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La calima vuelve a teñir este jueves de tonos ocres y amarillentos los cielos de la provincia de Granada, aunque esta vez con una fuerza mucho menor a la de la última oleada, provocada por la borrasca Celia y que acabó ofreciendo concentraciones de partículas en suspensión que pulverizaron todos los récords previos.
La presencia de nuevo de una masa de polvo sahariano en el aire de Granada se certifica ya en los datos del Índice Nacional de Calidad del Aire, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Los valores escalaron con fuerza durante la jornada del jueves, sobre todo en Motril, cuya calidad del aire se encontraba desde primeras horas de la mañana en situación «extremadamente desfavorable». La zona costera granadina, junto a las de Almería y parte de Málaga, son las que en esta ocasión se están viendo más afectadas por la acumulación de partículas de menos de 10 micras de diámetro (Pm10), que pueden llegar a poner en riesgo la salud humana.
Allí, por ejemplo, la concentración de estos materiales alcanzaba a las tres de la tarde los 313,69 microgramos por metro cúbico, un valor que multiplica por seis el máximo recomendado para preservar la salud humana, de acuerdo con los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las autoridades europeas y españolas. Pese a que la evolución en ese momento seguía siendo ascendente, crecía ya más despacio, lo que invita a pensar en que este nuevo episodio de calima en Granada no será tan virulento como el de hace diez días.
Pese a todo, la comparativa entre los datos de las tres de la tarde y los de la medianoche anterior deja a las claras el importante efecto de la calima sobre la calidad del aire. La concentración de partículas de polvo se multiplicó por 12 en ese período de tiempo en el caso de Motril, y entre por tres y por seis en las tres estaciones de la capital.
Los datos de concentración de Pm10 en la capital granadina, de acuerdo con esta misma fuente, eran sensiblemente más bajos que los registrados en Motril, y las tendencias hasta el cierre de la edición no parecían indicar que fuesen a alcanzarse las cotas registradas en esa ciudad. A diferencia de allí, donde el Ministerio para la Transición Ecológica calificaba la calidad del aire de «muy desfavorable», en Granada era en general «desfavorable».
Solo una de las tres estaciones de medición que hay en el entorno de la capital, en concreto la situada en la ciudad deportiva de Armilla, ofrecía a las tres de la tarde del jueves niveles de calidad del aire especialmente preocupantes, calificados de «muy desfavorables», ya que la media de los registros del día alcanzaba los 59,6 microgramos por metro cúbico tras alcanzar un pico en ese momento de 116,44.
Los valores más elevados de las otras dos estaciones, las situadas en el Palacio de Congresos de la capital y en la avenida Luis Miranda Dávalos, en la zona Norte, también superaban los niveles seguros para la salud tras alcanzar cotas de 89,53 y 93,53 microgramos por metro cúbico respectivamente. Las medias del conjunto del día, sin embargo, seguían por debajo del límite seguro para la salud, aunque es muy posible que ese valor se superase a lo largo del resto de la jornada.
En cualquier caso, las cifras parecían apuntar ya entonces a que esta nueva oleada de calima iba a ser mucho menos agresiva, al menos en términos de lluvia de barro, que la registrada hace apenas unos días.
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