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Las monjas del Convento de Zafra de Granada están muy apenadas. Son seis las hermanas que residen en este inmueble que se halla a la ... altura del número 39 de la Carrera del Darro y que dedican sus días al rezo y a la elaboración de exquisitos dulces que venden al público a través de un torno de madera, el mismo en el que hace un par de semanas por la mañana un individuo les dejó un desagradable y sucio presente: hojas y otros desperdicios recogidos de la calle.
Este no ha sido el único acto vandálico que las religiosas afirman haber sufrido recientemente. También alguien, en los últimos días, ha retirado el cartel informativo sobre la venta de sus dulces que habían colocado en la fachada exterior del convento.
En la entrada donde se halla la ventana giratoria hay una cámara, pero solo para que las religiosas vean quien está al otro lado, pues son de clausura. Solo si se llama al timbre, acuden a atender a los compradores de sus productos.
Las religiosas indican que no han formulado una denuncia ante la Policía Nacional, pero acceden a contar lo acontecido a través de este periódico. Es sor Carmen quien atiende a IDEAL tras el torno y narra los detalles de lo ocurrido.
«Pasó que llamaron y salí y dije 'Ave María Purísima'. Entonces vi que salió corriendo un señor alto, finito, rubio, con el pelo rizado... Lo vi perfectamente a través de la cámara y que en el torno echó algo. Le di la vuelta al torno y me lo había llenado de porquería, de papeles, de hojas, todo lo que se había encontrado en la calle lo había puesto aquí», lamenta sor Carmen.
La religiosa, perpleja por lo que acababa de hacer aquel hombre, retiró los restos, sin imaginar que el tipo iba a regresar. «Volví a verlo entrar y me echó un lío de papeles en el torno otra vez».
«Yo entonces le dije: ¿hombre no tienes otra cosa que hacer?, pero él ya no me oyó porque salió pitado». Fue una señora que acudió justo después a adquirir dulces la que desveló a la monja que ya no había listado alguno en la entrada con los productos y los precios.
Y es que aquellos papeles que dejó de segundas en el torno, «que estaban arrugados y hechos una bola», eran los folios que había pegados junto a la ventana giratoria, en los que las monjas detallaban cuáles son las exquisiteces que el público puede comprar con sus correspondientes precios.
Sobre la desaparición también del cartel anunciador de «Se venden dulces» que alguien ha retirado igualmente de la fachada exterior del convento, que da a la Carrera del Darro, sor Carmen especifica que estaban «elevados» y fue hace «dos días».
De momento, no los han repuesto porque «hay que poner una escalera alta» y están esperando a que los coloquen nuevamente por ellas una hermandad a la que ya han dado aviso.
«Pero es que también sufrimos el vandalismo de que nos pintan. No sabemos quién es, porque eso ya yo no lo he visto», añade la religiosa, que pide «por favor» que no retire nadie los carteles.
Esta vez no han puesto denuncia, pero sí lo han hecho en otras ocasiones cuando han sucedido cosas más graves, según sor Carmen. «Me dio pena, porque es un hombre que no es muy mayor y que no debe de estar muy bien», expresa la religiosa, para incidir en la tristeza que le produce comprobar que hay personas «que se dedica a hacer cosas que no sirven para nada pero que hacen daño a los demás».
Si no hay una relación de productos en la entrada ni un cartel fuera del convento, la gente no sabe que estas religiosas venden dulces, y se les causa «un perjuicio», como resalta la hermana Carmen, pues con las exquisiteces que preparan consiguen dinero «para sostener el convento».
Entre otras delicias, las monjas del Convento de Zafra venden roscos de anís, roscos de vino, mantecados con almendra y polvorones de almendra y chocolate. También tienen licor y artículos religiosos, como rosarios, llaveros o décimas.
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