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Si recorrer las calles empedradas del Albaicín ya es inspirador de por sí, detenerse en los detalles y leer entre líneas, puede llegar a ser una experiencia realmente enriquecedora. Cada rincón, cada plaza y cada fuente del barrio granadino esconde una historia, muchas veces real ... y otras tantas basadas en leyendas y fábulas populares.
En ocasiones, además, esas historias acaban dejando una impronta tan profunda, que acaban inspirando el nombre del rincón en cuestión. Es el caso de la famosa Calle del Beso, ubicada en el Bajo Albaicín, entre la Placeta de Porras y la Plaza de San Gregorio. Una calle que se recorre en un intenso suspiro.
Cualquier viandante que ataje por esta vía para subir a Carvajales, o que desemboque en ella dejándose llevar por la intuición, es susceptible de sorprenderse gratamente al reparar en el cartel que indica su nombre y de dejar volar su imaginación, evocando romances imposibles con desenlace trágico. Sin embargo, es otro tipo de amor el que inspiró su denominación, quedando grabado a fuego en la memoria de los granadinos y en un panel azulejado que relata esta enternecedora historia.
Cuenta la leyenda que, en los tiempos en los que esta vía aún conservaba el nombre del aristócrata Calle del Conde de Cabra, allá por el siglo XVIII; vivía en ella un joven matrimonio bendecido con una hermosa hija, a la que todos adoraban.
Una mañana, al despertar, la madre encontró el cuerpo sin vida de la pequeña sobre la cama. El horror se apoderó de ella y gritó hasta perder la voz, acudiendo a su llamada todo el vecindario. Todo el barrio lloró la muerte de la niña durante el velatorio, celebrado esa misma noche en la casa familiar, donde los padres buscaban consuelo entre los brazos inertes de su pequeña.
Tras una larga noche de duelo, el día empezó a asomar acercándose el irremediable momento de la despedida. Fue entonces cuando la madre, justo antes de cerrar el ataúd, se acercó a su hija para darle el último adiós con un beso desgarrador. Y entonces sucedió el milagro. Los ojos de la pequeña se abrieron lentamente, devolviendo también la vida a sus desesperados padres.
Los médicos achacaron el milagroso desenlace a un episodio de catalepsia. Sin embargo, entre los vecinos se extendió el rumor de que fue el beso de su madre el que la devolvió a la vida. Y tanto enraizó ese convencimiento en el Bajo Albaicín, que la calle Conde de Cabra pasó a llamarse la Calle del Beso.
Con el paso del tiempo, se ha ido generando todo un universo concentrado en apenas unos metros. Tanto es así, que existe una canción dedicada a esta calle, compuesta por Manuel de Molina (de Lole y Manuel).
En la calle, además, encontramos un alojamiento turístico llamado «La Casa del Beso», que cuenta con unas vistas impresionantes a la Alhambra y al barrio del Albaicín. Pocos lugares en este mundo pueden ser más oportunos para una escapada romántica.
Muy cerca de esta mítica calle, en la cuesta de las Arremangadas, se ubica un establecimiento hostelero con mucho encanto llamado la Taberna del Beso. Se trata de un pequeño barecito enclavado en un palacio mudéjar del siglo XVI que perteneció al Conde de Cabra, donde se celebran actividades culturales y donde es posible tomar algo en un ambiente cautivador.
Una vez conocedores de la leyenda tras las Calle del Beso, no duden en visitarla para serpentear por ella y recorrerla en un suspiro, adentrándose de lleno en la Granada legendaria.
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