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En el año 1996, José Fernández Peralta comenzó a regentar un bar en la calle San Cristóbal de Huéscar. Se convertía así en la tercera generación de dueños de este establecimiento con solera.
Cuando José, conocido de forma cariñosa como Pepillo, cogió las riendas del negocio solo cambió tres cosas: sus tapas, le añadió un '2' al letrero del local -que no se ha cambiado desde hace décadas- y lo convirtió, poco a poco, en un templo madridista. Un museo viviente del Real Madrid.
«Tengo documentos que se remontan a los años 50». Aquí se puede observar un póster de Cristiano Ronaldo que en Navidad lo visten de Papá Noel, una camiseta merengue firmada por jugadores como Raúl González o Ronaldo Nazario e incluso las servilletas están serigrafiadas con el nombre del bar junto al escudo del Real Madrid.
Un bar en el que llegó a estar Emilio Butragueño, cuando acudió a Huéscar el 1 de febrero de 2013 cuando acudió al municipio para inaugurar la Peña Madridista 'Ciudad de Huéscar'. Y, obviamente, tenía que pasar por el Pepillo 2.
«Cuando nos ponemos a limpiar la decoración del bar mi mujer se pone negra porque hay muchísimas cosas. Calculo que más de 100 objetos. De hecho, cuando descolgamos la decoración de las paredes hago fotografías para que todo quede igual después, porque de lo contrario no hay manera de volver a encajarlo todo», afirma Pepillo con orgullo.
Entre toda la decoración madridista que hay en este rincón se pueden apreciar dos fotografías que llaman la atención. En las dos imágenes aparece Pepillo. En una caracterizado como Ancelloti -no falta detalle de su ceja elevada- y en otra disfrazado como José Mourinho.
Además, se pueden leer carteles como «No hay wifi, hay cerveza que facilita la comunicación» o «esta puerta es corredera, córreme para abrirme».
José Fernández destaca a Ideal uno de los momentos que recuerda con más cariño en su devoción como merengue. «Mi hijo me regaló unas entradas para ir a ver el Real Madrid en Champions League. Fue el partido de la remontada contra el Paris Saint-Germain. Nunca voy a olvidar ese día», relata con ímpetu.
Pero lo que sí le genera un sentimiento especial a este hostelero del norte de la provincia de Granada es el recuerdo de su padre. «Tengo imágenes de los años 70, cuando mi padre jugada en el equipo de Huéscar. Después fundó el primer equipo femenino que existió en el pueblo. Una acción que recibió críticas por parte de muchos vecinos», ahora los tiempos han cambiado. Fue un pionero.
Pepe Fernández destaca del bar sus famosas alpargatas. Se trata de una tosta de pan con tomate restregado y jamón por encima. Todo ello se lleva al tostador. «La gente viene desde muchos puntos de Granada a comerlas y me dicen que son las más buenas que han probado». También presume de croquetas, sangría y vermut casero. Pero, sin duda, lo que lleva con más orgullo es su sentimiento merengue que siente en el alma. «Soy más madridista que Bernabéu». Un lugar para visitar, por lo menos, una vez en la vida.
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