Durante los años Ochenta, de la cantera de falsa ágata Santa Esther, entre Íllora y Montefrío, sacaban mármol para mampostería. La empresa que la explotaba abandonó la actividad en los Noventa dejando en la Sierra Parapanda paredes de piedra verticales, tajos de más de ocho ... metros, bloques de una tonelada de peso sueltos además de otros residuos y escombreras que suponían un peligro.
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Mercedes Navarrete
La restauración del paraje, por su valor ambiental y por el riesgo que presentaba para senderistas y los vecinos que disfrutan de esta joya nautral, supuso una prioridad para la Junta de Andalucía, que actuó en unas 168 hectáreas de monte afectado por la vieja cantera. Las obras, que comenzaron en agosto de 2022 se desarrollaron durante cinco meses y supusieron una inversión de 286.000 euros financiada integramente por la Junta. El resultado es uno de los que más enorgullecen al equipo de Industria y Minas de la Junta en Granada.
Cantera de falsa ágata (2020)
Paraje restaurado (2024)
El geólogo y asesor técnico en resturación minera de la Delegación, Miguel Ángel Fernández Vélez, explica que la tierra vegetal de las escombreras se empleó para cubrir la zona en la que se acopiaban bloques de piedra, de un metro de largo por otro de ancho y eliminar los grandes taludes que había dejado la cantera.
«Para una mejor naturalización de los huecos, antes de trasladar los bloques los picamos el propio material y generamos una superficie inclinada que permitía la cubierta vegetal», recuerda. Finalmente, se rellenaron los huecos de la zona de explotación con tierra vegetal, se acondicionó para eliminar pendientes que la zona fuese transitable y se repobló con especies autóctonas, protegidas con mallas para que pudieran crecer antes de ser alimento de las cabras montesas y los conejos de la Parapanda.
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La vieja cantera es hoy una isla con vegetación para que los animales puedan resguardarse en invierno. Un pequeño bosque para las aves, zorros y conejos al que no le falta un perejil. Más exactamente ni tomillo ni romero, ni encinas. La jefa de servicio Luisa María Gallego López, el delegado siguen recorren para comprobar la evolución de las plantas, reciclan protecciones para otros espacios restaurados y la contemplan orgullosos: «Ahora nadie diría que esto es una mina abandonada».
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