Carataunas, municipio libre de pandemia

Carataunas se encuentra a una distancia de algo más de una hora de la ciudad de Granada. Es el clásico pueblo minúsculo y bello de la Alpujarra, con sus casitas blancas y sus apenas dos centenares de vecinos. La buena noticia es que recién madrugado el mes de julio, y gracias al intenso proceso de vacunación, la práctica totalidad de los vecinos se encuentran ya inmunizados. Y con la segunda dosis.

Lo confirman en la casa consistorial de Carataunas. «Aquí anda ya vacunado más del 70% de la gente. Ycon segunda dosis. Esto está ya muy tranquilo y prácticamente libre de la pandemia». Tranquilo, ciertamente, lo está. La plaza del Ayuntamiento está cubierta con unos hermosos toldos, como los del Corpus en Granada, que generan una sombra fresca. También hay una fila de bancos para pegar la hebra cuando la fresca y un caño de agua brota como un manantial de vida. La escena es la de un paraíso.

Justo detrás del Ayuntamiento de Carataunas viven Austin y Beverly, una pareja de Gran Bretaña que lleva viviendo dos años en el pueblo. Los dos años de la pandemia, el confinamiento y el proceso de vacunación. Austin no habla ni papa de castellano, así que se expresa en inglés y dice cosas como que se vacunó en United Kingdom porque tuvo que viajar por una cuestión importante. Le tocó la AstraZeneca en dos pinchazos.

Beverly, su mujer, quien ahora en verano recibe a su hija y su nieto, se vacunó en l avecina Órgiva hace tan solo dos semanas. Y ya ambos están completamente felices. «Nuestra vida en Carataunas es increíble», comentan. «No podríamos haber elegido un lugar mejor para vivir. La gente es maravillosa», comparten.

De hecho, Beverly, durante el confinamiento, lo pasó fatal. Cuenta que acababan de llegar a Carataunas y Austin tuvo que volver a Inglaterra. «Estaba atemorizada, pero rápidamente los vecinos me hicieron sentirme segura, incluso sin dominar el idioma. Los vecinos son 'lovely' (amorosos)», reconoce.

Eugenia tiene 24 años y es opositora en la administración pública. Pasea por la mañana sus tatuajes por el pueblo que le vio nacer y crecer, aunque ahora viva en Granada. «Me crié en Carataunas y vivo en Granada, pero aquí tengo una casa en la plaza de Ayuntamiento».

La visita, viene acompañada de gente, obedece a que lleva sin venir al pueblo un par de años por las cosas del coronavirus. «Y me he decidido ya a venir porque, aunque estoy sin vacunar, ya me han dicho que el pueblo está limpio», afirma. «Te sientes segura, pero hace falta tener todavía cuidado y no acercarse demasiado a la gente».

Eugenia tiene familia en Carataunas. «Mi abuela vive aquí y está vacunada con las dos dosis. Se ha vacunado y ya se ha ido de vacaciones. Me dice que está muy tranquila. Desde que se vacunó está feliz y muy contenta de que el pueblo esté libre de coronavirus. Estando como están las cosas es una alegría».

Otra historia es la de Lola, vecina de Carataunas. Ahora mismo riega las plantas del parque y se dedica a limpiar las calles del pueblo. «Me quedé parada con la crisis, y como tenía aquí una casita, hace unos seis o siete años que decidí venirme para Carataunas, porque aquí se vive a gustico».

Comenta entonces que en estos momentos su sensación es de tranquilidad. «Tras la campana de vacunación se puede hacer una vida lo más normal posible. Es como una vuelta a la vida que estábamos habituados antes de la pandemia».

En cualquier caso, Lola explica que en Carataunas apenas existe vida social, con lo que la tranquilidad es mayor si cabe. «Aquí no hay bares, ni tiendas, solo hay una farmacia. La gente apenas socializa ni se reúne. Aquí la vida es en la plaza y ya está. Hay poco movimiento. Hay poca forma de relacionarse».

Carataunas puede presumir de ser el primer pueblo de Granada en lograr la inmunidad de rebaño que se le resiste al resto de la provincia.

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