Cantó Raimundo Amador que cuando llegan los días 'señalaítos' hay muchos 'gachositos' que son gitanos. Visten, fuman y beben gitano –porque entonces en las letras ... de las canciones estaba bien visto fumar y beber– y hasta juran que su abuelo –no decía nada de la abuela, porque tampoco imperaba el lenguaje inclusivo– fue un buen gitano. Luego pasaban las fechas 'señalaítas' y esos mismos gachós no querían saber nada de los gitanos. Raimundo los identificó como gitanos de temporá.
Esta semana Carmen Calvo –otrora Carmen de los 'mártires' socialistas granadinos– renunció a su acta de diputada en el Congreso por esta provincia para presidir el Consejo de Estado, un nombramiento del Consejo de Ministros que refrenda el presidente del Gobierno. Su granadinismo ha sido sietemesino.
Su designación como cabeza de lista por Granada fue una imposición al partido en la provincia, aunque Carmen se volcó en la campaña; aquel tiempo en el que declaraba que se le ponían los «pelos de punta» al pensar que por Granada fueron diputados María Lejárraga o Fernando de los Ríos.
El primer día que compareció como candidata en la sede de Torre de la Pólvora rechazó que se le catalogará de paracaidista, término que se utiliza para definir a los políticos que colocan por provincias ajenas a la suya para garantizarles un puesto en una institución. Y aseguró que nada de Granada le era «ajeno». Lo mismo ha confundido el Consejo de Estado con el Consejo Consultivo, con sede en Bibataubín.
«Aseguró que nada de Granada le era «ajeno». Lo mismo ha confundido el Consejo de Estado con el Consejo Consultivo»
La opción del PSOE granadino para encabezar aquella lista del 23J era otra –descartada la de Paco Cuenca por criterio superior–. Aunque es verdad que la candidata deseada estaba disponible pero no dispuesta. José Entrena llegó a enviar una propuesta –hay rastro por escrito– y la encabezaba la exvicepresidenta de Diputación Olvido de la Rosa. Casualmente, quien ahora sustituirá a Carmen Calvo.
En conversaciones en privado, la exvicepresidenta del Gobierno aseguraba haber tenido múltiples ofrecimientos de Pedro Sánchez para recalar en puestos más cómodos y bien retribuidos; entre otros, en el propio Consejo de Estado. Pero Carmen defendía que su «destino» estaba a «pie de tropa». «Voy a ser diputada y quiero formar parte del futuro de Granada porque lo he elegido yo», declaró en una entrevista a IDEAL. En la misma en la que rechazaba las «puertas giratorias». «A mí la política me gusta, estoy con absoluta pasión y no me veo beneficiándome por haber tenido cargos tan importantes como he tenido. El dinero me gusta lo justo». Era otra 'temporá' y había que ganarse en voto.
A LO PILAR DEL CASTILLO
En el año 2004 José María Aznar envió como candidata por Granada a la entonces ministra Pilar del Castillo –Pilar de los Alminares, en aquella campaña–. Su profusión de granadinismo duró aún menos, apenas mes y medio, que fue lo que tardó en marcharse a Bruselas. «El Parlamento Europeo es un lugar donde podré desarrollar un papel importante y seguir en la defensa de todos los granadinos». Como se ha visto desde entonces.
Del Castillo y el PP granadino recibieron las críticas del PSOE. El que fuera su rival socialista, Javier Torres Vela, le recriminó que hiciera una campaña «para irse»: «Me gustaría que la derecha granadina fuese capaz de generar dirigentes propios para representar en el Congreso de los diputados sus intereses desde su punto de vista y no estar siempre a expensas de lo que le mandan. Éste es uno de los dramas más importantes que tiene el PP de Granada».
Conviene que ninguno de los dos partidos eleve la voz.
NINGUNA INICIATIVA
Carmen Calvo defenderá ahora los intereses de esta provincia desde el Consejo de Estado. Donde no podrá representarla –como se comprometió– es en el Congreso. Le asiste el beneficio de la duda sobre la vinculación que mantendrá con esta provincia de ahora en adelante. Pero en su bagaje lleva lo que ha trabajado por Granada en la Carrera de San Jerónimo desde que tomó posesión el 17 de agosto hasta el 13 de febrero que causó baja. En su ficha del Congreso no figura ninguna iniciativa –ni preguntas orales y ni escritas– y una sola intervención de dos minutos y 43 segundos el 4 de diciembre. Fue en la constitución de la Comisión de Igualdad, de la que ha sido presidenta. «Tenemos que servir a nuestro país donde los ciudadanos nos han colocado», comenzó. Luego advirtió al resto de diputados que su presencia en la comisión no «forma parte de una aventura aleatoria» –o lo que quiera que esto signifique–. «Muy honrada, muy agradecida, levantamos la sesión y pronto estaremos nuevamente convocados para trabajar»; se despidió el 4 de diciembre a las 17.56 horas.
POR ROMANTICISMO
Carmen Calvo no informó en Granada de su renuncia al acta por esta provincia, ni una comparecencia ni un simple comunicado. Habría sido una elegante correspondencia con los ciudadanos que la votaron, los que no lo hicieron y los periodistas que la atendieron durante la campaña del 23 de julio. La noticia se filtró en Madrid y solo después de publicarse el PSOE provincial remitió una escueta nota –eran ya las 20.02 horas– para confirmar que Olvido de la Rosa tomaría su plaza, sin más referencias a Carmen Calvo.
En una entrevista a la cadena Ser a nivel nacional, Carmen Calvo explicó que había aceptado el encargo de Pedro Sánchez por «romanticismo». «Lo hago por un sentido romántico de como puede servir a este país. Me mueven cosas bastante nobles ya. He vivido a ras de suelo mucho. No encuentro otra palabra mejor, es que soy una romántica».
Al margen, el cargo de presidente del Consejo de Estado tiene una retribución de 90.383 euros, por encima del sueldo del propio presidente del Gobierno.
La política está llena de románticos.
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