Víctor Aranda, jienense de 47 años asentado en Granada, sufrió un infarto cuando corría la carrera de montaña Trail Huétor Santillán, el 27 de marzo de 2022. Aquel día, tuvo suerte. Cinco médicos de distintos puntos de España estaban participando en la prueba. Entre el ... barullo de corredores, lo encontraron tirado en el suelo, boca abajo y sin pulso. La escena fue de película. Y sí, hubo final feliz. Por eso, cuando se estabilizó, Ana, Gloria, Macarena, Carmen y José Manuel, sus ángeles de la guarda, no dudaron en escribirle una carta a mano para que recuerde siempre que «ganadores de carreras hay muchos, pero pocos pueden decir haberle ganado a la muerte».
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Sara Bárcena Hernández
«Dicen que hay que estar en el sitio adecuado en el momento indicado. Nos aventuramos a correr nuestro primer trail de montaña en la Sierra de Huétor sin apenas preparación. Somos un grupo de cinco medicuchos de distintas partes de España que al final del barullo de corredores te encontró en el suelo boca abajo y sin pulso», arranca diciendo la carta, titulada 'Gracias por volver a la vida'.
La emoción y la sensibilidad aumentan a medida que avanzan las líneas. «Nos libramos de correr muchas subidas, pero corrimos lo suficiente para no dejarte sin circulación ni un minuto. ¡Tiene que vivir! Era lo que nos repetíamos mientras nos turnábamos para el masaje cardiaco», continúa el escrito. Los cinco médicos rememoran cómo, cuando llegó la primera ambulancia, cortaron la camiseta con el dorsal de Víctor, que indicaba su capacidad para correr veintinueve kilómetros de montaña.
Cuando colocaron el DESA, el cuerpo de Víctor pegó un pequeño primer bote, «pero el aparato indicaba seguir masaje y tu corazón aún no quería despertar». «La enfermera te cogió en segundos una vía en el brazo y te introdujo adrenalina. El DESA volvía a decir: no toque al paciente... ¡Segunda descarga! Esta vez sí. ¡Vamos, Víctor, campeón!, gritábamos. Seguimos haciendo el masaje pero empezaste a quejarte. Te di la mano y te dije: Víctor, aprieta fuerte mi mano. Y al instante la apretaste», describe el autor de la carta.
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«Fue un milagro». Veinticinco «agónicos» minutos. Eso sí, para «los pardillos» que iban al final de la carrera, salvar la vida de Víctor Aranda en plena montaña en Granada «ha sido el momento más intenso y emotivo que hemos vivido».
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