Padre Manjón
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Padre Manjón
El catedrático que enseñó a los niños del SacromonteEn el colegio Ave María Casa Madre tienen una Alhambra en el patio. Y un bosque regado por las aguas del Darro. Los pequeños aprenden a sumar con petos de colores que representan números o símbolos aritméticos. La lluvia, que había caído durante la mañana, había improvisado un Atlántico de charcos en el mapa donde los de sexto repasan Geografía. En otro de los recreos, unos niños colocaban huesos de cartulina en un enorme cuerpo humano trazado con piedras en el suelo, mientras los de quinto aprendían a reconocer las aves del Valle de Valparaíso ayudados por unos prismáticos. El colegio que fundó el Padre Manjón hace 134 años, mantiene vivo el espíritu para el que fue creado, una escuela acogedora, donde los niños aprenden jugando.
«El modelo educativo de Andrés Manjón se fundamenta en una pedagogía activa, donde el profesor y el alumno intervienen en la formación. Una pedagogía al aire libre, donde el juego y la música son muy importantes», explica Antonio Almendros, presidente del Patronato de las Escuelas del Ave María y lo confirman los profesores que, en aquella mañana de los últimos días del curso, acompañaban a sus alumnos que correteaban por un patio que parece no tener fin. «Don Andrés nos decía que los niños aprenden mejor jugando», apunta Adelina Gutiérrez, profesora de Primaria de otro cole del Ave María, el de San Cristóbal, «y hoy en día confirmamos que es eficaz porque nuestros niños son felices y porque aprenden en un entorno en el que les es más fácil relacionar lo aprendido con el mundo en el que viven». El rincón más bonito de este centro del Albaicín es un aula junto al patio sin techo ni paredes, con mesas de madera, gradas, toboganes y la ciudad de Granada, entera, a sus pies.
Andrés Manjón (Sargentes de la Lora, Burgos, 1846-Granada, 1923) había sido un niño «perezoso, juguetón y mal escolar» que se educó con un maestro «de cara tiesa», autoritario y que apenas sabía leer, en una aula sin luz, con suelo de tierra y cartones ahumados para aprender las lecciones más básicas, una experiencia traumática que le marcaría toda su vida aunque, cuando llegó a Granada en 1880, aún no sabía cuánto.
A la ciudad andaluza vino para ocupar la plaza de catedrático de Derecho en la Universidad de Granada y fue nombrado canónigo de la Abadía del Sacromonte. Desde allí bajaba a su aula de la Facultad cuando, un día, tuvo una revelación. No se abrió el cielo, ni se cayó de Golondrina, una de sus burras, solo escuchó el canturreo de una lección. Cuando se acercó al lugar de donde venía el sonido, vio a una gitana que hacía las labores de maestra y que, a cambio de unas monedas, cuidaba a los niños, les enseñaba a rezar y a leer. Si esa mujer sin apenas recursos era capaz de hacer eso, ¿qué podría hacer él por aquellos niños?
El 1 de octubre de 1899 abre en un carmen del Sacromonte la primera escuela. Desde entonces la vida de Manjón se funde con este proyecto. Sus ingresos los pone al servicio de los que no tenían nada y, viendo que se quedaba corto, se convierte en 'catedrático mendigo' que buscaba benefactores para sus escuelas. Así, poco a poco, su proyecto se fue haciendo cada vez más grande.
«Su filosofía es cercar Granada con colonias escolares», explica Andrés Palma, profesor de la UGR y estudioso de la obra manjoniana. Pero, al contrario de las colonias de la Institución Libre de Enseñanza que dedicaban el verano a educar a los niños en la montaña o la playa, «él decía que sus escuelas tenían que ser unas colonias permanentes», y rodea con sus colegios los cuatro puntos cardinales de Granada: Triunfo, Vistillas, Avenida Cervantes y Carretera de la Sierra, colonias que están en el campo, donde había población obrera, marginal y sin escolarizar.
«Andrés Manjón renovó una escuela arcaica y totalmente desfasada», continúa Palma. Elige educar a la mujer que, en la Granada de finales del siglo XIX, tenía una tasa de analfabetismo de aproximadamente un 80 por ciento. «Y trabaja con niños de la calle, niños sin disciplina, a los que no puede encerrar en un aula». La escuela tenía que estar en la calle. En esto coincide con otros modelos educativos contemporáneos, como son la Institución Libre de Enseñanza o la Escuela Moderna, de Ferrer Guardia. Sin embargo, desde el «liberalismo más radical había una apuesta para que la educación fuese solo del Estado, como reacción a los siglos anteriores, en los que había sido responsabilidad únicamente de la Iglesia. Manjón plantea lo que hoy conocemos como iniciativa social en la educación», explica Andrés Palma.
