Nochevieja en la Plaza del Carmen en 1997 Alfredo Aguilar

Campanadas en la Plaza del Carmen

La tradición de recibir el nuevo año en la Plaza del Carmen se remonta a un cuatro de décadas atrás cuando, por fin, el reloj del Ayuntamiento comenzó a funcionar como es debido

Martes, 31 de diciembre 2019, 01:01

Esta noche a las doce, los granadinos, como el resto de los españoles, asistiremos al ritual de la despedida del año. Será como siempre un ritual a golpe de campanada y de fiesta que tiene como epicentro la plaza del Carmen. Lo curioso es que ... no siempre ha sido así. Lo de tomarse las uvas en el centro de la ciudad es una tradición relativamente cercana que se remonta a la década de los ochenta. Además, ha habido años en los que el reloj municipal no marcaba las horas y había que arreglar este asunto antes de invitar a los vecinos a celebrar la Nochevieja en la plaza mayor de la capital.

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Cuenta la hemeroteca de este periódico que, allá por 1972, la plaza se decoró de manera especial. Bombillas y guirnaldas de colores alegraban el entorno del palacio consistorial. Tan bonita quedó, que algunos lanzaron la idea de imitar a los madrileños y hacer una fiesta como la que monta Madrid en la Puerta del Sol. El redactor de IDEAL Rafael Gómez Montero sugirió la idea de concentrar a la gente, que caminaba a esas horas por las calles camino de sus fiestas de fin de año, en la plaza del Carmen marcando la entrada de 1973 con las campanadas de la Torres de la Vela, amplificadas con altavoces y en conexión «con línea microfónica» con el reloj del ayuntamiento. Sería una celebración muy granadina a la que no debían faltar los Coros y Danzas, pastorelas y tunas.

Entonces la plaza era un aparcamiento público donde las camionetas descargaban mercancías de los negocios cercanos y los autobuses vaciaban sus tripas de turistas que llegaban al corazón de la ciudad.

Campanadas modernas

En 1980 varios centenares de granadinos se concentraron en la plaza del Carmen la noche del día 31 de diciembre para festejar la entrada del nuevo año con el sonido de las campanadas del viejo reloj. Cuenta el periódico que la iniciativa surgió del concejal José Miguel Castillo que quería recuperar «la tradición perdida», de tomar las uvas en el corazón de la capital. Los árboles de las aceras se iluminaron y el Ayuntamiento compró ochenta kilos de uvas que repartió entre los presentes que despidieron el año con el sonido amplificado por altavoces de las campanadas del reloj municipal.

En diciembre de 1982, el Ayuntamiento ya tenía asignado ciento ochenta mil pesetas para celebrar una gran fiesta en la plaza del Carmen. La única duda era si el aparato funcionaría o no. El primer teniente de alcalde, César Valdeolmillos, animaba sin embargo a los granadinos a salir a la calle porque si el reloj, que llevaba año y medio sin funcionar, continuaba averiado, sería sustituido sin complejos «por el bombo de la Banda Municipal». En unos días se despejó la duda y se contrató al relojero José Luis Simón Martínez que tomó las uvas detrás de la maquinaria vigilando todas sus piezas con el fin de que a las doce en punto no fallaran las campanadas de la suerte.

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El 23 diciembre de 1983, el viejo reloj que tanto daba la lata con su ruidoso tic-tac metálico, pasó a mejor vida. Se sustituyó por un sofisticado artilugio que daba todos los cuartos por lo que no faltó la protesta de algunos vecinos, más acostumbrados a los toques de otras campanas. Entonces se habló de la creación de un comité de expertos en musicología para que decidieran sobre las melodías. En 1996 estrenó un nuevo mecanismo adquirido a la Unión Relojera Suiza que pasaba por ser uno de los mejores del mundo. La maquinaria costó un millón de pesetas y corrió a cargo del espectáculo de Nochevieja que financiaban varias empresas granadinas. No se tocó la esfera y se puso en marcha las tres campanas que guardaban silencio desde hacía 15 años.

La Nochevieja de 2003 las uvas se tomaron con la polémica reforma de la fachada consistorial. El 'Instante Preciso' remataba el edificio y un verso de Antonio Carvajal rodea el paso del tiempo «Feliz quien ve sus horas en dorado presente».

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