Un alevín del Arenas celebra un gol con su familia. Blanca Rodríguez
El fin de semana después

Más cabeza y respeto en los campos de Granada

IDEAL acude a varios estadios durante la jornada de fútbol base en laprovincia para analizar la conducta de jugadores, cuerpos técnicos o público en partidos de alevines o cadetes

Sábado, 30 de noviembre 2024, 23:35

El despertador no perdona ni en fin de semana. Después de finalizar la jornada laboral del viernes, madrugar se ha convertido en la tradición del sábado y del domingo para las familias del deporte base. El fútbol no queda al margen. Toca desayunar, lavarse la ... cara y meter las botas de tacos en la mochila antes de poner rumbo al estadio.

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Las jóvenes promesas del balompié granadino no acuden solas a sus citas, sino que lo hacen acompañadas por hermanos, abuelos, 'titos' o padres. Una estampa familiar, en principio, que a menudo desemboca en situaciones de violencia completamente abominables. El fútbol de las categorías inferiores, en ocasiones, como sucedió el pasado fin de semana, presenta un lado oscuro con los familiares de los propios jugadores como protagonistas.

Se profieren insultos, comentarios machistas, agresiones... Actos denunciables desde las gradas que manchan la actividad de los niños. Así lo ven Jénnifer, Yolanda o Ainhoa, madres que ayer aguardaban al pitido inicial desde un sector del estadio Antonio Bailón de Peligros. «¡Vamos, chicos! A por todas», animaron tras echarse a la carretera desde Purullena a primera hora para apoyar a sus pequeños frente al Vandalia.

Forman parte del equipo cadete purullenero, compuesto por adolescentes de entre catorce y quince años. Una edad en la que ya están expuestos a la hostilidad del deporte rey. «No suele pasar nada, pero depende mucho del pueblo. Purullena tiene un ambiente tranquilo durante los partidos. A veces llegamos a preocuparnos por cómo íbamos a salir de ciertos campos», detallan.

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Las madres de los cadetes del Purullena. Blanca Rodríguez

Ambas aficiones viven de forma pausada el encuentro. Se jalea cada acción, así como los goles de uno y otro equipo. Siempre con comentarios positivos, algo que escasea en el mundo del fútbol. «Resulta fatal ver a padres gritar según qué cosas a unos niños que vienen a divertirse. Nosotras venimos únicamente a animar. A los nuestros y a los otros, porque los chicos tienen compañerismo y se perdonan las patadas. Está claro que los peores somos los adultos», confiesan.

El partido transcurre sin incidencias, con las indicaciones de los entrenadores como única banda sonora destacable. Gregorio, un padre de un futbolista del Vandalia, muestra su respeto a la labor de los profesionales. «No me gustan los líos. Cuando veo barullo entre las familias, me aparto y me aíslo en otro sector. Una vez vi a un árbitro llamar a la Guardia Civil para que se llevara a un padre de su asiento. Falta concienciación para generar un ambiente sano en el fútbol. Algo que sí ocurre en otros deportes», valora.

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Disfrutar

A varios kilómetros de allí, el estadio Miguel Prieto de la capital acoge un Granada Origen - Arenas de Armilla de alevines. A sus 10 años, los jugadores emocionan a sus familias con cada jugada. Junto al córner, un grupo de padres corrigen a sus niños, además de rebatir ciertas decisiones del colegiado, otro chaval menor de edad sobre el campo.

«A veces te sale de dentro dar indicaciones, pero para eso está su entrenador. Tienen que disfrutar y los padres debemos permitirlo con respeto para reducir la rivalidad tan tremenda que hay en este deporte. Los adultos tenemos que ser un ejemplo», aclara Joaquín, otro progenitor atento al partido. La teoría está clara. Tan solo queda aplicarla. Tras un fin de semana de incidentes, la jornada transcurre tranquila, con más cabeza y respeto a pie de campo.

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