Bicicletas o barbarie
A MEDIA LUZ ·
«Es el momento perfecto para la puesta en marcha de un servicio municipal de bicicletas»ALEJANDRO PEDREGOSA
Sábado, 30 de junio 2018, 03:15
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A MEDIA LUZ ·
«Es el momento perfecto para la puesta en marcha de un servicio municipal de bicicletas»ALEJANDRO PEDREGOSA
Sábado, 30 de junio 2018, 03:15
Mi padre, desde que yo era un crío, puso mucho empeño en explicarme su particular visión de Granada. Según él, habitamos una ciudad dramáticamente polarizada, llena de grandes contrastes, donde todo se percibe (y se vive) de un modo radical. El verano y el invierno, ... la derecha y la izquierda, la pobreza y la opulencia, la cultura y la sinrazón, todo en Granada parece más verdadero, más sanguíneo, más hincado a la tierra. No soy yo tan fatalista como mi padre pero en estos días, cuando pienso en las bicis amarillas (o las grises, lo mismo da) y en su errática vida granadina, me digo que quizá mi padre no vaya tan descaminado.
Yo en cambio sí me equivoqué; hace unos meses, y ante la indignación general por el trato que algunos daban a las bicis, escribí aquí mismo un artículo de corte optimista donde animaba al personal a tener paciencia. La urbanidad, decía, es una fuerza centrípeta que más pronto que tarde asume a los bárbaros y acaba por civilizarlos. Hala, ya pueden ustedes reírse a gusto de mis dotes nigrománticas y, sobre todo, de mi ingenuidad. Lo más granadino en estos casos sería escurrir el bulto, exonerarnos de culpa y cargar contra las empresas de bicicletas (una de las cuales por cierto ha desaparecido del mapa). No voy a negar que la naturaleza del negocio alentó mis sospechas desde un principio y que tanto la calidad de las bicis como el sistema de aparcamiento dejaban bastante que desear. Pero todo eso ya no importa; las mismas bicicletas con idéntico sistema se han implantado en otras ciudades y el resultado no arroja el bochornoso espectáculo granadino de robos, pérdidas y defenestraciones. El argumento para largarse y retirar el servicio es incontestable, (¿qué bar aguantaría el robo diario de suministros y banquetas?). Habrá que vigilar no obstante que, en su retirada, las empresas devuelvan el dinero a los usuarios que ya han pagado por el servicio y que a día de hoy no encuentran una mísera bicicleta que llevarse a las piernas.
Parece claro que en este lamentable episodio la Granada bárbara, la oscura, ha vuelto a someter a su contraria, aquella que anhela tolerancia y civismo a pie de calle. No obstante, para los optimistas irredentos como yo se trata solo de una oportunidad perdida, un insignificante 'round' que no decide el destino final del combate. De hecho, es el momento perfecto para soltar el órdago: la puesta en marcha por parte del Ayuntamiento de un servicio municipal de bicicletas. Los cientos de granadinos que han integrado la bici en sus desplazamientos (saludables y no contaminantes) no pueden acabar siendo rehenes de sus vecinos más cafres. Hay que dar un paso al frente. Además, un servicio municipal supondría un magnífico espejo donde vernos las caras. ¿Seríamos capaces de tirar al río 'nuestras' propias bicicletas? ¿Se rebelaría el granadino medio contra el granadino cerril que roba y maltrata lo que es de todos? Bicicletas o barbarie. Más pronto que tarde habrá que decidir.
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