![Rosa y Miriam muestran los productos que venden a diario.](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2023/04/04/Jabon%2001-k3hD-U1901070978018geD-758x531@Ideal.jpg)
![Rosa y Miriam muestran los productos que venden a diario.](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2023/04/04/Jabon%2001-k3hD-U1901070978018geD-758x531@Ideal.jpg)
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Bib Rambla tiene un jabón especialEl centro ocupacional de la calle Santa Adela es un bloque de tres pisos llenos de aulas y talleres gestionados por la Fundación Purísima Concepción-Asprogrades. Es todo bullicio. En unas amplias salas muy bien iluminadas, entra el sol de la mañana por unos amplios ... ventanales, se reúnen dieciocho personas con discapacidad intelectual. Se afanan en fabricar jabones. Se aplican con entusiasmo, se les ve contentos y felices.
No es el único taller este de jabón para el cuerpo. También hay otro organizado para fabricar jabón para la lavadora que aglutina a otras once personas más. En total, este centro ocupacional atiende a 29 personas. La entidad cuenta con seis centros de día ocupacionales para personas con discapacidad repartidos por la provincia. Todas las plazas son concertadas y acreditadas por la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación.
La Fundación Purísima Concepción nació en 1963 en Granada y tiene sesenta años de experiencia. Aquí está la clave que explica el éxito de su atención. Lo explica Germán Vizcaíno, coordinador de este centro ubicado en el Zaidín. «Damos atención integral a personas en su etapa laboral, que por su discapacidad intelectual, no pueden acceder a puestos de trabajo ordinarios o normalizados».
En efecto, «este tipo de centros ocupacionales tienen como principal objetivo la mejora de la autonomía personal y social de las personas que atendemos, habilitarles laboralmente y normalizar sus condiciones de vida». Y lo están consiguiendo. De momento, además de fabricar sus propios jabones, «los venden ellos mismos en la plaza Bib Rambla».
Los talleres de fabricación de jabones funcionan por tareas. Los monitores traen primeramente la glicerina y la cortan en pequeños bloques. Los usuarios los colocan en una bandeja y con paciencia los van haciendo trizas. Cuando han acabado con uno de estos pequeños bloques, se llevan a uno de los dos hornos microondas, donde se funden.
Este es uno de los trabajos más requeridos por los usuarios porque se les ve que les encanta comprobar cómo la glicerina se va derritiendo lentamente. De hecho, se quedan mirando fijamente a través de la ventanilla del horno, como si quisieran que quedara en un punto perfecto de gelatinosidad. Suena entonces la campanilla del temporizador del horno microondas. Con diligencia, abren la puerta y retiran con sumo cuidado la bandeja.
Llega otra de las fases más delicadas. Hay que verter el líquido en los moldes. Pero también, hay que añadir las esencias. Aparecen entonces los botes con la lavanda y el romero, la miel y la caléndula, el coco, el limón y la fresa que se combinan con la glicerina fundida en los respectivos moldes.
Queda, de momento, un paso más. Una vez reposados los jabones, se desmoldan y se envuelven con delicadeza en un papel trasparente que deja ver el producto con su potente colorido. Se le añade una etiqueta identificativa… y listo. Pero no. Ahora queda un paso más. De hecho, es el mejor, el que más le gusta a todos los usuarios de este lugar. Es la novedad y también es la ilusión de cada día. Se trata de salir del centro ocupacional y vender los jabones en uno de los kioscos de Bib Rambla.
El taller ocupacional de fabricación artesanal de jabones aromáticos es una innovación en sí misma que cuenta con un completo proceso de inclusión de sus usuarios en el mercado laboral. Es un camino lento que se recorre con mucho ánimo y que es todo un éxito.
Se entiende mejor con las propias palabras de los responsables de la Fundación Purísima Concepción-Asprogrades. «El objetivo es acompañar a nuestros usuarios en su proceso de inclusión, ofreciéndoles de manera global y permanente mediante la terapia ocupacional y el ajuste personal y social, los apoyos y las herramientas necesarias en cada caso, para su desarrollo físico, psicológico, social y cultural de la persona».
Cuando se alcanza el éxito, «les permite aplicar lo aprendido en su contexto más cercano y real para poder alcanzar una vida lo más autónoma y normalizada posible». Por eso es tan importante salir del taller ocupacional con los jabones que ellos mismos han fabricado y venderlos. Porque al cerrar este círculo, se cumple los objetivos que se buscan.
Los nervios empiezan en la parada del autobús. Tienen que subirse al 4, que une el Zaidín con La Chana. «Parece increíble lo bien que aprenden y se desenvuelven». Este proceso es más meticuloso si cabe que la propia fabricación de los jabones. «Todo está medido y controlado. Primero piden las llaves del kiosco y la tarjeta del autobús al conserje del centro ocupacional, otra persona con discapacidad intelectual». Comienza la aventura de cada día.
«Seguimos siempre el mismo camino hasta la parada del bus para que se lo aprendan. Van de dos en dos con el apoyo de una persona del centro». El aprendizaje continúa, porque tienen que saber en qué parada se bajan. En el bus, entonces, cuando emboca Gran Vía, dicen rápidamente: «Nos bajamos ya». Y van luego por Zacatín. Una vez en Bib Rambla, abren la portezuela del kiosco con las llaves y disponen los productos a su gusto».
Son felices cuando logran una venta. En esta jornada han triunfado. Han aparecido dos turistas alemanas que se han interesado por los jabones y se han llevado unos cuantos de recuerdo de Granada. Además, ellos mismos cobran, devuelven el cambio y apuntan lo que van vendiendo en un libreta. La apertura del kiosco inclusivo confirma que Bib Rambla tiene un jabón especial.
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