedales de la provincia y se ha constatado su reproducción en el entorno de la Charca de Suárez, por primera vez en 2019. Otra especie que consolida su presencia en la costa fuera del período de cría es el cormorán moñudo, tras la expansión de sus poblaciones reproductoras mediterráneas y la instalación de nuevas colonias en la costa de Murcia. En cambio otras especies que se encontraban en situación de grave amenaza de sus ecosistemas, se mantienen a duras penas, como el chorlitejo patinegro, para el que se acotó una zona de cría en la playa de Carchuna, y otras que solo arrojan citas únicas o muy puntuales, como la alondra ricotí o el alzacola rojizo.
A lo largo de 2019 se han producido observaciones de aves consideradas raras, ocasionales e imprevisibles, como un porrón bastardo observado por primera vez en Granada en el humedal de Padul, un carricero agrícola fotografiado en Salobreña y una serreta mediana observada desde la playa de Carchuna tras una serie de fuertes temporales.
Pero una mayor cantidad de aves observadas no es sinónimo de la mejora de ecosistemas más allá de las áreas protegidas. «La protección ambiental en Granada y la concienciación no creo que a día de hoy expliquen la riqueza específica de las observaciones de aves. No ha habido cambios significativos en la provincia en cuanto a mejorar los ecosistemas, incluso se podría decir de modo general que la calidad de los ecosistemas está muy en entredicho, más allá de las zonas oficialmente protegidas. Sólo hace falta echar un vistazo a los hábitats de estepa que estamos perdiendo, lo poco que nos queda de litoral natural, y otros muchos», afirma el coordinador del Anuario Ornitológico, para quien «las cifras podrían ser engañosas pues más cantidad no significa necesariamente más calidad».
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