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El príncipe de Gales, conoce la Alhambra como tuno de honor del Colegio Isabel la Católica. Torres Molina
Carlos III de Inglaterra y 'tuno' de honor de Granada

Carlos III de Inglaterra y 'tuno' de honor de Granada

La finca del duque de Wellington ha sido escenario de varios noviazgos del rey de Inglaterra, que conoce la Alhambra y la Capilla Real

Domingo, 18 de septiembre 2022, 00:01

Antes de regresar a Londres, después de dos días de caza en Íllora, el príncipe Carlos de Inglaterra visitó la Alhambra en compañía de sus anfitriones los duques de Wellington y los marqueses de Santa Cruz. Era una fría y lluviosa mañana del mes de noviembre de 1972. El futuro monarca, que una semana después cumpliría veinticuatro años, atendía con indiferencia británica las explicaciones de José Martín Rodríguez, un famoso guía del monumento, sobre los juegos de luces y sombras que formaba el sol ausente con los huecos de la escayola árabe y, como un turista más, alabó el buen gusto de su tocayo Carlos V a la hora de elegir lugar para construir un palacio. Carlos vestía un traje de color oscuro con corbata y una capa de tuno.

El príncipe forzó una sonrisa cuando le explicaron que 'tuno' viene de 'tunante'. Los colegiales del Isabel la Católica lo abordaron cuando salió del coche, le colocaron una capa, le impusieron la beca de honor, le cantaron «por ser la chica más guapa del barrio» y bromearon con él hasta que la marquesa de Santa Cruz disolvió la fiesta. «Le estábamos quitando protagonismo», recuerda Juan Miguel Núñez Batlles, uno de aquellos jóvenes que hizo reír al heredero de la corona británica.

Juan Miguel estudiaba segundo de Medicina en la Universidad de Granada y formaba parte, junto con su hermano Vicente, de la tuna del colegio mayor. Aquel día tenía un examen, pero buscó una excusa para conseguir que se lo aplazaran. No contaba con que al día siguiente sería portada de IDEAL y que aquella mentira no coló. Descarado, como todo tuno que se precie, el estudiante esperó al Príncipe a 'porta gayola», le hizo una revolera con la capa y alabó el buen acento inglés del heredero: «Sir, you speak English very well», le soltó.

Aquel atrevido joven debió caerle bien al hijo de la reina Isabel II, porque le pidió que le acompañara durante toda la visita e incluso que le hiciera de traductor alternativo. «Mi padre, que era maestro, se preocupó por enseñarnos inglés. Lo aprendí de don Narciso, un profesor despistado al que podíamos robarle cigarrillos entre lección y lección», recuerda Juan Miguel, que es almeriense de Vera y que no acabó Medicina. Un año después se marchó a Madrid a estudiar periodismo, profesión que ha ejercido hasta su jubilación. El príncipe se interesó por lo que estaba bordado en una de las cintas: «Para que te acuerdes de quien nunca te olvidará», regalo, seguramente, de alguna chica dueña del corazón de Juan Miguel cuando era un joven estudiante en Granada.

Primera visita a Íllora

El hoy rey de Inglaterra había llegado a la provincia unos días antes como invitado de honor a la cacería que cada año organizaba el duque de Wellington. «Carlos era entonces novio de Lady Jane Wellesley, la hija del octavo duque de Wellington», explica María Dolores Fernández Fígares, la redactora que cubrió para IDEAL la visita del entonces príncipe. «Había mucho morbo por conseguir una imagen de la pareja pero fue ella, junto con Antonio Ramos, quienes burlaron a los medios internacionales, anduvieron kilómetros, saltaron alambradas, comieron bellotas y se hicieron amigos de los 'jaleadores' de la cacería, hasta llegar hasta la remota finca del duque. «Pero no conseguimos nada, ni ver al príncipe, ni hacer fotos. Tuvimos que hacer un reportaje de la gente que trabajaba allí para rellenar la página que nos había encargado Melchor. Pero recuerdo que lo pasamos muy bien y que Lord Richard, el hijo del duque, nos invitó a tomar algo para no irnos de vacío».

El príncipe Carlos en aquella cacería de 1972 Archivo de IDEAL

Pero la vida da muchas vueltas y María Dolores recuerda que poco tiempo después se marchó a Londres a estudiar inglés y empezó a trabajar en el departamento de prensa de la embajada española en la ciudad. Allí tenía una compañera que pertenecía a la aristocracia local y que era vecina del duque de Wellington, «Y me invitaron a una cacería de faisanes que organizó el duque. Así que le devolví la visita a Lord Richard», recuerda divertida.

Aquella no fue la última vez que Carlos de Inglaterra visitaba Íllora. El caserón del Molino Rey, edificado en el siglo XIX por Manuel Godoy y rodeado por 600 hectáreas de olivares y pastos, ha sido tradicionalmente un lugar muy buscado por la familia real británica para descansar y alejarse de la presión periodística. Aquí volvió en 1987, esta vez acompañado por Ladi Di con quien se había casado en 1981. Solo querían descansar tras una visita oficial que los herederos al trono británico protagonizaron por varias ciudades españolas. Por aquel entonces la prensa estaba dividida y tanto se hablaba de un posible nuevo embarazo de la princesa, que ya tenía a Guillermo y Enrique, como de un viaje pensado para consolar su infelicidad

Carlos y Diana a su llegada al aeropuerto de Granada con el pequeño Enrique. Charo Valenzuela

Con Camila

El motivo más obvio de sus tristezas era Camila Parker-Bowles que acompañó por primera vez a Carlos en Granada en 1999. En esa ocasión Carlos salió de su retiro en la finca de Íllora para convertirse en un turista más y visitar la Capilla Real y el centro: «Es impresionante, 500 años de historia nos contemplan,» dicen las crónicas que comentó el príncipe al alcalde Gabriel Díaz Berbel que actuó de cicerone. Simpático y accesible, saludó a los turistas y granadinos que paseaban por la calle Oficios y la plaza de las Pasiegas y protagonizó una simpática anécdota al hacer sonar la alarma de la sacristía cuando intentó tocar un cuadro. Acudió con los marqueses de Douro, sus anfitriones, pero sin Camila, pero nadie se atrevió a preguntarle por la ausencia de su novia: «No era el momento», comentó Berbel. En 2011 la pareja volvió unos días a su retiro granadino.

El rey de Inglaterra atiende a las explicaciones de Gabriel Díaz Berbel sobre la historia de la ciudad. EFE

Camila ya conocía Granada. Vino en 1996 y estuvo en los toros y volvió sola para la boda de Charlotte Wellesley y Alejandro Santo Domingo en Íllora en 2016.

Camila en los toros en Granada en 1996. Archivo de IDEAL

Las dos veces que Carlos se acercó a la ciudad se quedó con ganas de más. La primera vez, la lluvia no le dejó acercarse al Generalife y, la segunda, por medidas de seguridad no pudo llegar al Mirador de San Nicolás. Siempre ha dicho que volverá a Granada, ya lo hará como rey.

Y colorín colorado…

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