La beligerancia de Manjón a este respecto le va a costar algunos enemigos. También cuando critica el «ateísmo militante» de estos modelos educativos. «Manjón no está en contra de las escuelas laicas, sino en contra de escuelas que tienen un programa sistemático de ataque contra la Iglesia», continúa Palma. »Educar, es para don Andrés cultivar todas las dimensiones del ser humano, la intelectual, la artística, la lúdica y también la religiosa.«
Pero también su independencia le valdrá algún que otro calentamiento de cabeza. . En el año 1923, Andrés Manjón establece que sus escuelas y los demás centros en torno al Ave María deben de ser regidos por un patronato independiente de la jerarquía de la Iglesia y del Estado, un asunto complicado, por ejemplo, tras la Guerra Civil cuando el Ministro de Educación quiere controlar la Educación y quiere que el Ave María se asocie al sistema político del movimiento nacional y de la Falage «y el Ave María se resiste. Se negó a ser un altavoz de la dictadura» continúa Palma.
También ha sido fuente de fricciones con el arzobispado, el último caso hace unos años con Francisco Javier Martínez y la Escuela de Magisterio La Inmaculada, que creó Manjón para formar profesores para sus colonias, a la que el anterior arzobispo quitó su «apellido» 'de Ave María' y eliminó del plan de estudios la asignatura de 'Pedagogía Manjoniana'.
Hijo Predilecto de Granada, candidato al Nobel de la Paz y al Príncipe de Asturias de la Concordia, se ha iniciado un proceso de beatificación que fue criticado por La Unión Romaní de Gitanos de España que acusaron al sacerdote de racista por las calificaciones «ofensivas» que hacía del pueblo gitano en uno de sus libros. «Manjón entrega su vida al pueblo gitano del Sacromonte y hace un análisis sociológico muy duro», apunta Palma, «pero no para atacar, si no para a partir de ahí hacer un proyecto de educación». Las primeras personas de etnia gitana de Granada que estudian Magisterio, lo hacen en las Escuelas del Ave María y aún se conserva en la Casa Madre el aula de Enrique Heredia Maya, el primer maestro, con título de Magisterio, gitano.
En la actualidad las Escuelas del Ave María constituye una realidad educativa que tiene nueve centros escolares que imparten enseñanza de cero hasta bachillerato. Son unos cuatro mil alumnos y unos cuatrocientos profesores y personal de administración y servicios: «si consideramos aparte la Universidad, las Escuelas del Ave María serían la primera institución educativa en Granada por número de estudiantes, número de centros y número de profesores, y eso tiene una gran incidencia en la ciudad», explica Antonio Almendros. Y desde el Patronato del Ave María continúan con el compromiso de su fundador con el Fondo Solidario Avemariano una oenegé que canaliza ayudas para quien lo necesitan, proporcionando comedores, material escolar o uniformes.
En la madrugada del 10 de julio de 1923 don Andrés murió de un cáncer de estómago. Su muerte circuló por toda Granada como una corriente eléctrica. El cabildo sacromontano acuerda un entierro sencillo, pero el alcalde, el arzobispo, el rector de la Universidad... todos acudieron con la intención de bajárselo a Granada. Y así fue. Se montó la capilla ardiente en el salón de plenos, se celebró un funeral solemne en la Catedral y le entonaron un último responso en el paraninfo. Crespones negros y colgaduras adornaban los balcones de la ciudad. Su cuerpo descansa bajo el altar de la capilla de la Casa Madre bajo una lápida en la que se lee A.M.
Con motivo de la celebración del centenario de la muerte de Andrés Manjón, el Patronato del Ave María ha recopilado el patrimonio de las escuelas y del fundador con el propósito de mostrarlo a los granadinos. Su Casa Museo está tomando forma gracias al trabajo de Mateo Arias, profesor de la UGR y patrono: «queremos dar a la ciudad de Granada un nuevo museo con la figura tan importante que fue, y sigue siendo, el Padre Manjón», explica.
En el pequeño museo se conservan sus diarios, su biblioteca, manuscritos, cartas y legajos, que se pondrán a disposición de los investigadores, así como piezas de gran valor entre las que se encuentra una copia de la Inmaculada de Alonso Cano de Ruiz de Almodóvar, un López Mezquita que, explica Mateo, podría tratarse del primer cuadro firmado por el pintor granadino, un Gómez Moreno, o un delicado grupo escultórico que representa la huida a Egipto de la Sagrada Familia de Risueño.
El museo, que ocupa una casa en la Cuesta del Chapiz junto a la Casa Madre, incorporará también una sala dedicada a la pedagogía manjoniana en la que el juego ocupaba un lugar primordial.
La Casa Museo aún no está abierta al público pero han sido numerosas las actividades programadas este año para conocer el legado del burgalés, actividades que tendrán como colofón la exposición «Enseñar educando: La Obra de Andrés Manjón» que se podrá visitar a partir de octubre en el Hospital Real.
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