![Los botellones se extienden ya desde el centro hasta la periferia de Granada capital](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202103/28/media/cortadas/granada-tico-medina-U130966906270hVC-U1309585749462E-1248x770@Ideal-Ideal.jpg)
![Los botellones se extienden ya desde el centro hasta la periferia de Granada capital](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202103/28/media/cortadas/granada-tico-medina-U130966906270hVC-U1309585749462E-1248x770@Ideal-Ideal.jpg)
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No hubo que esperar al cierre de los bares: a las siete de la tarde del pasado viernes ya había botellones en Granada. La Policía Local detectó tres puntos de consumo de alcohol a esa hora, entre la veintena de servicios por este motivo que ... registró a lo largo de todo el fin de semana. La fiesta en la calle se dispersa por la ciudad, pese a las restricciones sanitarias, y llega a rincones como los terrenos abandonados en el Cerrillo de Maracena o la Fuente del Avellano, donde una chica de 16 años cayó desde una altura de cinco metros el pasado viernes.
El botellón no es solo una conducta reprobable por la coyuntura sanitaria: en Granada está prohibido desde 2009 por la ordenanza de la convivencia. En agosto de 2016, el Ayuntamiento cerró el 'botellódromo', el último rincón de la ciudad –valga la expresión para un recinto de nueve mil metros cuadrados– en el que estaba permitido beber, el espacio que recorrió periódicos y telediarios de todo el país por convocatorias masivas como la fiesta de la primavera. Las quedadas callejeras se dispersaron entonces por toda la capital, sin dejar imágenes, eso sí, equiparables a las de décadas atrás, cuando puntos como la Glorieta de Arabial, el Campo del Príncipe o el Paseo de los Tristes se transformaban en macrodiscotecas en plena calle durante los fines de semana.
Por entonces eran polémicos el ruido y la suciedad. Ahora se trata, además, de una cuestión de salud. A las siete y dos minutos de la tarde ya había una docena de personas consumiendo alcohol en la vía pública en la calle Obispo Hurtado. Así figura en los datos remitidos por la Policía Local a IDEAL. En el informe aparecen 20 botellones identificados por toda la ciudad con hasta 60 congregados, y en puntos que hasta ahora no aparecían en los mapas de la fiesta ilegal en Granada.
Por ejemplo, en los terrenos del malogrado palacio del hielo, en el Cerrillo de Maracena, donde los agentes detectaron a 40 personas en la segunda concentración identificada en el fin de semana, cuatro minutos después de la localizada en Obispo Hurtado. Llama la atención esta zona: un espacio de difícil acceso, al borde de la ciudad y visible desde la autovía, lleno de descampados y con solo una caseta eléctrica abandonada, junto a la cual se suelen hacer hogueras.
El pasado jueves se celebró la Junta Local de Seguridad, presidida por la subdelegada del Gobierno, Inmaculada López Calahorro, y el concejal de Seguridad Ciudadana, César Díaz. El dispositivo acordado para evitar que la ciudad se desborde en este y el próximo fin de semana contempla la participación de Policía Local, Nacional y adscrita a la Junta de Andalucía.Cada cuerpo controlará una zona distinta. A los agentes municipales corresponderán los miradores y el casco histórico. La Policía Nacional patrullará por el entorno de Pedro Antonio de Alarcón. Prestarán especial atención a los botellones durante la tarde y fiestas en pisos una vez que cierren los bares, a las 22.30 horas. También a los aforos de locales en las zonas de marcha de la ciudad.
También hubo jóvenes «sin medidas de seguridad» –así aparece en el parte– en el parque Tico Medina. Aquí la situación no es achacable a la pandemia. Lo subraya Pilar Gilabert, portavoz de la asociación de vecinos Parque de las Ciencias.Llevan años denunciando las concentraciones para beber alcohol que se repiten no solo entre los jardines:la fiesta suele empezar en un descampado al otro lado del Genil, y luego los jóvenes se dispersan por el parque, dejando los desperdicios con los que suele amanecer el recinto los domingos. Los vecinos hablan de «un reguero de niños (aparentemente menores)con las botellas en peregrinación» y lamentan que «pueda acabar la cosa como lo que se liaba» en el botellódromo. Proponen cerrar el parque con vallas por la noche y piden al Ayuntamiento más medios de vigilancia y limpieza.
Hay quienes se cobijan en zonas de fácil salida, como el parque; otros prefieren las calles estrechas. Es el caso del callejón delBeso, escondido en el laberinto del Albaicín. El barrio sigue siendo el gran atractivo para los jóvenes, desde San Miguel Alto hasta el mirador del 'ojo'. La placeta de Liñán, la calle Zenete, Serrano, Cruz de Quirós, o El Beso son algunos de los lugares en los que hubo botellones durante el fin de semana. En puntos como la placeta de Liñán, la Policía detectó aglomeraciones en varios momentos entre el viernes y el domingo. Junto al Zenete, aljibe recién restaurado, llegó a haber «50 personas fumando marihuana».
Para el presidente de la asociación de vecinos del Albaicín, AntonioJiménez, estos datos son la constatación de un hecho: hay un problema de inseguridad y delincuencia. Critica a quienes creen que es una «percepción de los vecinos». A su juicio, el incremento de la presencia policial ha tenido como resultado la detección de estos problemas. Describe que entre las callejuelas no es difícil encontrar grupos de personas reunidos en cada esquina en los fines de semana. En el cerro de San Miguel, como pudo comprobar IDEAL, también siguen repitiéndose las concentraciones de jóvenes, tanto en el mirador como en el campo, pese a la vigilancia con drones.
No obstante, la mayor de las congregaciones tuvo lugar al otro lado de la colina, en la Fuente del Avellano. Allí, la Policía contabilizó a unas 60 personas en la tarde del sábado, después de recibir cuatro llamadas. Fue en este punto donde una chica de 16 años se precipitó desde una altura de cinco metros durante un botellón. Sufrió varias fracturas en la cara, lesiones en un ojo y un grave traumatismo craneal. Es la tercera caída que se registra en el mismo lugar en pocas semanas.
Según el informe del cuerpo municipal, las pandillas no entienden de toques de queda. El pasado viernes, Granada avanzó en su particular desescalada de la tercera ola. Los bares pudieron abrir hasta las 22.30 y el 'confinamiento nocturno' se retrasó hasta las 23 horas. Aún así, los policías localizaron varios botellones pasado ese límite. Por ejemplo, el viernes, en la calle Ángel, a las 23.26. Y unos minutos después en el entorno de la calle Padre Marcelino Álvarez –al límite de la ciudad, junto al viejo botellódromo–. El domingo había entre quince o veinte jóvenes, a las 23.34, en la calle Julio Verne, al lado del parque Rafael Fernández Piñar, en el Camino de Ronda.
Todo esto, en un fin de semana previo al buen tiempo y los festivos. El mapa no tiene nada que ver con las congregaciones de hace décadas, en las calles o en el botellódromo, pero muestra que mientras se regulan los horarios de aforos y bares y se restringen las reuniones sociales, la fiesta sigue en la calle. Y la incidencia del coronavirus enGranada dejó, hace semanas, de dibujar una curva descendente.
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