Cambios en el PP de Granada: casadistas en el retrovisor

Crónica política ·

El PP de Granada releva en su estructura orgánica a José Antonio Robles, Ana Vanessa García y Rafa Caracuel; en su momento, círculo de confianza de Teodoro García Egea en la provincia

Quico Chirino

Sábado, 8 de octubre 2022, 23:59

El martes se celebró la junta directiva del PP de Granada, con la presencia por primera vez del nuevo número dos del partido en Andalucía, Antonio Repullo. La nota de prensa posterior y postrera apenas despertó interés, que es lo mejor que puede pasar tras ... estas reuniones internas. El secretario regional incidió en la «batalla» por los impuestos, donde Juanma Moreno ha tomado una iniciativa política similar a la que el PSOE andaluz tuvo en sus momentos de mayor influencia nacional; hasta el punto de conseguir que se vea razonable que el presidente aragonés, el socialista Javier Lambán, visite San Telmo la misma semana que Pedro Sánchez presenta los Presupuestos Generales del Estado y respalde sin remilgos la autonomía fiscal de Moreno. Ya enmendó Groucho Marx la frase que –como tantas otras sin serlo– se atribuye a Churchill para aclarar que es el matrimonio y no la política el que crea extraños compañeros de cama.

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El presidente del PP de Granada, Francisco Rodríguez, destacó que el partido ya cuenta con 150 candidatos para las municipales, entre los que no está aún el de la capital, aunque ya hay lanzada alguna encuesta. Y hasta aquí todo.

Pero en la junta directiva se adoptaron más decisiones; algunos ajustes orgánicos que en la práctica no tienen ninguna repercusión pero que se prestan a una doble lectura política. La dirección provincial decidió relevar tres puestos de la estructura interna. La exparlamentaria Ana Vanessa García deja de ser la portavoz del partido; el también exparlamentario Rafa Caracuel perdió su condición de vicesecretario de Bienestar Social; y el senador José Antonio Robles fue sustituido por Joaquín Abrás como presidente del comité electoral provincial. Alguno recibió poco antes una llamada para comunicarle el cambio y quien estuvo presente se enteró en la junta directiva.

Son de esos cargos que se adjudican el día del congreso y luego poco más se sabe. El de portavoz queda solapado por la presencia del secretario provincial o el propio presidente. Los vicesecretarios tienen los mismos minutos que el tercer portero. Y el presidente del comité electoral –pese a lo grandilocuente del rango– se limita a firmar una lista previamente pactada para remitirla a Sevilla o a Madrid. Sin embargo, los tres afectados tienen entre ellos una vinculación estrecha y antecedentes casadistas; como el propio presidente Francisco Rodríguez, por otra parte. En concreto, eran del círculo de confianza del anterior secretario general, Teodoro García Egea. También aguardaban mayores expectativas cuando se produjo el cambio en la dirección provincial; de hecho, colaboraron –alguno de ellos, mucho– para que se anticipara el cambio de liderazgo. Todas las familias políticas vienen originalmente de la misma.

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Desde la dirección regional circunscriben la decisión al ámbito provincial y rechazan que se trate ni mucho menos de una purga casadista. «Si fuese una caza de brujas no estaría Ana Vanessa con un cargo tan relevante en la Junta», aluden a su designación como secretaria general en la consejería de Loles López. La instrucción desde Sevilla no ha sido «cambiar sino reforzar» las estructuras de cara a las municipales. La junta directiva de Granada ha sido la primera pero le seguirán el resto de provincias.

Ver a otros por el retrovisor tiene su riesgo: que pueden estar cerca o lejos. Según se mire.

SERGIO BUENO REGRESA EN TREN

Para tener varias vidas en política conviene saber interpretar por qué moriste la vez anterior. Hay muchos que el orgullo les impide ser conscientes de que su tiempo ha pasado. Uno de los dirigentes granadinos más elegantes en las derrotas ha sido siempre Sergio Bueno. Y eso curte para comprender que las victorias son pasajeras. Pasó de plenipotenciario alcalde de Santa Fe y prometedor delfín provincial socialista, a estar dirigido desde la oposición y una edil tránsfuga en el Ayuntamiento. Tuvo que dejarlo todo, se enfrentó a un tropel de denuncias y –aunque la gestión fuese a ratos cuestionable– penalmente no tuvo ningún reproche. Se buscó la vida como abogado y volvió a la actividad pública en el equipo de José Antonio Montilla en la etapa de secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. Estaba físicamente en Moncloa y tenía acceso a fuentes e informaciones de primer nivel. La crisis de Gobierno de Pedro Sánchez precipitó la salida inesperada –podría añadirse inmerecida, pero esto es subjetivo– de Montilla y, con él, otra vez de Sergio Bueno.

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Barruntaban algunos círculos en las últimas semanas que podría pretender disputar las primarias en Santa Fe; pero lo único cierto que hay en eso es que en Santa Fe hay movimientos dentro del PSOE.

Esta semana, Sergio Bueno se ha incorporado como gerente de Relaciones Institucionales de Renfe tras superar un proceso selectivo.

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