Emiliano Rodríguez sentado en el final de los tres toboganes del parque acuático Aquaola. Ramón L. Pérez

Se busca inversor para reflotar Aquaola como complejo turístico

Dos años después de su cierre, los dueños del recordado parque ofertan sus 40.500 metros para construir un recinto hotelero

Lunes, 2 de septiembre 2024, 00:03

En 1986 solo existían tres parques acuáticos en España. Deslizarse por los toboganes y saltar en las piscinas con olas artificiales era una actividad absolutamente novedosa para los niños de Europa y los únicos fabricantes de toboganes estaban en Suecia. En pleno boom turístico, Torremolinos ... abrió el camino con el primer parque acuático de Andalucía. A visitarlo fueron el arquitecto y promotor granadino Emiliano Rodríguez junto a su hermano y a otro amigo abogado «y nos ilusionamos». Un parque acuático era el proyecto empresarial perfecto para la finca de 258.000 metros cuadrados que acababan de comprar en Cenes de la Vega, entre los barrancos del Término y el de la Venta.

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Los empresarios granadinos se arriesgaron, eligieron los mejores 40.500 metros de la finca e idearon Aquaola, con el apoyo de otros socios minoritarios. «Nos entusiasmamos con la idea de reproducir el parque acuático de Torremolinos pero de forma mucho más natural, queríamos un parque integrado en la naturaleza, incluso con un río, en el que tuvieras que ir descubriendo las atracciones que se ocultaban en la montaña», rememora el todavía propietario de Aquaola, Emiliano Rodríguez.

Emiliano en las pistas blandas, el barco pirata de la zona infantil y la zona del río. Ramón L. Pérez

Los ochenta y noventa fueron años dorados. Hasta 55.000 visitantes pasaban por el parque, que siguió siendo un referente del ocio veraniego de los granadinos hasta 2022, cuando cerró sus puertas asfixiado por una crisis de rentabilidad que arrastraba desde hacía años y que se agudizó con la pandemia.

Dos años después del cierre, Emiliano Rodríguez abre las puertas de Aquaola para IDEAL y vuelve a recorrer las instalaciones, que este verano han sufrido actos vandálicos.

«Como empresa Aquaola nos ha dado muchas alegrías, era muy bonito y reconfortante ver a la gente disfrutar»

Emiliano Rodríguez

Socio de Aquaola

«Como empresa Aquaola nos ha dado muchas alegrías, era muy bonito y reconfortante ver a la gente disfrutar», rememora el empresario de ochenta años sentado en su rincón favorito del parque, la fresca sombra de un árbol situado sobre la atracción tubo negro. Era su 'puesto de mando' extraoficial, donde le gustaba disfrutar del bullicio y comprobar cómo los socorristas hacían su trabajo para que los bañistas no se atropellaran en los toboganes, que las normas de seguridad se cumplieran y que los únicos gritos fuesen de alegría.

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«Aquaola está ligado a los recuerdos de generaciones de granadinos», reflexiona. Precisamente ese romanticismo, y sobre todo la responsabilidad de preservar los empleos de la treintena de profesionales de la plantilla, les hizo resistirse al cierre incluso cuando dejó de ser rentable. La apertura de la autovía fue un bendición para Granada pero acercaba la playa gratis y no lo fue tanto para Aquaola, la crisis económica de 2008 que también redujo la afluencia y la subida del IVA, «estábamos en el grupo reducido del 8% y de repente nos pasaron al general», desató una crisis que golpeó la línea de flotación del parque acuático.

«En 2017 entramos en pérdidas y teníamos que poner dinero cada temporada pero no queríamos cerrar. Aguantamos más de la cuenta aún sabiendo que nos estábamos equivocando», asume el empresario ya jubilado. El verano de 2020 fue un desastre por la pandemia. «En 2021 seguimos aguantando por empeño pero hubo que asumir la realidad, no cabía pedir más esfuerzos económicos a los demás», apunta.

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La piscina de olas era el corazón de Aquaola. Ramón L. Pérez

La decisión del cierre se tomó con una máxima del buen empresario: «no dejar deudas ni a trabajadores, ni a Seguridad Social ni a Hacienda». «Es muy doloroso cerrar una empresa, pero no sé puede persistir en el error hay que dar soluciones y lo hemos hecho asumiendo las pérdidas», asegura.

Ahora, los propietarios sueñan con una vida para Aquaola, para lo que buscan inversor. La sociedad propietaria tiene en venta las instalaciones que cuentan con 40.500 metros cuadrados, con 20.702 en los que se puede construir.

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La calificación urbanística del suelo del parque –un pulmón verde, pinos y vegetación en la que están insertadas las atracciones– es de uso terciario especial lo permite un mar de posibilidades. Hay tantas como millones se quieran invertir. Se podría construir un hotel, una residencia de mayores, un gran camping o un complejo de apartamentos turísticos de alquiler (no de uso unitario). En este tiempo los propietarios han tenido reuniones con posibles inversores, que no han acabado de cuajar, e incluso tienen redactado el proyecto de un gran complejo turístico que están ofreciendo a través de agentes de negocios dentro y fuera de España. «El futuro lo decidirá el comprador. Las instalaciones las han visto inversores que dicen que son una joya, pero no es fácil invertir en Granada, es una cantidad alta. Si no se alcanza buscaremos otras soluciones», concluye.

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