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Sergio González Hueso
Granada
Miércoles, 1 de enero 2020, 13:49
Aquella vez fue peor. Corría el año 1994 y Canal Sur tenía todo preparado para retransmitir las campanadas para toda Andalucía desde la granadina plaza del Carmen. Pero todo falló, como este año. De nada sirvieron las 60.000 pesetas que el equipo de ... gobierno de entonces, liderado por el socialista Jesús Quero Molina, había invertido un par de semanas antes para revisar el reloj.
Con la imagen fija de la televisión andaluza centrada en la esfera un minuto antes de que se movieran las agujas para marcar las doce, ni los espectadores ni tampoco las 5.000 personas que fueron a la plaza pudieron hacer nada. Se quedaron congelados, como el reloj aquel año, cuya avería produjo una catarata de indignación en toda Andalucía pero sobre todo en la capital nazarí. Todo el mundo pensó en el «ridículo» televisado que había hecho Granada delante de toda Andalucía. Un mal trago de la que ciudad no fue capaz de digerir hasta dos años después, cuando el reloj granadino sí dio su mejor cara en la retransmisión que en 1997 hizo Telecinco para toda España.
Los problemas que tuvieron lugar durante el fin de año del 2000 no fueron cosa del reloj. Sin más televisión retransmitiendo que la local, los problemas vinieron como consecuencia de un fallo en los altavoces que debían amplificar el sonido de las campanadas. La crónica de IDEAL de aquella accidentada noche contaba que las campanadas sonaron de forma tan leve que quedaron completamente eclipsadas por los ruidos de la fiesta que había en la plaza, donde se habían congregado unas 2.000 personas. Ciudadanos en su mayoría que entraron en el nuevo año profiriendo insultos y abucheando a un Ayuntamiento al que se le atragantaron, también entonces, las uvas.
De nuevo con campanas 'sordas' se tuvo que recibir el año 2003 en la ciudad de Granada. Ante una fachada consistorial recién remozada, los 5.000 granadinos que allí se concentraron aquel año para celebrar juntos la tradicional fiesta de las doce uvas, tuvieron que hacerlo ayudado por el entonces concejal de Cultura, Turismo y Deportes, Jesús Valenzuela. Desde el balcón y ante el escaso sonido del reloj municipal, el responsable de todo aquello, en vista de lo que estaba ocurriendo, tuvo que afanarse haciendo gestos para que sus conciudadanos pudieran hacer el protocolo debidamente. Falló la megafonía pero no sus brazos, cuyo son fue marcando unas campanadas que entraron de lleno en el anecdotario de una noche que, por unas cosas o por otras, siempre es especial en Granada.
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